49. Demonios del ayer

92 8 35
                                    

—Debe estar por aquí —exclamó Hobi sin aliento—. No pudo haber ido muy lejos.

     —Hyung, si ya te mandó mensaje significa que está bien.

     —Aun así, no puedo con la carga de culpa. Necesito explicarle —respondió él, trotando sin descanso al tiempo que se disculpaba con una persona sobre la acera por haber chocado con ella.

     Nuestra conversación distaba de ser lógica en lo absoluto: él corriendo y buscando a Yunah por los callejones, y yo siguiéndole el paso con el corazón en la garganta.

     —Pero ya te dijo que no la busques, deberías darle su espacio y elaborar una buena respuesta cuando te pregunte qué demonios pasó allá —dije, refiriéndome al encuentro nada planeado en el departamento donde vivían, el encuentro que todavía podía rememorar una y otra vez en mi cabeza, sin que dejara de afectarme.

     Segundos después lo alcancé y lo giré del hombro para que se detuviera. Afortunadamente, Hoseok cedió y dejó de correr, pero me miró con una expresión sombría y se alejó unos pasos de mí.

     —¿Y qué se supone que le diga? ¿La verdad? —exclamó preocupado e incrédulo en partes iguales—. ¿Que he estado en contacto contigo desde que te mudaste a Busan y que planeas volver a Seúl próximamente porque fracasó tu intento de vida allá? ¿Eso quieres que le expliqué?

     Sus palabras, por más que eran completamente ciertas y verídicas, me atravesaron como cuchillos filosos en cuanto dejaron su boca, desarmándome por completo y obligándome a desviar la vista de su rostro iracundo por vergüenza. Sí, definitivamente mi vida era y había sido un desastre desde que me fui a la costa, pero Hoseok no tenía por qué echármelo en cara de esa forma, menos cuando había acudido a él por razones desesperadas. Claro que entendía su preocupación porque Yunah hubiera descubierto nuestra primera reunión en años —ya que según Hobi ella debía llegar a casa hasta después de las 8, cosa que no lo hizo—, pero eso no le daba el derecho de pisotearme como yo ya llevaba haciendo desde hacía meses atrás.

     Ese era el problema con la relación que teníamos y que siempre habíamos tenido, la relación que había terminado por forjarse torcidamente con los años y la misma que cada vez se volvía más inestable conforme las situaciones en las que nos veíamos envueltos evolucionaban: que Hobi y yo éramos amigos íntimos, pero que seguíamos enamorados de la misma chica.

     Estúpido, lo sabía, demasiado ilógico para una persona que no merecía ni el más mínimo recuerdo en la memoria de nadie —mucho menos en la de Yunah, con quien me había motivado cada que pensaba que las cosas no podían ir peor en casa—, pero tremendamente cierto incluso habiendo transcurrido tantos años.

     —No hables así, sé que estás preocupado, pero tranquilízate —le exigí a mi hyung, tragándome mi orgullo, pero al mismo tiempo dejándole en claro que no había viajado dos horas desde la costa para convertirme en su saco de boxeo—. No hay nada que no pueda resolverse hablando.

     "Qué hipócrita", me gritó la voz ponzoñosa que albergaba en mi cabeza, la que desde hacía tiempo había comenzado a oír y la que no pensaba irse a ninguna parte aún. "Tú hablando de asertividad cuando no la has aplicado nunca en tu vida".

     —Lo sé, ¡lo sé! Pero no puedo dejar de darle vueltas a este asunto... —gimió Hoseok rendido por fin, llevándose una mano a la cara y suspirando con pesadez mientras sus hombros caían, derrotados—. Perdóname, no debí hablarte así.

     —No te preocupes —respondí, llevando una mano a su hombro nuevamente para tratar de reconfortarlo con un apretón. Lamentablemente, mis dedos huesudos no hicieron el efecto deseado, pues mi hyung seguía viéndose muy afectado.

Dysmorphic Charm [jjk] [jhs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora