CAPÍTULO 65

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Diciembre ha sido un mes frío y largo. Comencé a pasar más horas en el laboratorio de lo que mi horario me exige, me... Me ayuda a mantenerme distraída. Todo parece... Marchar bien, tía —arranqué un poco del césped en el que estaba sentada— Las cosas entre James y yo están bien; No ocultó su alegría cuando le dije que no visitaría más el club, que eso se había acabado... No mencioné que, más bien... Él lo había terminado —solté un suspiro— Así que por eso mi novio está más feliz de lo habitual últimamente —hice una pausa— Llegó Navidad e intenté no pensar en eso que me aflige cuando otras cosas no ocupan mi mente —ahora una mueca— Lo pasé con mamá, Scarlett y la abuela en mi apartamento, para cambiar un poco la tradición. La abuela tuvo la idea, el fin era que yo comenzara a sentir más aquel lugar como mi hogar. Acepté, estaba bien, fue una noche espléndida, como cada año, deseamos que estuvieras ahí. Pero en cuanto a lo de mi apartamento... Cuando ellas se fueron, y sólo quedé yo, volví a sentirme tan sola como de costumbre. No me arrepiento ni nada de vivir sola, así al menos no tengo que fingir estar del todo bien, así al menos puedo pasarme de la sala a la cocina, y de la cocina a mi habitación, y de mi habitación a la sala con una dramática expresión de melancolía, vistiendo pijamas —emití una risa triste— No me encuentro deprimida, es sólo que... No sé cómo explicarlo, siento un profundo dolor y una parte de mí quiere sentirlo, quiere echarse a llorar todo el día, hundirse, llamarlo y decirle todo lo que me quedé, confesarle que me siento muy vacía sin él —sorbí la nariz— Y la otra parte sólo quiere ser feliz, quiero superarlo para que así al menos valiera la pena nuestra despedida, ¿Comprendes? —una corriente de aire frío me hizo estremecerme, fui consciente de que, cada vez que hablaba, humo salía de mi boca— Hoy es Año Nuevo —sonreí de lado— Quiero pensar que, si me esfuerzo, puede ser la línea que marque una separación. Creo que es el mejor momento para proponerme salir adelante. Ya una vez dejé de sentir dolor al pensar en él, sé que puedo hacerlo de nuevo, además... Ahora tengo a James —bajé la mirada— Quiero proponerme ser buena para él, tía, en serio quiero merecerlo. Me ha apoyado tanto, me da tanto amor... Perdonó mis errores. Él merece algo mejor de lo que le he ofrecido últimamente, y me prometo a mí misma que lo seré. Porque lo amo, lo amo y quiero estar con él, es la persona correcta para mí —volví a sorber la nariz— Siempre ha sido el correcto para mí, y, aún así, me he encargado de arruinar las cosas una y otra vez —mordí mi labio— Ya no lo haré. Voy a ser buena para él, seguiremos dando pasos juntos, estoy segura de que me hará inmensamente feliz. Estoy lista para dejar atrás las dudas de que James no es la persona con la que debo estar. Lo nuestro nunca ha sido algo efímero, y ya no tengo miedo de pensar en un futuro con él.

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Oh, Violet, ten cuidado con lo que deseas. (O, al menos, con lo que afirmas desear).

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El plan para esa noche era, como en los últimos años, pasarlo con mis amigos. Lo que nos surgió fue una fiesta que organizaron Dylan y Hailey en el salón principal para eventos del hotel de lujo que pertenecía a los padres de ella.

Éste se encontraba abarrotado de muchas personas que no conocía, la mayoría eran ex-estudiantes de Thoulstain, amistades que habían hecho todos los demás cuando Sabrina y yo nos fuimos (James se encargó de presentarme a unos cuantos mientras nos dirigíamos al pequeño reservado para nosotros).
La música de fondo no estaba muy alta, habían risas por todos lados, choques de copas de cristal, sonrisas, vestidos de diseñador, trajes masculinos, el murmullo de muchas conversaciones a la vez, abrazos y buenos deseos.

Necesitas más pintalabios —Sabrina me pasó aquel cosmético mientras ambas nos veíamos al espejo, en el sanitario

Ella estaba algo extraña. Para empezar, cuando llegué a mi apartamento esa mañana, al volver del cementerio, estaba afuera y me anunció que había reservado lugares para nosotras en el spa. Fuimos de compras al salir de allí, se tardó mucho más en darme su aprobación para llevar aquel vestido color rojo que escogiendo uno para ella misma. Me insistió en pasar la tarde en el salón de belleza, exhaustivas tres horas de arreglos en nuestros rostros y cabellos.
Y ya en la fiesta, me arrastró al sanitario para retocar mi maquillaje, que, según yo, estaba bien.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora