Capitulo 23

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Baje corriendo las escaleras, dirigiéndome a la salida donde estaban algunos escoltas haciendo seguridad.

-Tú eres Erick, si no mal recuerdo - llame a un chico de unos veinticuatro años, pelinegro, moreno de ojos cafés.

-Si mi Señora, ¿se le ofrece algo?

-Necesito que me lleves fuera, ya mismo.

-¿El Patrón no viene? - pregunto abriéndome la puerta trasera de la camioneta. La silueta de James en el último escalón de las escaleras se hizo visible.

Al cerrar la puerta capte su atención e inmediatamente corrió hacia acá.

-No y por favor date prisa - Erick con apuro cerro, poniendo en marcha el auto.

-ALEXANDRA - el grito de James resonó en el lugar - Alexandra, no te vayas - pasó las manos por los bolsillos de su bermuda - ¡Maldición! - tal parece, no encontró las llaves de la camioneta.

-Ni se te ocurra seguirme, Miller - grite enojada asomando la cabeza por la ventana - Acelera - pedí, acomodándome en el asiento.

Me recargue sobre mis rodillas, tapándome la cara con mis manos. Sentía las lágrimas caer por mis mejillas - Imbécil -

-Señora - Erick disminuyo la velocidad - ¿A dónde la llevo?

-No lo sé - negué sintiéndome tonta, solo a mí se me ocurre huir sin conocer el lugar - A dónde sea, pero que esté tranquilo.

-Patrona, no es de mi incumbencia, pero, ¿se encuentra bien? - me miró preocupado a través del retrovisor.

-No mucho - respondí mirando por la ventana.

-Se ve triste - negó concentrando su mirada en la carretera - Perdón por mí atrevimiento, no quise entrometerme.

-No pasa nada.

-¿Le gusta el helado?

-Si - lo miré confundida por el retrovisor, por su parte, Erick se concentró en manejar sin pronunciar otra palabra. Unos minutos después, estacionó y bajo abrirme la puerta.

-¿Qué hacemos aquí? - cuestione mirando la heladería frente a nosotros.

-Comprar helado - respondió obvio - Cuando esté más tranquila la llevo de regreso.

-No traigo mis cosas, las deje - Erick negó con una sonrisa, cerrando la camioneta.

-No se preocupe, yo invito.

-Pero...

-Anímese Señora y así cuando volvamos usted pueda arreglar las cosas con el Patrón.

-Está bien - sonreí de lado. Nos adentramos en el local, él fue hacer el pedido mientras yo esperaba sentada en una mesa junto a la ventana.

En poco tiempo regreso con ambos helados, regresamos al auto donde nos quedamos recargados.

-¿Se encuentra mejor? - asentí comiendo mi helado.

-Puedo preguntar qué sucedió.

-Pelee con James.

Le conté lo sucedido, el chico me miraba sin decir nada e incluso terminamos el helado.

-A la mejor fue tonto salirme en lugar de quedarme y hablar con mi marido, pero necesitaba pensar las cosas porque si esto pasó ahorita, no quiero pensar cómo será más adelante.

-Señora, no debería decirlo - Erick se debatía en si hablar o quedarse callado por su propio bienestar - A leguas se nota que el Señor la quiere. No intento justificarlo - movió las manos nervioso - Él jamás tuvo novia, no creo que sepa cómo llevar una relación. Además, tenga en cuenta que es una persona con un temperamento demasiado explosivo.

Muchas veces actúa impulsivamente sin pensar las consecuencias. Las intenciones del chico provocaron los celos del Patrón, cegándolo por completo - ese era un buen punto - Por lo regular, los hombres actuamos como bestias cuando son así con nuestras chicas - explicó haciendo muecas divertidas - No sé si me entienda.

-Entiendo el punto - levanté la cara mirando el cielo anaranjado, ya está anocheciendo.

-Mi Patrón ha cambiado desde que usted llego.

-No lo dudo - miré al chico cruzándome de brazos - Su desconfianza es la que me molesta - manifesté soltando un suspiro frustrado - Hablaré con él, gracias Erick.

-No es nada - sonrió amable - Señora usted manda, pero ya es tarde. Será mejor regresar.

-Vamos.

En veinte minutos ya estábamos de regreso.

-Gracias Erick - sonreí al chico, imito mi gesto susurrando pronunciando un - De nada - apenas audible. Los demás escoltas nos miraban serios, no les di importancia y me adentre en la casa.

-Señora - Henderson me intercepto en el recibidor - Le voy avisar al Señor que regreso.

-No le digas nada. Yo iré a verlo - Henderson asintió nervioso - ¿Dónde está?

-En su habitación.

-Gracias - ignoré lo que iba a decir y sin hacer ruido subí a nuestra habitación.

James estaba recargado en el balcón sosteniendo un vaso de whisky.

-Son las ocho y media de la noche - volteo a encararme furioso - ¿DÓNDE DEMONIOS ESTABAS Y QUÉ TANTO HACÍAS CON ERICK?

-BÁJÁLE A TU TONO DE VOZ - advertí acercándome a él.

-CONTÉSTAME - gritó fúrico - Estabas con él y por eso tardaste.

-James, no digas estupideces de las que te puedes arrepentir - amenace haciéndolo callar - No estaba con Erick de la manera que piensas - me cruce de brazos mirándolo altiva - Te amo, pero si vas a seguir dudando y hablando a lo pendejo, me iré.

-No Alex - disminuyó su tono de voz, - Perdóname amor, soy un estúpido. No sé lo que digo, hable impulsivamente, es que... Ah - frustrado, se pasó las manos por el cabello - Muero de celos, me enoja la manera en que te miran, ¡joder!

-No puedes ponerte de este modo siempre, debes aprender a confiar en mí y a no ser tan impulsivo, Miller - acorto la distancia poniendo sus manos en mi cintura.

-Lo haré, ¿me perdonas?

-Si - acorto la distancia, aprisionando mi boca. Una guerra de lenguas se desato, subiendo de intensidad el beso. Rápidamente nos deshicimos de la estorbosa ropa, cayendo sobre la cama desnudos.

Él estaba encima de mí repartiendo besos por todas partes de mi cuerpo, jugaba con mis pechos; yo acariciaba y arañaba su torso desnudo. Me beso al mismo tiempo que introducía su miembro en mi interior, arquee la espalda gimiendo de absoluto placer.

Me sentía en las nubes con cada estocada, sus besos en mi cuello me hacían delirar de puro éxtasis.

-Ah, James - apenas podía articular palabra.

-¿Eres mía? - cuestiono posesivamente apresando mi cuello con su mano, su mirada felina me encantaba.

-Ah, si... soy tuya - me beso posesivo, dio unas estocadas más, llegando juntos al clímax. Salió de mi interior y se recostó a mi lado atrayéndome a él.

-Buenas noches mi reina - beso mi nuca erizándome la piel, cosa que no pasó desapercibido - Si eres mía - afirmó sonriente.

-Ya duerme - mordí mi labio ruborizada - Buenas noches mi rey.

Enpiernada a mi hombre, me entregue al sueño cayendo en los brazos de Morfeo.

Enpiernada a mi hombre, me entregue al sueño cayendo en los brazos de Morfeo

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