2. Accidentes

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—No puedo más, voy a morirme —exclamó Hoseok, deteniéndose en medio de la pista.

     —Es imposible que ya te hayas cansado, apenas vamos en la décima vuelta —respondí divertida. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para convencerlo y no correr sola con el ánimo de perros que llevaba cargando desde que me había levantado tarde esa mañana.

     —¿Cómo no te has cansado tú? —contraatacó él sin aliento—. Sé que vas al gimnasio y todo eso, ¡pero deberías estar tan muerta como yo en estos momentos! ¿Eres un súper humano o qué?

     Su mano me agarró de súbito el brazo mientras yo seguía moviendo mis piernas para no enfriarme, por lo que no pude evitar huir de su tacto como si tuviera la peste. No, no dejaría que nadie se interpusiera entre el camino a la desintoxicación y el de mi estúpido ser, ese día bajaría todas las calorías que había ingerido de madrugada.

     —Te veo mañana entonces —dije y corrí tan rápido como pude para poner distancia entre nosotros, perdiéndole por fin de vista. 

     Al despertarme aquel día definitivamente sabía que sería uno malo. No solamente me había levantado con el pie izquierdo —porque literalmente me había caído de la cama—, sino que me había olvidado de poner la alarma el día anterior y en consecuencia mi rutina se había visto afectada de manera terrible. No había podido ir al gimnasio, me había ardido la garganta y no había podido bañarme por lo tarde que era. Solo había alcanzado a tomar mi bolsa de maquillaje y a meter los cuadernos que fueran a mi mochila antes de salir corriendo de mi casa para poder alcanzar el autobús de las seis treinta. Normalmente, no me preocupaba por verme bien ni sacar a relucir mi lado "más femenino" con ese tipo de productos —porque sabía que era tan fea como el demonio—, solo los usaba para ocultar los horribles puntos rojos que se me formaban en la cara cada que devolvía; justo como hacía algunas horas lo había hecho con esas donas. Iugh, no quería recordarlo.

     Hoseok se había dado cuenta de mi mal humor tan pronto como había ocupado mi asiento a su lado en clase y, su mejor remedio, había sido ofrecerse a comprarme algún postre cuando saliéramos al receso. Grave error, amigo. Entonces yo había estado a punto de gritarle que se metiera el postre por donde mejor le cupiera, pero horas después no había podido contenerme de robarle algunas papas —en realidad, la mayoría— de la hamburguesa que se había comprado en la cafetería de la preparatoria. Sabía que no tenía mucha fuerza de voluntad, por lo que en ese momento había decidido ahogar mis penas en grasa, incluso si era un hecho que estaba de malas. 

     La comida simbolizaba para mí lo que una manzana del Edén, atracción, seducción, pero siempre tenía el mismo final: la condena.

     En fin, después de haber tomado dos horas de Cálculo y dos más de Literatura, no había podido alegrarme más cuando mi clase favorita de la semana había llegado: Educación Física. El profesor que la impartía, el señor Chung-hee —aunque trataba de hacernos las rutinas dinámicas y divertidas— siempre se olvidaba que éramos chicos de bachillerato y que ciertamente no queríamos jugar más a los "aros". Por esa misma razón, algunos alumnos se ofrecían a repartir los materiales de las actividades para poder entrar a la bodega y robarse los balones de los "deportes reales". Por mi parte, tendía a no participar en ninguna de las dos dinámicas debido a que no era buena trabajando en equipo y la debilidad me perseguía —con caerme una vez era suficiente para que me salieran moretones horrendos—.

     Mi táctica usual para convencer al profesor de ausentarme era decirle que practicaba atletismo en un equipo local y que por ello necesitaba correr un kilómetro como mínimo por clase para "no perder condición". Él desde un principio me había creído y, afortunadamente, no me había pedido nunca un registro oficial para comprobarlo, por lo que su clase se había vuelto mi predilecta. El afecto que le tenía realmente era por permitirme quemar más calorías de las que quemaba en el gimnasio.

Dysmorphic Charm [jjk] [jhs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora