La mirada de Yunah me mostraba un brillo que no había notado en años. Sus mejillas sonrosadas y rellenas se curvaban acompañando a su sonrisa y creando una ilusión que jamás imaginé presenciar: ¡Yunah tenía cachetes! Y unos muy adorables pues en lo único en lo que podía pensar era en pellizcarlos o en picarlos para molestarla.
"Esperen... Yunah no es cachetona", pensé.
—Me encantaría ir, Hobi —dijo con una voz suave y completamente endulzada—. El arcade es mi lugar preferido, ¿cómo lo supiste?
"Ella nunca me dice Hobi...", seguí.
—Pues ya ves —respondí—, es otro de mis dotes.
Ella acompañó mi risa y se acercó un paso más a mí, aunque llevó ambas manos a su espalda y las entrelazó.
—Muchas gracias por invitarme, oppa —susurró mientras miraba al suelo.
"Primera: Yunah odiaba utilizar el honorífico oppa. Segunda: Yunah nunca agachaba la cabeza para hablarme. Y tercera: ¡Yunah nunca aceptaría tan fácilmente ir al arcade cuando se suponía que estábamos peleados!".
—Hobi... —me llamó Yunah.
La miré y noté que su rostro se había tornado en una mueca preocupada.
—Hobi, despierta.
—¿Qué? ¿De qué hablas, Yunah? —respondí desconcertado. Su imagen comenzaba a verse borrosa.
—Es hora de que te levantes, si no llegarás tarde a la escuela.
—¿Cuál escuela? Yo no voy a ningún lado.
—Hoseok, ya párate —dijo, ahora en un tono más demandante.
"¿Dónde quedaron los diminutivos al llamarme, eh?".
—Jung Hoseok, si no te levantas ahora mismo no alcanzarás el camión que te lleva a la escuela, ¡y no pienso aceptar que repitas otro año!
Como si de magia negra se tratase, abrí los ojos de inmediato —saliendo de mi clara ensoñación— y me levanté de la cama tan rápido que me enredé entre las sábanas y caí de bruces al piso. Aunque mi colchón estuviera pegado al piso el dolor que me provocó el caerme de esa manera me hizo soltar un grito.
—Anda, Hoseok, que ya preparé el desayuno y, si no te apuras, también te irás sin desayunar —sentenció la voz que había sustituido a la de Yunah en alguna parte del bello sueño, o sea la de mi madre. Estaba en el marco de la puerta de mi cuarto y tenía ambas manos puestas en su cadera junto con una ceja levantada en señal de advertencia.
Cuando se retiró, enfurruñada, algo hizo click en mi cabeza y respondí de vuelta mientras trataba de levantarme de nuevo:
—No, omma, con el desayuno no se juega —gemí lastimosamente.
Giré a mi izquierda para dirigirle una mirada llena de odio a mi estúpido despertador viejo por no ser lo suficientemente ruidoso para despertarme y, con mucho pesar pero asimismo rapidez, caminé hasta el pasillo y me interné en el baño: tenía que darme un regaderazo sí o sí.
Fue cuestión de literalmente cinco minutos para que saliera con una toalla anudada a la cadera y el cabello chorreando. No perdí ni un solo minuto más mientras me enfundaba en el uniforme con rapidez y metía tantos cuadernos como podía en mi mochila; me valía qué tipo de materias me tocaran aquel día, solo quería salir de mi casa con el estómago lleno y listo para enfrentar el día que se avecinaba, pues ahora sí tenía que convencer a Yunah de que fuera conmigo al arcade, no como en mi sueño previo.
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Dysmorphic Charm [jjk] [jhs]
Fanfiction❝La comida simbolizaba para mí lo que una manzana del Edén, atracción, seducción, pero siempre tenía el mismo final: la condena.❞ ➥Novel.