CAPÍTULO 25

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LOLA


Estaba comiendo sola a la noche una ensalada en el pub del puerto, perdida entre mis pensamientos y divagues varios, cuando escuché que me hablaban.

-Hola.

Primero me asusté y después me reí de mi propia reacción.

-Uy, que sorpresa y que bueno verte, tenía pensado llamarte mañana o pasado.

-Si, yo también. Estuve estudiando el tema tuyo...

-Espera -lo frené enseguida- ya tendremos tiempo para hablar de eso, pero ahora come conmigo que tu pinta de hambriento te delata. Si no preferís comer solo, claro.

-No quiero joderte.

-Bobo, no me jodes para nada. Sos mi abogado ¿o no? No espero a nadie y ni siquiera voy por la mitad de la ensalada. De última, si te pones a hablar de cosas legales y me aburro, le pido a mi celular que te eche –le dije seductoramente a media voz- ¿Qué haces por acá tan tarde?

-Llegué de Buenos Aires al mediodía y estuve trabajando hasta hace un rato, tenía varias cosas atrasadas. Salí a caminar y vine a comer algo.

Beltrán Arraya se sentó enfrente mío y una extraña sensación de excitación y escalofrío me recorrió el cuerpo. Como si se hubiera dado cuenta de lo que pensaba, me preguntó por Tommy.

-Ni idea. El íntimo amigo sos vos.

-Hace un par de días que no hablo con él. A lo mejor mañana me doy una vuelta por la radio a la noche.

-Debe andar por ahí dejando pedazos de su espíritu y de su cuerpo por el camino.

Me clavó la mirada sensual y se la sostuve con firmeza por un par de segundos. La imagen de Tommy acudió de golpe a mi memoria, pero por razones obvias, no dije nada. Yo sabía que él sabía que yo no estaba enganchada con su amigo pese a tener la mejor onda con él.

-¿Conseguiste trabajo al final? –me preguntó. Preocupada por esa cuestión, antes de ayer tuve una entrevista en una agencia de turismo y quedaron en llamarme.

-No todavía, pero me dijeron que me ofrecerían el puesto a mí.

-Qué bueno, seguro se te va a dar.

-Ojala, si no voy a tener que replantearme mi estadía en este lugar.

Cuando se fue la moza con los pedidos, me di cuenta que me observaba desde una luz distinta. Por primera vez fijó su atención en mí desde que lo conocí, o al menos eso demostraba.

(Parecía que la belleza de Lola aún estuviera en fase de tentativa -pensaba Beltrán mientras la miraba- que no tuviera límites a futuro, lo que la hacía una mujer que, en un par de años entraba en la madurez de los treinta cada vez más atractiva en el todo. Su sonrisa, sobre todo en lo que tenía de furtiva, era, al margen de muy agradable, muy seductora)

-¿Te llevó mucho tiempo adaptarte a San Martín de los Andes?  

-Más o menos, depende mucho de donde y el motivo por el cual vengas.No fue para nada fácil al principio, pero ahora estoy mucho mejor que en Buenos Aires. No sé en qué terminará todo esto.

-Sé que la pasaste mal en el pasado, pero podemos no hablar de eso – le dije con tacto aunque moría por saber más de él, si bien lo esencial me lo había contado Tommy.

-Básicamente, soy alcohólico en recuperación y llegué a San Martín de los Andes hace más de un año y medio. Estuve viviendo con mi novia en Buenos Aires, pero nunca pudimos sostener la relación, por incapacidades varias de los dos. Alguna vez creí ser el tipo más feliz del planeta.

NOVIEMBRE ASTILLADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora