CAPÍTULO 15

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Aguanté. Tal vez fue mi orgullo el que no me permitió salir corriendo del aula directamente al baño, para llorar e inundar la escuela entera con mis lágrimas. O sólo que me paralicé, simplemente no pude moverme luego de que me destruyera.

Lo había perdido.

Pude verlo en sus ojos, a través de mis lágrimas. Me odiaba.

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Mandé al diablo la asistencia perfecta a la siguiente hora, cuando en vez de dirigirme a Cálculo tomé camino a los sanitarios. Pude ver cómo Dylan y Hailey me miraban extrañados, a Sabrina no la encontré.

Esperé que ese cubículo en el que me introduje guardara en secreto el dolor que compartí con él. Todas las lágrimas que corrieron y los muchos pedazos rotos de mi corazón que cayeron al piso.

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Cuando me presenté en la mesa del receso ya todos estaban ahí, excepto Emma.

¿Te sientes bien? —me preguntó demasiado amable Hailey. Asentí— Tienes la nariz roja —comentó

¿Por eso no entraste a la clase? ¿Estás resfriada? —ahora fue Dylan

Sí me siento algo mal

Por la mañana estabas bien... —en la voz de Sabrina había algo de veneno, lo noté porque la conocía demasiado bien

¿Necesitas que te lleve a casa? —James se quitó su chaqueta y me la colocó sobre los hombros

Agradecí infinitamente su oferta, era justo lo que necesitaba.

Sí, por favor —no tenía ánimos de nada.

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El trayecto a mi hogar fue silencioso, encendió la calefacción aún creyendo que me había dado una gripe.

Deberías ver a un médico, un resfriado así de repentino no puede ser nada bueno —me dijo cuando casi llegábamos

La tía Nat me dará algo, debe estar en casa —me encogí de hombros— Ya no soporto mi cabeza, necesito dormir —no mencioné que era debido al llanto, claro, combinando con las horas de sueño que no tuve

Podría quedarme contigo

Tranquilo, estoy bien —negué— Regresa a clases ahora y puedes pasarte a verme en la tarde, no haré otra cosa que dormir

¿Estás segura? —aparcó al fin

Había algo diferente en él, sabía que lo de anoche lo había afectado bastante, y había introducido ideas erróneas en su mente (No tan erróneas). Me quería, eso no había cambiado, pero una parte grande de su confianza en mí se había ido, tenía que trabajar para recuperarla.

—ni siquiera pude fingir una sonrisa, todo estaba fatal

Llámame si necesitas algo —se acercó y depositó un beso en mi frente

Lo haré.

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Mi casa estaba vacía, se suponía que a esa hora tanto mamá como mi tía deberían estar ahí. Pasé por sus cuartos, pero ambos estaban solitarios y con la cama hecha.
Entonces me dirigí al mío, arrojé la mochila por ahí y me tumbé en la cama.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora