Al siguiente día desperté siendo sacudida por la abuela.
—Niñas, el desayuno está listo
Oh, cierto, estaba en la cama de Scarlett.
Había adquirido ese hábito a raíz de lo ocurrido el mes pasado. No me sentía del todo cómoda durmiendo sola, así que iba a la habitación de Scarlett en medio de la noche y me tumbaba a su lado. Mi madre y la abuela creían que era porque me gustaba cuidarla, y sí, pero, en realidad, lo hacía más por mis propias necesidades.
Ese no había sido el único cambio en nuestro hogar.
Al principio, Scarlett tuvo algunos problemas al regresar a la escuela, sus maestros habían comunicado a mamá que mi hermanita no era tan participativa, tampoco ponía mucha atención a las clases y se había aislado de los otros niños, los cambios en ella eran notorios. Primero se nos aconsejó tratar de apoyarla en casa, hicimos el esfuerzo de cumplir con todas las cosas que hacía la tía Nat por ella, pero no se le veía igual de parlanchina o animada que siempre. Así que había estado viendo a la psicóloga infantil, eso sí pareció ayudarla de poco en poco, aunque todavía no la convencíamos de volver al ballet.
La abuela seguía viviendo con nosotras indefinidamente, ni siquiera tocábamos el tema de su partida. Yo comenzaba a creer que lo mejor era que ya no se fuera, no sólo me preocupaba por nosotras, sino también por ella, debía aceptar que a pesar de ser independiente y fuerte, era ya mayor, estaba bien de salud, pero vivir tan lejos no era lo óptimo. En los momentos difíciles era ella quien nos sacaba a flote a mamá y a mí, en aquellas circunstancias en serio necesitábamos de su carácter.
Mamá iba menos al trabajo, y sí, estaba pendiente de nosotras, parecía llevar bien las responsabilidades extras como ir a hacer la compra, recoger la ropa de la lavandería, recordar pagar los recibos mensuales de luz, agua y todas esas cosas, incluso se había dado a la tarea de buscar a alguien que nos hiciera la limpieza, pero, mientras no encontrara a nadie, las tareas nos las repartíamos. En fin, mamá llevaba bien todo aquello, pero se veía agotada aún, la chispa que adquiría en presencia de la tía Nat parecía haberse extinguido, no se le veía reír nunca y, cuando sonreía, se notaba aún más triste.—Quiero verlas abajo en cinco minutos —declaró mientras abría las cortinas y dejaba entrar la luz de sol, luego se fue
Scarlett se paró y fue en dirección al baño sin decir palabra.
Me levanté y fui a mi habitación, cepillé mis dientes y trencé mi cabello, me puse una bata sobre la pijama. Verifiqué mi teléfono, tenía un mensaje de Harrison."Hoy cuido a Zoey, ¿Tienes oportunidad de venir?"
Dejé allí el móvil y bajé.
Mamá estaba sentada en la mesa y se llevaba una humeante taza de café a los labios mientras examinaba un libro de su editorial, "El Invierno Perdido", se leía en la portada.—Buenos días —dije mientras tomaba asiento
—Buenos días, querida
Scarlett también hizo acto de presencia y tomó asiento a mi lado.
—Hola
—He ido a la pastelería por donuts, para el postre. Traje las que son rellenas de jalea de fresa, tus favoritas —le dijo la abuela. Mi hermana sonrió, pero no dijo nada
Desayunamos las cuatro y, como siempre, quien hacía la conversación era la abuela, las demás nos limitábamos a abrir la boca sólo cuando era necesario o no nos quedaba opción.
La abuela sacó la caja de las rosquillas y yo estaba babeando por comer la que tenía glaseado blanco y trocitos de chocolate arriba cuando mamá me dio una noticia.
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SIEMPRE FUISTE TÚ
RomanceViolet Moore, una chica que todos creen "Perfecta". Cuya vida es "Perfecta". Desde el novio perfecto, la mejor amiga perfecta, la familia perfecta, los amigos perfectos, hasta la casa perfecta, el auto perfecto, la ropa perfecta, las calificaciones...