CAPÍTULO 20

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Al siguiente día, cuando desperté por la alarma de Sabrina, me dolían los ojos, seguramente los tendría hinchados. Ella ya no estaba en la cama, sino frente al espejo maquillándose para el instituto.

¿Qué hora...? —bostecé— ¿Qué hora es?

Temprano

Tu alarma apenas sonó, ¿Qué haces despierta ya? me senté. Se encogió de hombros sin mirarme

El tiempo que tardé en arreglarme también, ella lo dedicó a mirarme cuando creía que no me daba cuenta. En una ocasión incluso aventuré a preguntar...

¿Pasa algo?

Desvió la mirada con recelo.

¿A ti te pasa algo? alzó una ceja. Mis cejas cayeron confundidas

No —ya, claro, minutos atrás me vi al espejo y verifiqué el hecho de que tenía los ojos algo rojos, pero nada muy notorio, entonces... ¿Qué le pasaba?

No replicó nada, y no volvió a dirigir sus ojos a mí en un buen rato.

Le toca el desayuno a James hoy —le dije tomando mi mochila cuando estuve lista

Que te lleve él, tengo cosas que hacer —me sonrió, ya no parecía rara

Ella y sus cambios de ánimo.

Bien, nos vemos allá

Y se fue.
También salí de su habitación y... Me quedé parada fuera de la de James, recordando lo que ocurrió la noche anterior. Rayos.

¿Calificaba como pelea? No. Pero yo lo había rechazado.

Di un par de toquidos inseguros.

¿James...? —quería que supiera que era yo, para que, al abrir la puerta, su expresión no fuera de sorpresa a enojo, o algo así (Que tenía todo el derecho)

Tardó casi un minuto, pero abrió.

Hola —intenté darle una sonrisa, mientras la culpa se abría paso en mi interior

¿Estás ya de mejor humor? —murmuró mientras se daba la vuelta, dejando la puerta abierta

Aunque no me pareció una invitación de entrada exactamente. Opté por quedarme en donde estaba.

Lo siento —estúpida, fue lo único que se me ocurrió— Ya sabes cómo me pongo cuando me falta azúcar

Una parte de mí sentía que en realidad no quería darle explicaciones, esa parte no tenía intención de que él no estuviera enojado conmigo. Y me desconcertó.
Entonces era cierto, los sentimientos en mí hacia él se estaban... Esfumando.
El dolor y la sensación de culpa los remplazaban, ya ni siquiera era culpa por querer a alguien más, sino porque no se lo merecía, merecía que lo nuestro se acabara de una vez, que yo dejara de hacerle daño de una vez.

Sí, bueno, esa no es una buena excusa —dijo metiendo libros en su mochila

No estaba de humor antes de eso, y luego no quisiste darme los dulces —que patético era seguir con eso

Si mal no recuerdo, lo negaste anoche —me atrapó

Así son las chicas —hice un intento en reírme— Decimos una cosa, pensamos otra y hacemos una completamente diferente

Tú no —negó con la cabeza

Por Dios, James...

Ya viste que sí, soy una persona normal con cambios de ánimo constantes —soltó un suspiro

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora