CAPÍTULO 46

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Sepultamos a la tía Nat el día siguiente, fue igual de difícil y melancólico.
Pensar en su sonrisa, en su corazón, en sus delicadas manos, su cabello, en sus ojos, en sus mejillas, sus recuerdos, pensamientos, sus palabras y sueños, todo aquello enterrado varios metros bajo tierra, en serio nos puso mal.

“Recordamos con amor a Natalie Rose, querida hija, hermana y protectora.
1989-2020”

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El siguiente lunes, mamá creyó que debía regresar al instituto, la abuela estuvo a punto de hacer una objeción, pero yo no repliqué, estuve de acuerdo.
Me sentiría mejor manteniendo mi mente ocupada con las tareas y proyectos antecesores a los exámenes finales, que estando en casa encerrada dentro de aquella atmósfera de pesar que se había desarrollado.

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Mi madre condujo y se ofreció a recogerme, pero le dije que lo más seguro era que Harrison quisiera llevarme.
Llegué muy temprano y fui directamente a la cafetería, pedí el mismo desayuno de huevos estrellados y tocino para ocho personas, además de jugo de naranja embotellado, luego pagué.

Alex fue el primero en llegar, se sorprendió un poco al verme ahí.

Ya pedí el desayuno

Hola —respondió con su característica sonrisa cálida

Disculpa, hola

Era mi turno, pero no voy a oponerme —se sentó a mi lado para esperar

Les debo muchos desayunos —me encogí de hombros

No nos debes nada —negó. Sentí mis mejillas calentadas

Quiero decir que me he perdido muchos —reestructuré. Asintió con la mirada en un punto lejano

¿Cómo estás?

Supongo que todo lo bien que se puede estar luego de lo que pasó —suspiré

Si hay algo que pueda hacer por ti, sólo dilo —ofreció

Gracias —intenté sonreírle. Guardamos silencio

Sé que Sabrina ha sido dura contigo, pero debes saber que no es enojada lo que está —eso me hizo mirarlo— Todo este tiempo ha estado simplemente decepcionada, aunque quiera esconderlo

Lo sé, y no hay problema, se lo dije ya. Quien no confió en la otra fui yo

Pero también se siente decepcionada de sí misma. Por haberte puesto en esa posición, por no haber estado para ti, por hacerte sentir que no podías hablar con ella —solamente asentí, ya me había dicho eso ella misma— Y me parece una pena que haya tenido que pasarte algo como lo de tu tía para que abriera los ojos y viera que no tenían porqué ser enemigas

Bajé la mirada.

Pero me siento orgulloso de ella. A pesar de los errores cometidos, ha demostrado que si ama y se preocupa por alguien, no hay nada que la haga cambiarlo

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora