57. Amor de antaño (final)

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—¡Ya desperté, mamá! 

     La voz que oí al otro lado del baño mientras me cepillaba los dientes era inconfundible. 

     —Solo déjame lavarme la cara y podemos irn...

     Cuando el picaporte comenzó a girar no tuve tiempo para hacer nada más que atragantarme con mi cepillo y pegarme más la toalla al cuerpo. Segundos después, un Jungkook apenas despertado apareció frente a mí con cabello despeinado, ojos entrecerrados y un simple short.

     Por un segundo el tiempo se detuvo, yo no acababa de salirme de bañar ni estaba con el cabello húmedo cayéndome por la espalda y él no acababa de irrumpir mi sesión de limpieza dental con su presencia inesperada. 

     —¡¿Qué demonios?! —gritamos los dos al mismo tiempo, mirándonos de arriba a abajo y sonrojándonos inmediatamente.

     Jungkook fue el primero en llevarse las manos a la cara y cubrirse los ojos para no incomodarme.

     —¿Si sabes para qué sirve el seguro de la puerta? —preguntó el chico estresado—. ¡Acabo de levantarme! ¿Cómo esperas que me dé cuenta de quién está ocupando el baño?

     —No pensé que alguien fuera a irrumpir mi ritual de lavarme los dientes cuando ya había terminado de bañarme y estaba por salir. ¿Conoces siquiera la regla de tocar antes de entrar a cualquier cuarto? —le respondí de vuelta, dejando caer inevitablemente mis ojos de su rostro a su cuerpo. Técnicamente estaba familiarizada con cada centímetro de su piel, al menos así era cuando tenía 17 años, pero la vista no dejaba de impresionarme.

     "De adolescente ya no tiene nada", pensé en un instante de debilidad, tragando duro y dejando a mi imaginación volar. Cuando caí en la cuenta de lo que estaba pensando, me di una cachetada mental.

     Jungkook dio un largo suspiro. 

     —¿Sabes? En otra ocasión hubiera desaparecido ya por la vergüenza y por mi torpeza, pero mi mamá quiere que la acompañe a trabajar hoy, por lo que necesito asearme —habló con un tono de voz más controlado, aún con las manos fuertemente pegadas al rostro—. ¿Te importaría desocupar el baño rápido? Las disculpas te las daré después porque, si no me apuro, me van a regañar.

     Sus palabras sonaron tan tiernas y a la vez preocupadas —con su cabello desprolijo y un puchero en los labios—, que inevitablemente me hicieron olvidar el enojo que sentía y me obligaron a responder de manera afirmativa:

     —Está bien —concedí, escupiendo lo que me quedaba de pasta en la boca y enjuagando el lavadero con agua—. Pero trata de tocar la próxima vez.

     Con eso dicho, me apresuré a pasar por su lado evitando el contacto piel con piel —la de su torso y la de mi hombro— y corrí sin mirar atrás hacia la que entonces se había vuelto mi habitación.

     Aquel percance a horas tempranas del sábado —casi una semana después de haber llegado a Busan— no podía decir que fuese algo menos que vergonzoso, pero sí bastante común esos días. ¿Cómo podía afirmarlo? Porque Jungkook y yo llevábamos ya bastantes momentos como aquel en lo que teníamos de estadía en la casa de su abuela.

     Al principio, había pensado que la mala suerte se estaba manifestando ante mí como una nube gris anunciando tormenta, pero a la vez, me había dicho que —como todo— debía pasar y no sería eterno. Lamentablemente, con cada día que pasaba y con cada situación incómoda y tensa que compartíamos el chico y yo, comenzaba a pensar lo contrario.

     No solo nos veíamos envueltos en escenarios comprometedores, sino que sentíamos constantemente la tentación crecer entre nosotros, el anhelo de algo que desconocíamos, la pulsión que en algún momento de nuestras vidas nos había regido, pero la misma que ya era historia. Lo era, ¿cierto?

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⏰ Última actualización: May 05, 2021 ⏰

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