Epílogo

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Por mucho tiempo creí que si tenía a una mujer a mi lado me convertiría en una persona débil, cuán equivocado estaba. Bien dicen que un gran hombre es gracias a la gran y maravillosa mujer que tiene a su lado.

Distó muchísimo de ser un hombre perfecto, pero por Alexandra y por mis hijos trato de dar lo mejor. Jamás voy a cambiar mi vida, es lo que soy desde hace años y no puedo dejarla, sin embargo; con mi familia sí que puedo y todos los días hago el intento de ser mejor solo con ellos y para ellos.

Quisiera decir que los problemas se acabaron y no es así. A donde sea que vayamos, siempre nos seguirán los problemas.

Desde que nos mudamos a Italia luego de casarnos, los atentados en nuestra contra disminuyeron. La muerte de April y Dylan hasta ahorita les había dejado en claro a los demás que si se metían con mi familia ese sería su mismo destino, de ahí en fuera los negocios iban de maravilla; tanto en las empresas como en los negocios de la mafia nos iba de maravilla.

Mi reina le hacía honor a su título, era una mujer espléndidamente perfecta. Por más que me negara a que se involucrara demás en la mafia, ella se negaba y me llevaba la contraría. Digamos que era una empresaria; buena madre en el día, gran mafiosa y excelente amante durante la noche.

Conforme pasaba el tiempo más enamorados estábamos, no se trataba de ser solo esposos, un buen matrimonio se basa en ser mejores amigos, confidentes, aliados, amantes; sobre todo buenos amantes. Jamás se acababa el amor, la pasión, el deseo que sentía hacia ella y nunca lo haría, Alexandra Miller es la mujer de mi vida.

Hoy se cumple un año desde nuestra boda, mis pequeñas copias están a punto de cumplir un año el 25 de Abril; Alexandra está embarazada nuevamente, tiene 17 semanas y ahora seremos padres de una hermosa niña.

Me hace sentir dicho y pleno estar a su lado, ella es toda mi felicidad junto a mis pequeñas copias y la princesa que viene en camino, sin ellos no sabría qué hacer. Pero... la felicidad, no dura para siempre.

"Señor Miller, lamentamos informarle que usted tiene VIH."

Mi mundo se vino abajo, y no por mí, sino por mi familia. Si yo estaba infectado lo más probable es que mi esposa y mis hijos también lo estuvieran, eso es lo que más me aterraba.

Me volví loco, ni siquiera sabía cómo decirle a Alexandra lo que me estaba ocurriendo y cuando lo hice, mi ángel solo me abrazo diciendo que todo estaría bien, que esto no nos detendría.

En mi vida me pude sentir más culpable, ¡LES HABÍA ARRUINADO LA VIDA!

Tardé un poco en darme cuenta de lo estúpido que había sido al no hacerme más estudios para confirmar aquello. Me di de topes una y mil veces más por haber sido un imbécil.

Me habían engañado, habían jugado conmigo dándome por un lado que sabrían me debilitaría llegando así a su objetivo. No había sido demasiado tarde, aún estaba a tiempo y acabaría con aquellos que osaron meterse con mi familia, no en balde soy el Rey y ahora más que nunca aprenderán que con lo mío nadie se mete.

Pobres imbéciles, desearan no haber siquiera pensado en meterse conmigo.

Pobres imbéciles, desearan no haber siquiera pensado en meterse conmigo

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El reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora