Debo admitir que me tomó algo más de diez minutos estabilizarme por completo. Después, tres más obligarme a mover los pies para dirigirme al aula. Luego, otros dos mentalizarme para entrar. Entrar, verlo sentado allí y no revelarles a todos mediante lágrimas que acababa de romperme el corazón.
Pero Harrison no estaba allí.
Y no estuvo en ninguna parte el resto del día.
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Por el receso, Hailey me preguntó sobre la razón de mi huida de la fiesta, la noche anterior.
Quise decirle todo, quise contarle lo mágico que había sido el momento, lo maravilloso que se sintió besar al chico que tanto anhelaba mi corazón, quise explicarle, con todos los detalles, cómo, por un minuto, había sentido que existía algo real entre él y yo, cómo, por un minuto, tuve esperanzas.
Pero aquello se había ido, no, él se lo había llevado, con mis deseos, esperanzas y anhelos, mi corazón.Así que terminé negando con la cabeza.
—Tu texto decía que habían pasado muchas cosas... —me recordó, mordiéndose el labio inferior. Dylan, sentado a su lado, nos miraba con expresión preocupada
Dolía tanto, mi pecho dolía tanto.
—Al parecer no fue nada
Luego de eso, ya no insistieron. No porque me creyeran, sino porque sabían que no quería hablar de aquello y que probablemente les explicaría después, cuando dejase de quemarme la garganta al intentar decir en voz alta que Harrison no me quería.
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Pero no dejó de doler, Dios sabe que no lo hizo.
Logré evadir a mis amigos, ellos respetaron mi decisión de no querer hablar sobre mi pésimo estado de ánimo, pero mi familia no.
—Llegué —dije luego de cruzar la entrada de mi casa
La tía Nat y mi madre estaban sentadas en el sillón, tenían alrededor de ellas un montón de libros de la editorial que dirigía mamá, estaban examinando las portadas, al parecer.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó mi tía mientras se volteaba a verme. Evadí su mirada mientras pasaba a su lado, con dirección a las escaleras
—Bien —mentí, intentando escapar rápidamente
Hubo silencio, realmente creí que me dejarían ir, porque subí los primeros dos escalones.
—¿Violet? —preguntó la voz de mi madre. Me detuve, soltando un suspiro— ¿Quieres sentarte con nosotras?
Por alguna razón eso me empañó la visión. Me estaban dando a elegir, podía hablar con ellas, sólo si quería, o irme, no iban a presionarme.
Me quedé en mi sitio unos segundos, intentando no llorar, luego me di la vuelta. Regresé a la sala, dejé mi mochila en la alfombra mientras ellas hacían libros a un lado, para que pudiese sentarme en el lugar de enmedio.
—¿Qué ocurrió, cariño? —preguntó mi tía mientras colocaba una porción de cabello detrás de mi oreja.
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Les conté todo. Así que no fue ningún secreto la razón por la que estuve la mayor parte del fin de semana llorando en mi habitación, estuvieron conmigo a ratos, dándome privacidad para lamerme las heridas.
Scarlett fue otro asunto, ella desistió un poco más.
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SIEMPRE FUISTE TÚ
RomanceViolet Moore, una chica que todos creen "Perfecta". Cuya vida es "Perfecta". Desde el novio perfecto, la mejor amiga perfecta, la familia perfecta, los amigos perfectos, hasta la casa perfecta, el auto perfecto, la ropa perfecta, las calificaciones...