CAPÍTULO 61

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Tardé una semana más en decidirme a ir a Ignite.

Cada vez que lo había visitado, se le había visto confiado en sí mismo, como si, al verme, por su mente pasara "Ya sabía que volverías".

Pero aquel viernes, cuando Harrison me vio ingresar al club, se congeló de la sorpresa. Bajo otras circunstancias, eso me habría hecho sentir satisfecha, pero no pude disfrutarlo porque el fantasma de la última vez que hablamos me exigió respetarlo.

Estaba sentado encima de la barra mientras fumaba un cigarrillo, ya una vez lo había visto así. Lo raro allí era Kat sentada en un banco, a poca distancia de él, tenía algunos papeles y una calculadora, parecía concentrada, tal vez por eso no lo estaba regañando por fumar dentro de un lugar en donde estaba prohibido, como era su costumbre.

Me acerqué con pasos que debían verse decididos en el exterior, pero, por dentro, deseaba correr lejos.
Eso le dio tiempo a él de recuperar esa máscara de indiferencia y poco interés.

Hola

La chica con tres nombres alzó la cabeza y se volteó a verme con expresión de que me quería cinco metros bajo tierra. Por primera vez, logró intimidarme.

¿Qué demonios haces aquí? —soltó el bolígrafo con el que escribía

Vine para hablar —no la miré a ella cuando lo dije

Ya, claro, porque todo se trata de lo que tú quieres, ¿No? —aquello me desconcertó— ¿No se te ha ocurrido pensar que Harrison ya no quería volver a verte jamás en la vida?

Tragué saliva. Era hostil, pero, hasta cierto punto, honesta.

¿Eso es lo que quieres? —le pregunté, preparándome mentalmente para la respuesta

Y no era la única que exigía una, Kat lo miró con presión y urgencia para que me pidiera que me fuera.

¿Sabe tu novio que estás aquí? —su voz era fría y cortante

Quería probarme, quería saber si, así como había omitido cosas con él, le estaba ocultando también otras a James. Y me sentí sólo un poco bien al saber que ya no tenía que preocuparme por eso, que le daría la respuesta contraria a la que esperaba oír.

Sí, James lo sabe

Kat se bajó del banco, notablemente enfurecida.

Si él deja que lo manipule y se salga con la suya, bien, es su problema. Pero tú, Harrison, no vas a permitírselo —aquello colmó con mi paciencia

¿Y tú desde cuándo me conoces para afirmar que soy así? ¿Manipuladora? ¿Según tú, qué es lo que intento obtener de Harrison?

Lo mismo que has hecho siempre, destruirlo y correr de nuevo a tu cuento de hadas con el príncipe que parece ciego —me espetó

Ella no había estado allí hace tantos años, así que su opinión ante nuestro pasado no me importaba ni me hería.

Decídete, ¿Soy Cenicienta o una villana? —me crucé de brazos

Eres una... —nunca llegué a escuchar la palabra con la que me iba a insultar, porque Harrison intervino

Ya, basta —ambas lo miramos. Apagó el cigarrillo contra un pequeño contenedor en la barra y lo dejó allí antes de bajarse de un salto— Ven conmigo —no nos miró, pero supimos que me hablaba a mí. Me lo confirmó el hecho de que Kat me mirara intensamente molesta

Seguí a Harrison escaleras arriba hasta su piso. Sus otros tres amigos estaban en el balcón, sentados y bebiendo con una radio ocupándose de la música de fondo, no se dieron cuenta de nuestra presencia.
Me pregunté porqué él había preferido estar abajo con Kat, en silencio, viéndola hacer cuentas, en lugar de arriba con ellos.
Se adentró en el pasillo que yo no conocía, en donde estaban las puertas de las habitaciones. Abrió la segunda y la cerró tras nosotros.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora