CAPÍTULO 44

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TOMMY


Irrumpir en la escena literaria con el pie derecho resulta algo no habitual en un novato como yo que encima anda por los treinta años. Pero lo cierto es que el libro de cuentos que escribí mutó en una suerte de crossover que catapultó mi carrera como escritor de manera impensada. Las ventas crecieron a lo largo del año, lo cual obligó a una segunda edición y las críticas de las revistas especializadas fueron generosas, salvo alguna que otra excepción aislada. "Un compendio de lenguaje con ribetes de melancolía demencial", escribieron en Lecturas Imprescindibles, una de las revistas digitales sobre literatura más consecuentes del país. Además, figuro en la terna a los premios "Mejor Cuento del Año 2018" y "Revelación del año" que entrega  el Festival Argentino de Literatura en diciembre en la ciudad de Buenos Aires. 

La exploración de temas tan caros a todos nosotros, como la soledad o la pérdida, terminaron revelando una serie de patologías en los personajes, impensadas por mí al principio. Estoy convencido que la creatividad y la inventiva nacen de la sensibilidad, motivada en la angustia o en la circunstancia que el autor siente al momento de escribir. Ese es el motivo por el cual el lenguaje es el espacio del cual yo no me puedo escapar y el lugar donde uno se reconoce como tal. 

Un libro bien escrito, sentido, aquieta almas inquietas y llena vacíos.

No es verdad que evitar la lectura de libros es más cómodo gracias al entorno streaming que todo lo puede en estos tiempos. A lo sumo, resulta irremediablemente más triste. Por otro lado, escribir después de publicar un libro que se va afianzando en las ventas no es más fácil, ni una cuestión obvia; por eso me propongo seguir imaginando historias, ya que en la ficción puedo manejar todas las piezas y acomodarlas como quiera.

En la vida real, no.

Tengo elaborados los primeros borradores de un par de cuentos nuevos que seguramente serán parte de un segundo libro que la editorial me encargó sin fecha de entrega. Tantas veces me había detenido a pensar de manera abstracta en mi realidad plagada de cambiantes obsesiones y frustraciones, que ahora, que estoy en paz conmigo, no me permito reproche alguno sobre mi condición. Hasta no hace mucho tiempo vivía girando de un lado a otro, sin saber qué hacer ni en qué lugar y cómo terminaría. Hoy, desde la reaparición de mi enfermedad, estimo la vida más que cualquier otra cosa; sé que este es mi lugar y mi tiempo hasta que me dejen.

Después de haber recibido la llamada desde San Pablo la noche en que estaba conduciendo el programa de radio y de las charlas que vinieron días después, me propuse recomponer mi vínculo con mi padre. En esto tiene que ver mi nuevo medio hermano Jon. El efecto de su abrupta aparición fue como una especie de piedra arrojada a las aguas calmas del lago, cuyo impacto genera una onda expansiva que termina comprendiendo todo. Todavía existe algo que no se puede reemplazar con nada: la compañía del abrazo. Y durante muchos años, nosotros dos nunca estuvimos juntos. En realidad estábamos reunidos en casa, sin que ninguno mirara al otro, dedicándole atención a nada que no fuera uno mismo. De espaldas a la falsa idolatría por los padres políticamente correctos,  el ingreso de Jon en mi vida semeja a una larga canción que deja presentir un mundo por venir diferente, imperfecto, indirectamente feliz. Un motivo para volver a creer. Dentro de las pocas cosas que admiro de mi padre, es que siempre vivió como quiso,  que hizo lo que se le dio la gana, ya que en esa actitud, al fin y al cabo, hay más sabiduría, más inteligencia y más arte que en vivir como el culo. Si total -decía- estamos condenados a que nadie nos recuerde. Eso sí, el costo, no lo pagó él, pero eso ya fue, sin que signifique que exista el olvido de mi parte. Por eso repito, con cáustica sinceridad a quien quiera escucharme, que hoy estoy mucho mejor que cuando estaba bien.

Salvo hoy.

No puedo encontrar a Beltrán por ningún lado. Probé en su teléfono y nada. Fui tres veces hasta la cabaña y nada. Los vecinos tampoco lo vieron. No tengo noticias suyas desde hace un par de días y me preocupa tratándose de un tipo vulnerable, de un adicto en recuperación, envuelto en un proceso judicial complicado, lleno de presiones. Ya me pasó con Lola, mi chica arty , que un buen día desapareció de San Martín de los Andes sin dejar rastros y a quien nunca dejo de extrañar.

No espero lo mismo de mi amigo, a pesar del presentimiento.

NOVIEMBRE ASTILLADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora