CAPÍTULO 1

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Todo comenzó cuando tenía 18 años de edad y cursaba el último año de preparatoria. Recuerdo que en ese entonces todo estaba perfectamente bien, todo parecía tan sencillo. Estaba tan inmersa en mi mundo, lleno de cosas que yo quería, o bueno, creía que quería; Ahora pienso que tal vez sólo era una burbuja, una que, posteriormente, se reventó.

Estrepitosamente.

Risas. Recuerdo risas.
Esa noche todos reían, ¿Por qué reían? Tal vez era a causa de alguno de los chistes malos que contaba el poderoso padre de mi novio a sus socios, chistes que todos fingían siquiera entender. O tal vez por culpa de Rebecca, su madre, que contaba otra vez la historia de cómo Bennett se le había declarado con aquel hermoso anillo que poseía un diamante de veinte quilates, y las señoras se reían para enmascarar la envidia.

Todos ahí parecían usar máscaras. Ya fueran sonrisas, halagos, joyas, vestidos o relojes muy caros. Escondiéndose en aquellas personalidades de personas de alta sociedad.

Incluída yo.

Mi máscara tal vez era aquella copa de champagne que llevaba en la mano, la cual ocasionalmente acercaba a mis labios. Un intento de mostrar a los demás que participaba de la fiesta.
Alejada de las conversaciones de los demás, ajena al entorno, con la mirada perdida entre las masas. La música tal vez era lo único presente que llegaba a ser de interés para mí, una melodía realmente bella interpretada por una mujer y un arpa.

Una carcajada en especial distrajo mi atención, Sabrina.

Mi mejor amiga se encontraba casi al otro extremo del salón, con Alexander, su novio, que la estaba envolviendo entre sus brazos. Lucía aquel bello vestido color oro que se había tardado horas en escoger, y yo había pasado todo ese tiempo con ella.

Yo me había decidido rápidamente por un modelo negro, largo y elegante.

Te he estado buscando —susurró alguien en mi oído, bueno, no cualquier alguien

James.

Creí que estabas con tu padre y sus socios —le dije cuando entrelazó sus brazos alrededor de mi cintura por detrás de mí

He logrado escapar mientras papá les contaba el chiste de golf

Bingo, pensé.

¿No se molestará?

No si ve que estoy contigo

Claro, no conmigo.
Porque sus padres me aprobaban. Me consideraban lo suficientemente educada y amable para adaptarme al radar social de sus hijos. Pero, aunque eso sonara mal, los White siempre habían sido de lo más buenos conmigo.

Te he visto hablando con la señora Arrington

Oh, me contaba el esfuerzo que se requiere para hacer que su esposo salga del bar que tienen en casa —le dije. Se rio

El señor Arrington es agradable

Al parecer ella no piensa lo mismo. Siempre lo está viendo con desprecio

¿Así que así has pasado la noche? ¿Viendo cómo se ven un par de adultos mayores que llevan casados desde el siglo pasado? —ahora fue mi turno de reír

Pues siento que no hay mucho que hacer. Al menos no cuando no estás conmigo

Siempre era igual. Las galas que ofrecían sus padres para celebrar logros en su empresa eran la oportunidad que tenía el señor White para entrenar a su sucesor, James. Así que lo robaba casi toda la noche. Yo sabía que a James le importaba en serio, pero, aunque no lo dijera en voz alta, siempre se aburría.

Lo siento —hizo una mueca— Ven —se posicionó a mi lado y me ofreció su mano. Yo la tomé

Nos condujo a la mesa en la que se encontraba la fuente de chocolate y el champagne.
Sonreí, sí, eso tampoco estaba tan mal.
Tomó una fresa en perfecto estado y la bañó con el líquido marrón que hacía agua mi boca, luego me la ofreció. Abrí la boca y le di una mordida algo pequeña, deleitándome. Luego él se la terminó.

¿Has visto a mi hermana?

Está con Alex por allá —le dije señalando con la cabeza a donde se encontraba

James y Sabrina eran mellizos. Unidos, aunque se peleaban de vez en cuando. Yo la conocí a ella primero, cuando teníamos 13 años e íbamos a otro instituto, nos llevamos muy bien desde el principio, era, y sigue siendo una persona de lo más alegre, algo impredecible, siempre leal, hemos pasado por muchas cosas juntas, tenemos muchas cosas en común, y, con el paso de los años, su hermano se volvió una de ellas.

Me enamoré de James White cuando tenía 15 años.

Después de que Sabrina se volvió mi mejor amiga, pasábamos cada vez más tiempo juntas, me presentó a su hermano cuando llevábamos un par de meses conociéndonos. No fue un secreto que desde ese momento creí que era bastante atractivo, pero nada más. Él tenía nuestra edad, pero no coincidíamos mucho en el instituto, salvo cuando yo visitaba su casa.
Empezamos a acercarnos muchos años después, cuando estábamos un poco más grandes y él comenzó a ponerme atención.
Desde entonces fuimos amigos y siempre compartimos los mismos amigos, así que nos hallábamos en el mismo grupo la mayoría del tiempo. Y cada vez comenzaba a llamarme la atención un poco más.
Las cosas comenzaron a cambiar cuando teníamos 15, él siempre estaba rondando cerca de mí, era muy lindo y amable, pero para mí todo eso era nuevo, no sabía qué hacer, así que no le mostré mucho interés, a decir verdad. Sabrina siempre fue un factor importante en nuestra relación, desde entonces nos hacía comentarios para insinuar que nosotros nos gustábamos, pero nunca admitimos nada. Seguimos en ese punto durante todo un año, poco después de mi cumpleaños número 16 al fin se me declaró, y obviamente le correspondí. Me pidió que fuera su novia un par de meses después, cuando ya habíamos estado saliendo frecuentemente. Y desde entonces hemos estado juntos.

Él es... Perfecto. Me quiere, estoy absolutamente segura de que está bastante enamorado de mí, lo sé por la manera en que me mira. Es detallista y un caballero. Me conoce demasiado bien y las cosas entre nosotros siempre han sido sencillas. Soy feliz a su lado, y le quiero.

¿Quieres otra? —su voz me hizo salir de mis pensamientos

¿Tienes que preguntarme? —me reí

Claro que no —rodó los ojos divertido y me dio una fresa más— ¿Lista para mañana?

Claro que sí

Ese día se acababan las vacaciones de invierno, así que volveríamos al instituto al siguiente.

¿Irás con Sabrina o conmigo?

Mamá me ha ofrecido el coche si quiero usarlo para irme al instituto —le dije mientras limpiaba mis labios con una servilleta

No es necesario —se encogió de hombros— Tu madre se enfadaría mucho si le hicieras algo a su querido auto. Te veré por la mañana —me guiñó el ojo. Era cierto, pero me gustaba pensar que ella confiaba en mí

Debería practicar el manejo un poco más, debo valerme por mí misma en algún momento

Pero justo ahora no

No es que no me guste tenerte de mi chófer personal... Pero me siento algo... No lo sé, todos en el instituto conducen, y yo aún tengo que esforzarme por estacionarme de manera correcta. Y no hablemos de recordar las veloci... —me interrumpió estrellando sus labios contra los míos

Sonreí y le correspondí, mis ojos se cerraron y dejé que me tomara por la cintura.
Sabía a fresas con chocolate, Dios.

Te quiero

Fueron sus palabras al separarnos.
Y sí, tal vez ese fue el problema.

Siempre esperaba más.

Te quiero —le dije, como siempre, con una sonrisa.

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SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora