EPÍLOGO

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2,961 días después...

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Eli, ¿Has visto mi móvil? —pregunté alzando un poco la voz desde la sala, mientras movía los cojines de un sofá

No hubo respuesta.

Verifiqué debajo de los sillones, en la mesa en centro, incluso dentro del piano y detrás de los portaretratos con fotos familiares que teníamos sobre una repisa. Nada.
Había buscado en cada rincón de la casa ya.

Me pasé la mano por el cabello y fui a la cocina, en donde sabía que mi hija estaba.
Se hallaba sentada, iluminando un dibujo de un libro para colorear.

Eli, ¿Sabes en dónde he dejado mi teléfono?

Dirigió sus pequeños ojos azules a mí por un par de segundos, luego los retiró.

No, mamá

Mala jugada. No podía mentirme, no cuando ya se había delatado mirándome inocente con el par de ojos que yo conocía a la perfección, no, esos dos a mí no eran capaces de engañarme. Era un poco injusto para ella que, al nacer, yo le llevara ya esa ventaja.

Mary Elizabeth... —me coloqué las manos en la cadera— Sabes que no está bien mentir

No sé en dónde está, mami

Otro mal paso. Sólo me llamaba así cuando pretendía obtener algo o necesitaba verse angelical.

Pues claro, una niña de 7 años sólo tiene una limitada capacidad para mentir.

¿Entonces qué es lo que me estás ocultando?

Ambas oímos la puerta principal abrirse y le eché mi mirada más severa.

Era fácil verme autoritaria ante una niña, pero, en realidad, me sentía absolutamente patética. Años de práctica y aún así no lograba engañarme ni a mí misma.

Ella sonrió con cierto alivio, pues claro, su vía de escape había llegado.

La puerta de la cocina se abrió y Harrison me miró como si pretendiera saludarme con toda la miel del mundo por un segundo, luego pareció notar mi falsa seriedad y dirigió sus ojos a Eli.

¿Nos ha atrapado? —preguntó con éstos bien abiertos. Nuestra hija asintió

¿Qué es lo que me ocultan? —ahora le demandé a él

¿Por qué no vas a la sala? —le dijo a ella con suavidad, sonó a "Escapa mientras puedas"

Ni siquiera se llevó su libro o los crayones, sólo huyó lo más pronto posible.

Hola, amor —me sonrió con inocencia y se acercó a mí para darme un beso. Pero no lo dejé

Si no me dices la verdad... —lo fulminé mientras pensaba en algo bueno— Dormirás en el sillón hoy

Mi esposo soltó una carcajada y fue imposible que yo no sonriera también unos segundos.

Harrison...

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora