53. Oportunidades irrepetibles

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El tiempo, por más que fuera relativamente cuantificable a nuestros ojos, siempre hacía lo que le daba la gana, corría cuando deseaba y se ralentizaba cuando menos queríamos. Un día yo podía estar en la preparatoria, entrando a segundo año y enamorándome al instante de una chica nueva que acababa de entrar al plantel, y al siguiente podía despertarme con ella entre mis brazos, luego de que nuestros ojos se cruzaran por primera vez 6 años atrás. A mi parecer, teniendo ya 22 años, el tiempo parecía escapárseme por entre los dedos cada que me distraía, me sentía alegre, o simplemente cerraba los ojos.

     "Seguro la próxima vez que los abra estaré lanzando un álbum y seré famoso", pensé muy cómodo en la cama, todavía retozando con Yunah —al haberme despertado temprano— y permitiendo a los rayos del sol colarse por entre nuestras cortinas color hueso. Definitivamente las horas tempranas del día daban poderes filosóficos a cualquiera.

     Empecé a adormilarme de nuevo, acobijado por el calor del cuerpo ajeno y amado, relajando mis músculos y mi respiración a la vez, no obstante, una preocupación me surgió al instante, una preocupación que el consuelo del sueño siempre evitaba hasta que se cometía el error de abrir los ojos al despertar.

     "¡Jung Hoseok! ¡No puede haber un álbum sin un contrato ni una audición previa, y la tuya es hoy!", me grité internamente.

     Luego del segundo precedido por mi auto-golpe de vuelta a la realidad, me encontraba en el piso de la recámara por haber saltado de la cama cual loco desquiciado, claro, además de haber sido lo suficientemente descuidado como para lanzar un grito de verdadero pánico que terminó por despertar a Yunah.

     —¿Hobi? ¿Qué pasa? —gruñó ella en forma de pregunta, incorporándose en la cama y mirándome con los ojos entrecerrados. No pasó mucho tiempo antes de que se le escapara un bostezo y se llevara la mano en forma de puño a la cara para rascarse el ojo.

     Aquella era una imagen potencialmente tierna que pudo haber disipado todos mis males en un día común, sin embargo, esa mañana me sentía al borde de todo y, por ende, no me tranquilizó ni un ápice.

     —¡Es hoy, Yunah, es hoy! —exclamé audiblemente al tiempo que me paraba de un salto y me ponía a caminar como histérico por toda la habitación—. ¡Mi audición es hoy!

     Mientras hablaba a gritos estuve a punto de tropezarme con la pila de ropa que habíamos dejado desperdigada el día anterior, la misma que empezaba en la sala y terminaba allí, en nuestra habitación, donde habíamos culminado nuestro acto romántico anoche.

     —Sí, ¿cuál es el problema? —preguntó ella, siguiendo mi camino irregular por el cuarto con ojos adormilados. Después de un momento, me lanzó la cobija que siempre dejábamos al pie de la cama—. Ponte algo de ropa, por amor de Dios.

     Aquel comentario me obligó a detenerme, bajar la vista e inspeccionar mi cuerpo, el que ciertamente estaba muy destapado y al natural, por lo que opté por tomar la cobija y cubrirme un poco antes de seguir perdiendo los nervios.

     "La dignidad era la última cosa que se perdía, ¿cierto?", pensé para mis adentros.

     —¿Cuál es el problema? ¡¿Que cuál es el problema?! —grité con obviedad, jalándome el pelo y enfrentando a una más despejada, pero aún confusa, Yunah—. ¡QUE ME ESTOY CAGANDO DE MIEDO, MUJER!

     Justo en ese momento el piso parecía ser la mejor superficie jamás creada sobre la faz de la tierra, porque me agaché hasta quedar en cuclillas y sentir mis lagrimales escocer. Por Dios, me sentía peor que una mujer embarazada y hormonal con sus emociones a flor de piel; casi podía visualizar la energía potencial que cargaba mi cuerpo entonces, la misma que tendría una bomba a punto de explotar.

Dysmorphic Charm [jjk] [jhs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora