CAPÍTULO 64

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Sería fácil si existiera un interruptor.
Sería más fácil si nuestro corazón no se enamorara sin pedirnos permiso.

¿Lo sería si yo hubiera tomado decisiones distintas?

Si Wayfarer me hubiera dejado seguir siendo compañera de Sabrina en el laboratorio.
Si nunca hubiera tenido la oportunidad de conocer de cerca a Harrison.
Si no nos hubiéramos hecho amigos.
Si no hubiéramos compartido momentos.
Si no nos hubiéramos dedicado miradas.
Si mi corazón no hubiera comenzado a acelerarse en su presencia.
Si sus ojos no se hubieran convertido en mi debilidad.

Sería más sencillo, sí.

Pero yo no sería la misma.

Y tampoco estoy segura de que sería feliz.

Esos momentos robados que habíamos tenido las últimas semanas me condujeron a la noche anterior. A uno de los peores dolores que sufrí jamás.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasar de nuevo? ¿Por qué no fui capaz de evitarlo? ¿Por qué se sintió así cuando él se fue?

Ni siquiera cuando nos despedimos años atrás, y yo estaba a punto de subir a un avión que nos alejaría miles de kilómetros, me sentí así de vacía.

¿Por qué Harrison Brookes era tan difícil de olvidar?

¿Por qué Violet Moore su corazón no podía controlar?

⚫~•⚫•~⚫

Ignite se veía sombrío. Su luz habitual era opacada por el fantasma del dolor, ante mis ojos.
La ilusión de nuestras siluetas en la pista de baile, de una Violet hundida en el remordimiento y un Harrison a punto de besarla, fueron punzadas en mi corazón. Kenopsia.

Recorrí el camino hasta la puerta que conectaba a las escaleras, estaba... Extrañamente calmada.

Las cosas habían pasado, ambos las habíamos permitido, ahora tocaba ser valientes y hablarlo.

Me sentía capaz de hacerlo, porque, así como había sido capaz de casi besar a alguien que no era mi novio, debía serlo para confrontar a esa persona.
Lo difícil era enfrentarme a mis sentimientos.

Subí de tanto en tanto, admitiendo que tal vez sí estaba un poco nerviosa.
Porque no tenía ni idea de qué iba a decirle.

El apartamento también estaba en silencio, no habían luces encendidas.
La puerta del balcón estaba abierta y eso brindaba iluminación, además de la vista a una silueta que me fue fácil reconocer.

Estaba fumando, tenía la mirada algo perdida, o tal vez muy concentrada.

Me dieron ganas de llorar. Caminé allí y me recargué en el marco de la puerta, el día era frío, no me apetecía mucho estar afuera.

Me vio de reojo solamente y dejó escapar el humo pacíficamente.

¿Te molesta?

Levantó unos centímetros su cigarrillo.

No

¿Por qué dejé de respirar cuando habló?

¿Cuándo comenzaste a hacerlo?

Se tomó su tiempo en contestar.

Segundo año de universidad

¿Y por qué?

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora