Thirty

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Después de unos minutos balanceándose, Peter aterrizó en la oscuridad de un callejón y dejó a Loren en el suelo con sumo cuidado.

El cielo empezaba a oscurecer, y ambos sabían lo que pasaría si la chica no llegaba a tiempo a casa. Con suerte para ella, Spider-Man la había dejado justo a una manzana de su puerta.

- Está bien, no te van a hacer nada –dijo él al verla un poco asustada-. Actúa con normalidad, yo estaré aquí en unas horas. Tal vez menos. Mantén la ventana abierta, ¿vale? –ella asintió y él la acercó hacia su cuerpo antes de que se fuera para darle un tierno abrazo.

Esto era nuevo. Sí la había abrazado antes, pero esta vez era diferente. Era como si temiera por ella. Notaba su respiración acelerada con los movimientos de su pecho, y sus manos la apretaban contra sí mismo como si no quisiera soltarla.

- Ve a casa –le dijo cuando se separó de ella-. Estaré observando hasta que entres por esa puerta –le aseguró.

- Gracias.

- Por nada, rubita. Anda, ve –le dijo de nuevo.

Ella se soltó de su agarre y corrió hasta su casa. Abrió la puerta queriendo girarse para volver a mirar a Spider-Man, pero era muy arriesgado. Sus padres podrían darse cuenta.

Entró sin más y, desde la oscuridad del callejón, Spider-Man empezó a sentir cómo la alegría se escapaba de su cuerpo.

Como cada vez que ella se separa de mí, pensó mientras se balanceaba hacia su casa.

Aquella era una sensación extraña. Como antes había dicho la chica cuando estaban en la "base secreta", como ella la había llamado, Peter se sentía como realmente quería sentirse. Era algo complicado de entender para él pero, siempre que estaba cerca de ella, se sentía extrañamente feliz. Y feliz era como él quería sentirse. Después de la muerte de su tío Ben, nada conseguía hacerle sentir tan bien. Excepto Loren.

Sabía que eso significaba algo. No era simplemente su mente jugando con él. Sabía que lo que sentía era real. Lo que no entendía era por qué nadie más sentía nada parecido cuando estaban cerca de la chica. Al parecer, solo él se sentía así.

El problema era que también sentía otras cosas más... diferentes. Nuevas sensaciones. Por ejemplo, le encantaba ver cómo se sonrojaba cuando él se le acercaba más de la cuenta. O, cuando se abrazaban, Peter podía notar que el cuerpo de Loren temblaba ligeramente. Por nervios, suponía. Fuese por lo que fuese, le parecía adorable. Le encantaba que le hiciera preguntas sobre su traje, sus telarañas o sobre los "tíos malos a los que se enfrentaba", como ella decía. Adoraba que se preocupara por él, que siempre pensara en su seguridad antes que en la suya propia. Pero, sobre todo, le encantaba cómo lo miraba.

Con el tiempo, Loren había aprendido que tanto Peter como Spider-Man no iban a hacerle daño. Daba igual con cuál de los dos estuviera, ella sabía que estaba sana y salva.

Peter podía notar eso. Cuando ella lo miraba a los ojos, sentía que se iba a derretir. En más de una ocasión, siendo Spider-Man, había perdido el control cuando ocurría algo como esto. Se olvidaba de donde estaba o de lo que estaba haciendo, y se perdía en su mirada. Ahora que sabía lo que podía ocurrir, agradecía que las pocas veces que había pasado hubiese tenido la máscara puesta.

Era algo extraño de explicar, aunque últimamente ni siquiera quería explicarlo. No quería que lo llamaran cursi o enamoradizo. Aunque, la verdad es que realmente sí que estaba enamorado. Lo sabía, y no se arrepentía en absoluto. Enamorarse de Loren y olvidarse de Liz había sido lo mejor que le había pasado, porque sabía que con Liz no tendría ninguna posibilidad. Con Loren, esperaba tenerlas.

Euforia - Peter Parker [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora