12. El peso de los recuerdos

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Por más que quise alongar el momento mágico que Jungkook y yo compartimos al escaparnos, nuestro sentido común nos obligó a regresar al mundo real.

     Justo cuanto tocó la campana de salida, ambos descendimos por las escaleras que no habían sido nuestro primer camino (o sea las de estudiantes y no las de conserjes) y nos despedimos en el pasillo que dividía nuestros salones. Esperé a que la señorita Nim, mi maestra de historia, saliera del salón y me escabullí hasta mi lugar para recoger mis cosas, acción que Hoseok no me dejó ejecutar del todo. Empezó a cuestionarme dónde había estado, con quién y si algún día iba a perdonarlo a él y a Bomi.

     —Dame tiempo y espacio. —Fue lo único que le respondí.

     Insistió un poco más después de mi corta contestación, pero me dejó ir en cuanto le prometí hablar con él al día siguiente. Ni yo misma me creía lo suficientemente preparada para enfrentar una conversación como aquella, pero era la única forma de sacármelo de encima y encontrarme con la persona que me esperaba en aquel hospital del este de la ciudad.

     Caminé con pesadez hasta la parada del autobús y me puse los audífonos una vez me encontré sentada, tratando de ignorar el sentimiento pesimista que se comenzaba a instalar en la boca de mi vacío estómago. Nunca me habían parecido agradables ninguna de las visitas al Hospital Especial de Seúl, pero no tenía escapatoria, la culpa me obligaba a hacerlo.

     La música a todo volumen en mis oídos no era suficiente para ahuyentar el tipo de imágenes que mi cabeza se empeñaba en presentarme, los cuales solo me provocaban un dolor profundo en el pecho y me nublaban la vista en contra de mi voluntad. Y lo que menos me faltaba era volver a llorar en un lugar público.

     "Resiste, Yunah. Ya casi llegamos", me repetía incesantemente para calmarme y recordar como respirar de la manera adecuada. Solo faltaban dos estaciones más.

—¿Puedo ir a la fiesta de Hyun-mi? Es mañana en la noche —pregunté esperanzada. Mis manos estaban entrelazadas en mi regazo y procuré no subir la vista para que mi tono sugerente le hiciera efecto a mi progenitora.

     —¿Fiesta? ¿No habías dicho que era una pijamada con Yihwa y las demás? —contestó con la vista fija en el puente de Dongho. La voz de algún famoso sonaba de fondo en la radio.

Al ver mi parada, me levanté del asiento y esperé a que el vehículo se detuviera, solo para que un segundo después me encontrara corriendo y dirigiéndome con premura a mi destino: la sección de cuidados especiales.

—Ahh... —titubeé un poco. Me debatí internamente entre decirle la verdad o tratar de enmendar lo que acababa de salir de mi boca con la mentira inicial, pero terminé optando por la opción más viable: suplicar—. Lo siento, mamá. Puede que hubiera omitido el detalle de que era una fiesta, pero sólo vamos a ser unas 10 personas, no más, te lo prometo. En realidad, ni siquiera debería decirse que es una fiesta, es más una reunión, por lo que no deberías preocuparte y...

     —Espera, espera, espera —me interrump mamá. Su mano derecha hizo un ademán de "alto ahí", despegándola así del volante—. ¿Entonces me mentiste y aún así quieres ir?

     —Ya te dije que lo siento, mamá, pero realmente necesito asistir. Seokjin-oppa va a ir y es el chico más popular de tercero, no puedo perdérmelo. —Empezaba a quedarme sin ideas para argumentar, y la mujer de a mi lado no parecía estar cediendo.

Saludé escuetamente a la recepcionista de turno —de la cual no me sabía su nombre pues iba tan pocas veces que apenas me daba cuenta de los cambios de personal—, y le di los datos necesarios para que me dejara pasar a las habitaciones contiguas. Luego de que me diera mi gafete de visitante, desaparecí por el pasillo.

Dysmorphic Charm [jjk] [jhs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora