CAPÍTULO 31

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BELTRÁN

El día amaneció gris, opaco y muy frío. Una densa niebla tapaba los picos nevados de la cordillera y bajaba esparciéndose por todo el valle, por lo que decidí no salir a correr. Por la mañana desayuné frugalmente algunas frutas de estación escuchando la radio mientras consultaba los mails y leía las noticias de los diarios por internet. Salvo la reunión que tuve con Lola al mediodía, a quien le expliqué que lo mejor será que no inicie ningún reclamo judicial, nada demasiado trascendente me esperaría a lo largo del día.

-Lola, te aconsejo que no hagas nada, que el tema no siga vivo y te olvides del asunto. El video ya no circula y están bloqueados todos los accesos al mismo. Los urls que te afectaban  fueron identificados y las páginas fueron dadas de baja. Tampoco podes imponer a los buscadores de la obligación de monitorear la red en forma constante. Para complicar más la cuestión, vas a tener que probar que el buscador tomó conocimiento efectivo que te estaba causando un daño y, no obstante, no adoptó las medidas necesarias como para corregir o hacer cesar dicha situación.

-No te imaginas la bronca y la impotencia que tengo, no puedo encontrar a ese hijo de puta por ningún lado. No me interesa la plata. Es como si se lo hubiese tragado la tierra.

-Lo sé.

-No creo –dijo con evidente malestar.

-¿Qué dice Tommy?

-¿Qué mierda tiene que decir él? Vos sos mi abogado.

-Y él es tu amigo. Y a veces la opinión de un amigo, en casos como este, vale.

-No es mi fucking amigo. Y si bien nos dimos algunos besos una que otra vez, es un chabón que no entiende que no es NO – ella hablaba a través de sus ojos que me miraban cada vez más enojados.

No dije nada, no tenía sentido seguir con el tema. Tommy , con todo lo inteligente que es, no terminaba de entender algunas cuestiones básicas sobre las mujeres. De golpe, Lola adoptó una postura insinuante, adquiriendo su voz una firmeza impropia de la hora y del lugar en el que estábamos.

-¿Te puedo hacer una pregunta y me contestas con el corazón y no con la cabeza de abogado?

Asentí levemente con mi cabeza de abogado.

-¿Qué carajo tengo que hacer para que me des bola más allá de la consulta legal que te hice?

-No te entiendo – mentí, a la vez que sentía cómo sus palabras vibraban dentro mío.

-No ves que sos un tarado. Claro que sabes de qué hablo, te haces el boludo que es otra cosa. Sé por cómo me miras y por otras cosas, que te gusto.

Era tan cierto como que Tommy era mi amigo.

Y una traición se le puede perdonar a un hermano, pero nunca a un compañero de equipo o a un amigo.

Diluido el arrebato melancólico del mediodía, tal vez invitaba a comer un asado a Tommy por la noche, ya que estaba de nuevo solo ante la partida de Jon. Paloma había viajado a Buenos Aires por razones de trabajo y no volvería hasta el próximo fin de semana.

Por la tarde, sentado en el escritorio de la cabaña, revisé la correspondencia manual y escuché los mensajes en el viejo contestador del teléfono fijo. Eran dos. El primero de los llamados cortó la comunicación sin dejar ningún dato ni rastro alguno de su procedencia. El segundo no me gustó nada.

Era de Esteban Domínguez.

El abogado, de muy mal talante, me exigía que lo llamara urgente. Era la cuarta vez que me dejaba un mensaje en los últimos días, ya que antes lo había hecho también en el teléfono celular. Dejó grabado un extenso número de teléfono cuyo último dígito no llegó a registrarse. Tenía instrucciones de no responder el llamado de acuerdo a lo convenido con los directivos de la empresa eléctrica en la última reunión que tuvimos en Buenos Aires. No existía la más mínima posibilidad de arreglo con ese hombre.

NOVIEMBRE ASTILLADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora