Thirty-four

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Peter se balanceaba por la ciudad lo más rápido que podía.

¿Por qué estaba pasando esto ahora? ¿Por qué no se había dado cuenta? Lo tenían todo preparado, estaba todo controlado. ¿Qué había ocurrido para no haberse dado cuenta de lo que acababa de pasar?

Estúpido. Eres un estúpido, Peter. Tendrías que haberte dado cuenta. Como le pase algo por tu culpa... se decía a sí mismo una y otra vez.

Llegó hasta una azotea que había a unas manzanas de la casa de Loren. Sabía que ella estaba ahí, pues Ned lo había visto en los monitores de la guarida.

- Eh, Ned –dijo-. Soy Spider-Man –con suerte, su voz cambiaría un poco al tener la máscara puesta y Ned no se daría cuenta de que prácticamente tenía la misma voz que Peter. Aunque nunca nadie se había dado cuenta antes-. Necesito que me ayudes.

- Oh. S-señor Spider-Man. Es un placer hablar con usted. Dígame qué debo hacer.

- Necesito que sigas mirando las pantallas y que me digas todo lo que puedas sobre lo que ocurre dentro de la casa donde está Loren –explicó-. También necesito que me digas cuántas salidas hay en la casa y a dónde llevan. ¿Puedes hacerlo?

- Claro. Puedo conectarme al satélite y verlo desde aquí.

- Wow. De acuerdo. Como sea. Pero necesito saberlo cuanto antes. Seguiremos en contacto, Ned

- ¡S-sí, señor! –exclamó-. Qué guay, esto es como ser el tío de la silla –murmuró.

***

Loren estaba aterrada. Sus padres la habían bajado al sótano en cuanto habían llegado a casa.

No entendía nada. ¿Por qué hacían esto ahora? No tenía sentido. Además, su madre nunca bajaba ahí. Siempre era su padre quien... hacía lo que solía hacer.

Loren estaba a punto de echarse a llorar. Odiaba ser tan débil, pero realmente estaba aterrada. Conocía a sus padres, y sabía de lo que eran capaces. O eso creía.

- Niña, ven aquí –dijo su padre desde la otra punta de la habitación.

El sótano estaba oscuro. Solo había una bombilla en el centro que colgaba de un cable viejo, pero casi no alumbraba.

Loren no se atrevió a caminar hasta él.

- Te he dicho que vengas aquí, estúpida –dijo. No había gritado. Ni siquiera tenía cara de monstruo, como siempre. Al contrario. Parecía, incluso, que estaba cansado. Como si no quisiera estar en ese sitio, al igual que ella.

Loren dio unos pasos en su dirección. Sus piernas temblaban como gelatina.

Su madre, que estaba al lado de él, apartó una vieja estantería que había en la pared, dejando ver una especie de puerta. ¿Esa puerta siempre había estado ahí?

Loren se había quedado a medio camino, así que su padre la agarró de la muñeca con fuerza y la empujó hacia él con un solo movimiento.

Al hacerlo, se oyó un crujido espeluznante y Loren gritó con lágrimas en los ojos. Bill le había roto la muñeca.

- Cállate, idiota. Eso no es nada comparado con lo que vas a sufrir –masculló su madre. Abrió la puerta con un poco de esfuerzo, ya que las bisagras estaban algo oxidadas, mientras la niña apretaba suavemente su muñeca rota contra su pecho-. Entra –volvió a decir su madre cuando abrió la puerta por completo.

Loren negó con la cabeza sin atreverse a mirarla.

La mujer respiró hondo y le hizo un gesto al hombre, que la miraba confundido. Asintió con la cabeza y le dio permiso para hacer lo que estaba a punto de hacer.

Euforia - Peter Parker [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora