CAPÍTULO 22

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LAGO EN EL CIELO


Esa noche, en el Centro de Alcohólicos Anónimos, hablaron largo y tendido sobre la diferencia que existe entre lo que es el alcoholismo y y lo que es abusar del alcohol. Algunos explicaron que el alcoholismo ocurre cuando una persona muestra signos de adicción física a la bebida y, aún así, continúa tomando; en cambio, el abuso del alcohol se da generalmente cuando el hecho de tomar se origina inexorablemente en un sinfín de problemas y situaciones, pero no conduce a la adicción física. Fue lo que le ocurrió a Beltrán, quien a raíz de su inestabilidad emocional y al ritmo de trabajo que llevaba en Buenos Aires, recurrió al alcohol como una droga indispensable para afrontar los días y también sus crepúsculos.

Vivir en una cultura en la cual el consumo de alcohol es común y hasta aceptado, hace que muchos se vuelven hostiles cuando se les pregunta sobre eso. Pero al fin y al cabo, con dolor, los integrantes del grupo terminaban recordando esas escenografías habitadas por sombras a la deriva en perpetua huida de sí mismas, desahuciadas adictas a la noche. Todos ellos, en mayor o menor medida, en algún momento habían sido temerosos de la luz, buscando el resguardo de la premeditada oscuridad para saciar su sed en los bares o a escondidas. Ahora signaban el presente entre la muerte y el nacimiento, intentando matar sus vidas pasadas y nacer a sus vidas actuales, en una suerte de parto perpetuo.

Eran las diez de la noche cuando Tommy ingresó al lugar con la idea de buscar a Beltrán para ir a comer una pizza.

- Me dicen que estuviste callado esta noche.

Beltrán lo miró sorprendido.

-Si consigo dormir más de cinco horas, seguramente estaría mejor -contestó, encogiéndose de hombros.

Tommy notó en el tono de la voz de su amigo preocupación y se lo hizo saber.

El otro no dijo nada.  Para O' Hara,  el sentido de la vida de Beltrán era tan simple y profundo al mismo tiempo, que se tomaba muy en serio el trabajo de abogado de todos los días, aunque no tanto, ni del todo, a sí mismo.

-¿Estás bien? -insistió Tommy.

-Seguro. ¿Cómo está tu hermano?

- Estuvo recorriendo el sur de la Patagonia y ayer se fue a conocer El Bolsón. Se va a San Pablo a encontrarse con nuestro padre en unos días. Pero no me cambies de tema, se te nota preocupado. Conozco los síntomas cuando los veo. Además, soy bueno para escuchar y me falla la memoria continuamente. Mi compromiso con el alemán está siempre intacto - dijo Tommy levantando una ceja.

-¿Qué alemán?

-El alzheimer.

-Boludo -rió Beltrán

Estaban prácticamente solos en el salón interior del centro. Sara, una de las dos mujeres integrantes del grupo, limpiaba algunos vasos y ordenaba platos en la pequeña cocina. Era adicta en recuperación y al mismo tiempo fanática devota, por lo que era común que elevara plegarias en silencio mientras los demás le hablaban, si bien nadie podía entender cómo  había alcanzado las alturas espirituales con tantos litros de alcohol en el cuerpo.

-Las noches a veces son dramáticas, pero cuando les tomas el tiempo pueden resultar experiencias fabulosas - continuó Tommy.

-No te hagas el fucking conductor de radio conmigo, guarda el personaje para mañana que haces el programa.

-Sabes qué me gusta de vos, loco, que coincido en todo lo que decís siempre, pero opino todo lo contrario.

Beltrán sonrió moviendo la cabeza en señal de resignación.

NOVIEMBRE ASTILLADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora