CAPÍTULO 68

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Jamás creí que planear una boda podía llegar a ser tan exhaustivo. Así que no puedo nombrar el nivel de presión que ejerció sobre mi pobre estabilidad mental el tener que añadir otra fiesta.

La fiesta de compromiso, me habían dicho, era en parte igual de importante que la boda.

En la boda todos tenían que estar felices por nosotros. Claro, siempre hay gente que juzga tus elecciones en cuanto al banquete, la música o la decoracion, pero es un evento con cierta magia que hace que sea incorrecto expresar estas críticas en voz muy alta. Es un acuerdo no verbal, nadie puede meterse con el día más importante para la pareja que ha decidido unir sus vidas y eligieron hacerte partícipe.
En cambio, la fiesta de compromiso no corre con esta misma suerte, no, es básicamente la ocasión que tienen todos para sondear a la pareja en cuestión, como si ya estuvieran casados y fuera su primera aparición en sociedad como matrimonio. Hasta el más mínimo detalle sobre el evento, la organización y la atención habla sobre ambos. Hay muchos lujos, obsequios y felicitaciones, pero la hipocresía juega un papel casi protagónico.

Alguien puede exclamar: "¡Felicidades por su compromiso, mis mejores deseos para ambos!". Y, en cuanto estás lo suficientemente lejos como para no escuchar, musitan: "Dios... ¿Ya viste a quiénes han invitado?", "Lo sé, y el champagne está horrible", "¿De dónde ha sacado ese vestido?", "De seguro se hallaba en una oferta", "Nunca he comprado nada así, yo visto únicamente prendas de diseñador", "Se puede tener todo el dinero del mundo, pero el buen gusto no se compra", "Les doy máximo 2 años de matrimonio", "Oh, yo apuesto menos" y más... Y más...
Que no te engañe el brillo de sus máscaras de alta sociedad.

⚫~•⚫•~⚫

Esa noche sólo tenía la certeza acerca de una cosa. Una sola cosa.

Esa no era yo.

Violet Moore estaba muy muy lejos de ahí. Separada por una enorme distancia de su nombre, de su imagen, sus pensamientos, principios e ideales.
Permití que me despojaran poco a poco de mí misma. Los dejé suponer cosas de mí, y luego, me amoldé a sus suposiciones.
¿Por qué lo hice? Porque a nadie le importaba verme, a la verdadera Violet, entonces sentí que no valía la pena intentar mostrarla; No iban a aceptarla. Creí que me estaba protegiendo a mí misma, al menos al principio...

Creí que estaba siendo lista. Eso, Violet, dales lo que quieren, muéstrales lo que desean ver, luego los dejarán en paz a ti y a James.

Pero, con cada invitado que saludaba, con cada sonrisa plástica que regalaba, un pedazo más de mí me abandonaba.

Todas las personas que pudieran haber sido un soporte para mí aquella noche, estaban ocupadas interpretando sus selectos papeles ante nuestro público.

Mi madre y la abuela cubrían el lado de las mujeres, White en su mayoría, pero también algunas Moore y Rose.
James, Alex y Dylan se encargaban de los caballeros, además de Bennett y su numerosa lista de socios.
Mis damas de honor se encontraban alineadas en puntos estratégicos, entreteniendo a los aislados.

No pedí la ayuda de nadie, no les dije que sentía que me estaba ahogando. Sólo... Me quedé ahí, sólo sonreí.
Un error más directo a mi expediente de equivocaciones.

Espléndida velada —la señora Williamson y su esposo me dedicaron inclinaciones de cabeza, como muestras de respeto

Muchas gracias. Por favor, disfruten —con un ademán los invité a ocupar sus lugares

Giré hacia la entrada, Diane me hizo un gesto para que me acercara. La sonrisa se me tensó un poco más mientras me dirigía a ella.

Acomodar a los invitados es mi labor, Violet. No el tuyo —mordí mi labio

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora