Forty-one

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Habían pasado aproximadamente cuatro meses desde aquella noche en la que los padres de Loren fueron trasladados a esa vieja estación de trenes abandonada en la que nadie los buscaría.

Loren no se dignó a visitarlos ni una sola vez. Ni siquiera quería recordar que estaban ahí encerrados.

Era Peter quien les llevaba algo de comida y agua para unos cuantos días, lo suficiente para que pudieran sobrevivir. A los pocos días volvía para comprobar que todo estaba en orden y traía más provisiones. Comprobaba que las cadenas que los mantenían sujetos en la habitación de la que nunca salían estaban en buen estado para que no pudieran escapar. Más veces de las que podía recordar, Peter había intentado sacarles algo de información relevante sobre el estado de Loren, sobre las cosas increíbles que podía hacer.

Al principio creía que esos dos locos no tenían ni idea de lo que hablaban. Creía que simplemente seguían las órdenes de otro hombre aún más loco, si cabe, sin siquiera cuestionar por qué lo hacían. Pero resultó que sabían mucho más de lo que parecía.

No solo sabían que se suponía que Loren iba a desarrollar una serie de habilidades especiales que ellos llamaban poderes, también sabían exactamente cuáles eran esas habilidades. Pero siempre se negaban a explicar por qué tenía esos poderes.

- No estamos autorizados a decírselo, es el amo quien debe hacerlo –decía su madre automáticamente cada vez que Spider-Man preguntaba, como si tuviera esas palabras grabadas en su mente después de haberlas memorizado.

- ¿Quién es el amo? –preguntaba Peter intentando seguirles la corriente.

- Su verdadero padre –contestaba Bill Fleming.

- Eso ya lo sé. ¿Quién es su padre?

- Su padre es el amo –contestaba la mujer con una sonrisa divertida.

- ¿Y su madre? –volvía a preguntar Peter poniendo los ojos en blanco. Ellos simplemente se encogían de hombros y resoplaban aburridos de tantas preguntas.

Teniendo en cuenta que estaban encerrados, casi malnutridos, sin moverse de su posición ni una sola vez debido a las cadenas, y sin haber visto la luz del sol en una eternidad, parecían estar bastante más tranquilos de lo imaginable.

Ella siempre tenía esa actitud superior, incluso aunque estuviera muriéndose de hambre. Siempre actuaba con soberbia, no iba a dejar que ese superhéroe estúpido creyera que era vulnerable.

El hombre, en cambio, ya no se mostraba tan poderoso. Había perdido peso y la mugre que cubría su rostro y su ropa le hacía ver mucho menos intimidante de lo que antes era. Ahora, a Peter le costaba creer que este hombre pudiera pegarle una paliza a alguien. No en ese estado.

Con el paso de las semanas, había dejado de intentar sacar información cada vez que los visitaba. Simplemente los alimentaba para que aguantaran hasta que Loren decidiera hablar con ellos.

Desde que todo acabó, Peter entendió que le iba a costar mucho que Loren accediera a verlos. Pero estaba siendo mucho más difícil de lo que creía.

Loren ni siquiera quería poner un pie en la estación de trenes, no sabiendo que sus padres estaban ahí. Aún seguía horriblemente asustada. Nunca hablaban de ellos, nunca mencionaban sus nombres ni hablaban de nada que tuviera que ver con ellos.

Peter seguía teniendo la esperanza de que poco a poco, quizás en un par de meses más, Loren pudiera empezar a superar ese trauma. Sabía que era mucho pedir, más aún cuando él ni siquiera había experimentado lo que ella había sufrido viviendo bajo el mismo techo que esas dos personas.

Euforia - Peter Parker [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora