Fifteen

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Esa noche, Loren llegó a su casa tras recorrerse las calles de Queens como si estuviera haciendo una carrera. Debía llegar antes del anochecer. Si no, ya sabía lo que pasaría.

Cuando entró por la puerta principal, se quedó asombrada al no ver a sus padres esperando a que llegara. No estaban. Al menos, no en la primera planta. Era extraño no encontrarlos junto a la puerta, asegurándose de que su hija no volvía ni un minuto más tarde del anochecer.

Sin pensarlo durante mucho tiempo, mandó un mensaje a Peter, dejó su mochila en el suelo y fue hasta la cocina para empezar a preparar la cena. Se puso manos a la obra sin saber que, en ese mismo instante, algo muy importante estaba a punto de pasar en esa misma casa.

***

Spider-Man había visto a Loren entrar en la casa. Fue hasta la ventana de su habitación y esperó a que se encendiera la luz. Pero eso no pasó. No había rastro de la chica. A lo mejor no había subido las escaleras. A lo mejor solo estaba saludando a sus padres antes de ir a su habitación. Sí, podría ser eso. Pero había algo que le gritaba a Peter que eso no era lo que estaba ocurriendo. Había algo extraño, algo que no estaba bien. Como la mayoría de las veces que visitaba a Loren en su habitación.

Spider-Man gateó por la pared de ladrillo y llegó al tejado. Lo atravesó y llegó al otro lado de la casa. Volvió inconscientemente a la misma habitación a la que había ido la vez anterior. La habitación de los padres de Loren.

De nuevo, había dos figuras en medio de la estancia. El mismo hombre que se había quejado la última vez, y la misma mujer que lo había regañado. La madre de Loren. Ese monstruo sin escrúpulos. Con lo poco que había visto, Peter ya la consideraba una persona horrible. Nadie debía hablar a su hija como esa mujer le hablaba a Loren. Lo que Peter no sabía, era que eso solo era la punta del iceberg. Y era un iceberg inmenso.

Acercó la cabeza a la ventana que, casualmente, estaba abierta. Era más arriesgado acercarse tanto, ya que la última vez que los había espiado, la ventana estaba cerrada. Pero le daba igual. Planeaba oír lo que estaban diciendo, sobre todo si el lío en el que esos dos estaban metidos podía perjudicar a su hija.

- Se está impacientando, Bill. Tenemos que darnos prisa.

- Ya lo sé, mujer. Lleva catorce años siendo un loco impaciente –decía el hombre resoplando.

- Bill –dijo ella firmemente-. Tenemos un mes.

El hombre reaccionó y la miró asombrado.

- ¿Qué has dicho?

- Nos ha dado treinta días más para cumplir la misión. Si no lo conseguimos, dará la orden para que tomemos medidas drásticas.

- ¿Qué estás diciendo? ¿Estás loca? –preguntó el hombre asustado.

- Me lo ha dicho él –dijo la mujer con seriedad.

- ¿Cómo que te lo ha dicho él? ¿Es que se ha vuelto loco?

- Son las órdenes. Yo no puedo hacer nada.

- Margaery. Él no tiene ni idea de si Loren es capaz de soportar algo como eso. Es de locos –dijo el hombre malhumorado.

Peter casi pierde el equilibrio. ¿Qué es lo que Loren no podría soportar? ¿Qué demonios planeaban hacer con ella? ¿Y quién demonios era ese "loco impaciente"?

- Bill, piénsalo. Llevamos catorce años intentando que los active, y no hay manera de que lo haga. Ni por las buenas, ni por las malas. El jefe está cansado, quiere de vuelta a esa niñata. Y si no lo hacemos ya, habrá consecuencias.

Euforia - Peter Parker [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora