Luego de un fin de semana desgarrador, me levanté de la cama el lunes. Ya lo había estado pensando y llegué a la conclusión de que sería mejor que no asistiera al desayuno con mis amigos. Tal vez nunca más volvería a hacerlo.
Sabrina debió haberles contado todo ya, ninguno me había llamado o enviado un texto, nadie en toda la faz de la Tierra lo había hecho.
Excepto mi tía, entró la noche anterior a mi habitación algo preocupada porque no había salido de allí en todo el día, le di la excusa de que estuve viendo un maratón de películas, charló un poco conmigo y se fue convencida de que todo estaba en orden.Pero nada lo estaba.
Acudí al instituto en la hora de entrada normal, mi clase de Economía estaría dando inicio en diez minutos.
Pero al pisar la entrada me topé con el problema que ya había estado anticipando el día anterior, todos los demás.
Algunos chicos me miraban y susurraban, como en la fiesta. Las chicas fueron peores, claro, distinguí la risa en algunas, sin esfuerzo de esconderla y las insinuaciones que salieron de la boca de otras. A muchos los reconocí, había personas con las que compartía clases y nunca se habían portado de aquella manera conmigo, yo intentaba ser amable con todos, siempre había recibido el mismo trato.Hasta que les dieron una razón para criticarme.
Creí entonces que ya no me quedaban más lágrimas, pero estaban pisoteando la poca dignidad que me quedaba. Seguí mi camino entre la gente con la mirada baja, aferrada a la idea de que en unos días se aburrirían de burlarse y dejarían de hacerlo. Pero en ese momento a todos parecía divertida la idea de hacerme sentir lo más bajo.
Me pregunté cómo se habría encargado Sabrina de hacérselo saber a todos y eso me recordó que estaba por verla en clase.
También vería a Harrison y sabría de una vez por todas si me odiaba tanto como los demás o no.⚫~•⚫•~⚫
No era una cobarde, Violet Moore ya no era una cobarde. Me aseguré de hacérselo saber cuando tomé asiento al frente de la clase. No en mi lugar habitual, junto a ella. Sabrina me había mirado con frialdad desde que entré en el aula y todos guardaron silencio, tomé ese asiento con la esperanza de poder centrar toda mi atención en la clase. Hailey y Dylan habían intercambiado miradas, pero nada más.
Esperaba que cuando Harrison cruzara la entrada se repetiría el silencio, ya que él estaba también implicado, pero nadie le prestó atención mientras caminaba con Connor y Grant Parker a su lugar. Fruncí el ceño.
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En el traslado de una clase a otra nadie se acercó para hablar conmigo, y estaba bien, no esperaba que lo hicieran. Al menos mis compañeros de clase parecían haberse olvidado de mí para el tercer cambio.
Notaba cierta mirada constante de Harrison, que, cuando intentaba devolvérsela, iba a otro lado.Cuando dieron el toque del receso ya había predicho que pasaría desapercibida en la biblioteca, así que iría allí. Pero no logré llegar más allá de dos metros lejos de la salida del salón.
James estaba ahí.
Estaba incluso peor que yo, tenía los ojos aún hinchados y marcas entre rojas y moradas alrededor de ellos.
Yo... Había llorado, pero no tanto como para quedar así. Se me cristalizaron una vez más.Me miró y apretó la mandíbula, no con enojo, sino con dolor. Como si el simple hecho de mirarme le doliera.
Dio un paso en mi dirección.—¿Qué estás haciendo? —Sabrina emergió del aula hecha una furia. Su hermano despegó los ojos de mí y la vio
—Necesito hablar con ella
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SIEMPRE FUISTE TÚ
RomanceViolet Moore, una chica que todos creen "Perfecta". Cuya vida es "Perfecta". Desde el novio perfecto, la mejor amiga perfecta, la familia perfecta, los amigos perfectos, hasta la casa perfecta, el auto perfecto, la ropa perfecta, las calificaciones...