Thirty-eight

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- ¿Necesitas que te acompañe arriba? –decía May desde el asiento del conductor

- No hace falta, gracias. Solo tardaré unos minutos –respondió Loren bajando del coche y rodeándolo, caminando en dirección a la puerta de su casa.

- No hay prisa, cariño.

May apagó el motor y esperó tranquilamente mientras Loren entraba en la que había sido su casa durante unas pocas semanas con un nudo en el estómago.

Hacía apenas doce horas que había sufrido un terrible accidente provocado por sus padres en esa casa. Accidente que, además, parecía haberle hecho activar una especie de poderes que hacían que sus ojos se encendieran. Era una completa locura. Pero lo que más le asustaba no era lo de sus ojos, ni lo de sus poderes. Lo que más la aterrorizaba era que estaba a punto de entrar en esa casa, con sus padres encerrados dentro.

Sabía que ahora estaba fuera de su control, y que ya no podían manipularla más. Pero no podía evitar pensar en lo que pasaría si se escaparan de ese sótano. Además, no iban a quedarse ahí para siempre, ¿verdad? Tendrían que visitarlos en algún momento, llevarles comida y agua. Tampoco podían matarlos de hambre, por muy malos que fueran. Necesitaba hablar de eso con Peter.

Se apresuró y preparó una maleta pequeña con la ropa suficiente para una semana. Cogió las pocas cosas que necesitaba, se cambió de ropa y volvió al coche de May sin dirigir la mirada a las escaleras que daban al sótano.

- ¿Estás lista? –Loren asintió y subió en el asiento del copiloto-. Pues vamos a casa.

***

Peter se moría por verla. Ahora que Loren sabía su secreto, más ganas tenía de estar con ella. Sentía que ahora ya no tenía que fingir cosas que no eran reales, o inventar excusas absurdas para disimular que era Spider-Man. Ya no habría más secretos entre ellos dos. Y si eso salía bien, quizás la relación que Peter quería empezar con ella también funcionara.

La noche anterior le había confesado sus sentimientos siendo Spider-Man, pero luego ella supo su verdadera identidad y no volvieron a hablar del tema. Solo se abrazaron igual que siempre. Y ahora Peter empezaba a pensar que, al no haberle respondido cuando le dijo lo que sentía, quizás ella no sentía lo mismo que él.

Era muy probable. Peter nunca antes le había gustado a alguna chica. Siempre era él quien se quedaba embobado mirando a Liz en el instituto. ¿Por qué ahora una chica tan impresionante como Loren iba a empezar a sentir algo por él?

Si es verdad que había cosas que hacía Loren en presencia de Peter que le hacían pensar cada vez más que, quizás, podría tener alguna esperanza. Pero no quería darse falsas ilusiones. Esta noche volvería a ponerse el traje y se volvería a colar por la ventana de la habitación del hospital para hablar con ella. No, hablar no. Preguntárselo.

Tienes que ir directo al grano, Peter. Ya sabes que Loren no es buena con las indirectas.

Ya lo tenía decidido. Esa noche iba a saber la verdad.

Los latidos de su corazón aumentaban de velocidad cada vez que se imaginaba esa situación. Incluso, se le escapaba alguna sonrisa.

- ¿Otra vez pensando en Loren?

- ¿Eh? –se sobresaltó Peter.

- Tío, ella está bien. Deja de preocuparte. Además, May seguro que está con ella –le dijo Ned mientras salían del instituto y caminaban en dirección a la estación de tren.

- Yo no estoy preocupado –dijo él intentando aparentar tranquilidad.

- Ya, lo que tú digas.

Euforia - Peter Parker [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora