23. El trío fantástico

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—Ya está decidido.

     —No, Hoseok. Ya te dije que no vamos a ver una película de Disney —dijo Yunah, harta de la insistencia de Hobi-hyung. Sus brazos se encontraban cruzados sobre su pecho.

     —¡Pero quiero ver a Francesco en el World Grand Prix de Tokio! —gritó Hobi, haciendo pataletas en el sillón.

     —¿A quién? ¿Al italiano? Ahora menos porque no mencionaste a McQueen. ¡¿Quién en su sano juicio elegiría a ese por encima del rayo?! —respondió Yunah igual de fuerte.

     Segundos después, un cojín voló de un lado a otro de la sala —donde todavía estábamos— y, sin darme cuenta de quién había sido el culpable de lanzarlo, la batalla se desató. Uno a uno, todos los cojines decorativos de mi madre surcaron los cielos de mi casa y terminaron en el frío suelo, abatidos, solo para que milésimas de segundo después, alguna de las dos bestias a las que yo consideraba mis amigos se abalanzaran sobre ellos y volvieran a ocuparlos como municiones en medio del campo de batalla.

     Yunah lanzaba desde un escondite que se acababa de inventar —detrás del sillón individual— y cada tanto sacaba un brazo y atacaba para desquitar su ira con Hobi. Mi hyung estaba en la misma situación, pero al otro lado de la habitación, escondido tras la mesa del comedor, aunque él parecía más divertido que Yunah, pues saltaba y reía cada que un cojín lo alcanzaba. Solo me faltaba mi cámara de video para atesorar ese momento, ya que me estaba riendo como nunca, pero aquello se fue por un caño en el momento en el que vi a Hobi comenzar a correr en círculos con Yunah en sus talones, casi tirando un jarrón con grabado chino de mi madre en el proceso. Ahí supe que tenía que ponerles un alto.

     —Woah, woah, woah —dije alarmado y me acerqué hasta su circuito de persecución—. Ya estuvo bueno, cálmense los dos.

     Ellos parecieron no inmutarse ante mi petición y siguieron corriendo descalzos hasta la cocina y de regreso. Entonces tomé dos cojines que estaban abandonados a mis pies y les lancé uno a cada uno. El hecho de haber practicado tiro con arco cuando estaba en la escuela de Busan me dio una ventaja inmensa al momento de atinarles con precisión.

     —¡Auch! Me diste en la oreja —exclamó Yunah, parándose en seco y fulminándome con la mirada.

     —Y a mí en el ojo, Jungkook —respondió Hobi después de ella—. Pero está bien, ya me calmo.

     Tomé aire hondamente, dejando al oxígeno aclarar mis ideas de camino a mis pulmones, y les comenté la opción que consideraba más correcta, tomando en cuenta que, para ese entonces, ya llevábamos veinte minutos juntos y aún parecíamos incapaces de escoger qué ver en la televisión para pasar el rato:

     —¿Por qué no mejor vemos una película de anime?

     —¡Sí! —gritó Hobi-hyung.

     —¡No! —gritó en cambio Yunah, indignada—. Ni se te ocurra poner algo en donde todos griten como gatas en celo, galleto.

     "¿Galleto? ¿Acaso lo decía por el apodo que se había encargado de darme Hobi-hyung, Kookie?", pensé. La risa que soltó el aludido —en mis pensamientos— después del comentario de Yunah fue legendaria.

     —Galleto... —rio Hobi y se dobló de la risa—. ¡Qué magnífico apodo, Yunah-ah! Fue mejor que el que yo le puse.

     Yunah se regocijó discretamente y soltó una sonrisa por fin, olvidándose un poco de la situación anterior, una en la que tratábamos de escoger algo que ver en la televisión como gente pacífica y civilizada (en el mejor de los casos). Yo, en cambio, seguía sin saber si el apodo me agradaba o no. Las galletas me gustaban, sí, pero había pasado mucho desde la última vez que me había permitido comer una sola, por lo que la idea la asociaba más con algo negativo. Una pena, a decir verdad.

Dysmorphic Charm [jjk] [jhs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora