Twenty-four

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Loren intentaba esquivar los charcos de la acera para no mojarse los vaqueros. El domingo había llovido todo el día, y ahora la calle estaba prácticamente inundada.

Metió las manos en el bolsillo de su sudadera e intentó no pensar demasiado en la noche anterior.

Lo que realmente quería pensar era que hoy volvería a ver a Peter. Por fin. No sabía por qué necesitaba verlo con tanta urgencia, solo sabía que lo necesitaba. Aunque fuese en el instituto, tenía que verlo ya.

Pero, sabría cómo reaccionaría cuando la viera. Era totalmente obvio que se asustaría, porque no se esperaba verla así. No esperaba que Loren tuviera un ojo morado porque su padre le había pegado de nuevo.

De nuevo, los recuerdos de la noche anterior pasaban por su mente una y otra vez. Era imposible no pensar en eso.

Recordó decirle a su madre que tenía hambre. Le pidió que si podía tener algo para cenar ese día que no fuesen sus sobras, sabiendo cómo reaccionaría. Su padre, que lo estaba oyendo todo, se levantó del sofá y le dio un fuerte puñetazo en el pómulo. Loren no llegó a desmayarse, pero sintió un dolor muy intenso cuando su padre le pegó. Le ordenaron que subiera a su habitación y que no saliera de allí.

Recordó también que antes de subir las escaleras, su madre se quejó a su padre porque a la mañana siguiente tendría que ponerle maquillaje para que nadie se diera cuenta de que le habían pegado. Lo riñó porque su acción había sido "imprudente" y Loren subió hasta su habitación mientras las lágrimas hacían que la herida de su pómulo le doliera aún más.

También recordó la reacción de Spider-Man cuando, una hora después, entró por la ventana y la vio acurrucada en la cama, hecha un ovillo.

- Hola, bonita. ¿Cómo has estado hoy?

Loren no respondió. Sabía que si movía los labios le dolería el pómulo. Y sabía que su voz sonaría rota, triste. No quería que Spider-Man se diese cuenta de eso. Podría pensar que era débil. Seguro que él recibía cientos de puñetazos más graves, y nunca lo había oído quejarse de nada. Le daba vergüenza.

Pero Spider-Man, como era de suponer, se dio cuenta. Cuando bordeó la cama de Loren y se sentó a su lado, vio que estaba llorando.

- Loren... ¿Qué ha pasado? ¿Te han hecho algo?

Ella solo negó con la cabeza e intentó esconder más su cara entre las almohadas. Sin éxito. Spider-Man vio que su mejilla izquierda estaba un poco hinchada, y tenía un color más oscuro de lo normal. Sabía lo que eso significaba. Dios, sabía lo que estaba pasando. A él ya le habían pegado y había tenido moratones como esos.

Joder.

Peter sintió que la rabia fluía por sus venas. Apretó los puños de tal manera que, de no haber tenido el traje puesto, se habría hecho sangre con sus uñas. ¿Cómo era posible que pudieran hacerle daño a Loren? ¿A ella? Ella no les había hecho nada. Al contrario, nunca los desobedecía. Siempre intentaba hacer todo lo que decían. ¿Por qué demonios le hacían esto?

Peter recordó entonces lo de las medidas drásticas. Lo de la experiencia cercana a la muerte.

No creía que esto fuese a lo que se refería ese hombre del holograma que había visto hacía unos días. Lo que él había dicho parecía ser mucho más grave. Quizá solo había sido un descuido de sus padres. Sabía que nunca le pegaban en la cara, era lógico, para que nadie se diese cuenta de que la maltrataban. Puede que, en este caso, a su padre se le hubiese ido la situación de las manos.

Literalmente.

Peter, inconscientemente, se levantó de un saltó de la cama y caminó a paso decidido hasta la puerta de la habitación de Loren. Si ellos le daban una paliza, entonces él se encargaría de vengarla. Pero Loren vio sus intenciones y lo interceptó. Se puso rápidamente entre él y la puerta, tropezando un poco en el proceso debido a lo rápido que se había levantado de la cama.

Euforia - Peter Parker [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora