Nick

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Mientras comemos tengo la sensación de que los guardias no me quitan ojo de encima. Todos comen y conversan animados, menos Ris. Esta todo el rato con la mirada fija entre la gente y bajo sus ojos hay bolsas oscuras, a causa de no haber dormido bien, supongo.

En cuanto me termino todo lo del plato, se acercan uno de los guardias y, dirigiéndose solo a mí, dice:

- Debes acompañarme.

Todos me miran extrañados, como si hubiera hecho algo malo. Menos Sara, ya que ambos sabemos para qué seguramente me piden que los acompañe.

Me levanto de la mesa y le sigo. Me guía hasta la enfermería. Se queda recto a un lado de la puerta y yo entro dentro. Hay una mujer de mediana edad y dos hombres más jóvenes. No es la misma mujer del primer día aquí, era más joven y parecía más amable y simpática. Está, en cambio, solo me indica con la cabeza que me siente en la camilla, mientras acaba de preparar algo que no logro ver.

- Sácate la camiseta y túmbate –me pide uno de los chicos.

Hago lo que me dicen y espero mirando al techo. Entonces se acerca la mujer, que parece ser la que manda aquí, y me pone diferentes cables en el pecho. Me estremezco con su contacto, están muy fríos.

- Esto es solo para medir tus constantes y saber cómo reacciona tu cuerpo. Ahora respira hondo e intenta no moverte mucho, no querrás que tengan que sujetarte. –Dice indicando a los dos chicos. Ante mi cara de desconcierto se explica- Es muy probable que te vaya a doler.

En el momento que dice eso, se oye como mis constantes aumentan. Entonces, ella alarga la mano y uno de los chicos le da una pequeña jeringuilla con un líquido amarillento en su interior. Me agarra del ante brazo y me lo inyecta directo a la vena. No siento ni el más mínimo dolor. Mis constantes se tranquilizan. La mujer le devuelve la jeringuilla y le dan otra. Esta es más pequeña y en su interior hay un líquido azul oscuro, pero de vez en cuando se ven destellos en el interior. Se queda quieta con la jeringuilla en alto y mirando un punto fijo en la pared.

- Estoy esperando a que el líquido que te he inyectado antes se distribuya por tu cuerpo, tranquilo, va rápido.

- ¿Qué es lo que brilla en esta otra jeringuilla? –pregunto.

- Son nanobots. Una vez entren en contacto con el líquido amarillo se activarán.

- ¿Y qué harán cuando se activen?

- No más preguntas. –Responde de forma antipática- Respira hondo y, como te he dicho antes, intenta no moverte mucho.

Entonces noto cómo introduce la aguja en mi piel, cómo el líquido pasa de la jeringuilla a mis venas y entra en contacto con la sangre. Se siente extraño, pero nada de dolor. Y entonces, es como si me acuchillaran mil agujas por dentro, como si fuera a explotar por tanto dolor comprimido. El dolor pasa de las extremidades hasta la columna, asciende por ella y se me coloca en la cabeza, haciéndose aún más insoportable. Clavo las uñas con fuerza contra los bordes de la camilla y noto como cuatro manos me sujetan con fuerza. El pitido acelerado de mis constantes cada vez se oye más lejano, hasta que todo se nubla y dejo de ver o escuchar cualquier cosa.

Los párpados se sienten pesados, pero consigo abrirlos. Sigo recostado en la camilla y la enfermera se encuentra en el otro extremo de la sala. Ya no queda rastro del dolor, pero me encuentro extraño. Como si supiera lo que estoy pensando, la mujer se acerca y me dice:

- Seguramente ahora te sientas extraño, pero de aquí unas horas ya no lo notarás. Durante los siguientes dos o tres días puede que experimentes algunos síntomas secundarios, pero tranquilo, se acabarán pasando.

- ¿Qué clase de síntomas? –Noto la boca pastosa al hablar.

- Insomnio, hiperactividad, ansiedad, vómitos y dolor de cabeza. De aquí tres días vuelve, te haremos una revisión. Cuando te sientas con fuerzas puedes irte.

Tras cinco minutos para acabar de recomponerme, me siento en la camilla, me pongo la camiseta que está a mi lado y salgo de la habitación. Los pasillos están vacíos y muy silenciosos. Voy hasta mi habitación para ver si encuentro a Mike, pero esta bacía. Me dirijo hacia los de las chicas y entonces, al final del pasillo, distingo a una chica con el cabello oscuro y que parece más joven que todos lo que no encontramos aquí. Sin embargo, cuando doy un paso hacia su dirección, sale corriendo. Su reacción me extraña y decido seguirla. Quizás haya ocurriendo algo grave y no me esté enterando. Al girar al siguiente pasillo, la veo de espaldas y cuando avanzo vuelve a escaparse. Comienzo a correr yo también y, al girar la esquina, me choco con alguien. No es la chica, sino un chico, creo que se llama Ían.

- ¿Acaba de pasar una chica por aquí? –le pregunto- Bueno, más bien parecía una niña.

- Te veo un poco perdido –se limita a contestar él.

- Es que acabo de volver de la enfermería y... ¿Sabes dónde están todos? -le pregunto.

- Están haciendo las experiencias en vivo de hoy.

- ¿Ya? –pregunto, ha pasado más tiempo del que pensaba.- Espera, ¿y por qué tu no estas allí también?

- Nos vemos. –levanta una mano como despedida y sigue su camino.

Decido volver a mi habitación y me tumbo en la cama a esperar a que acaben de hacer las experiencias en vivo.

Al cabo de un tiempo, no sé decir bien cuanto, la puerta se abre y aparece Mike.

- Hey, –dice en forma de saludo- ¿dónde te habías metido?

Sé que nos pidieron que no dijéramos nada de todo eso del tratamiento especial, así que me invento una excusa.

- En la última visita a la enfermería se equivocaron con la dosis. Me han llamado para arreglarlo y al salir ya se me había hecho tarde.

Él no dice nada, así que parece habérselo creído. Vamos juntos a cenar y allí nos encontramos con el resto del grupo. Marina me hace la misma pregunta que Mike y yo le respondo lo mismo. Después de cenar tomo una ducha y me voy directo a la cama. Sin embargo, después de dar vueltas y vueltas en ella sigo igual de despierto. Debe ser uno de los síntomas que ha dicho. Me siento en la cama y contemplo el espacio. Entonces, siento una respiración a mi lado y me caigo de la cama del susto. Sentada a mi lado había la misma niña del pasillo. Sin embargo, ahora la veo de cerca.

La respiración se me corta y el corazón se me acelera. Es Cassie, mi hermana. Ella se supone que murió, murió en el incendio que mató a toda mi familia. Revivo esa noche horrible cada noche. Por un momento pienso que estoy soñando. Ella alarga su mano para ayudarme a levantarme, yo la tomo y se siente tan real...

- Ca-Cassie. ¿Qué haces aquí?

- Mama no quería irse a dormir si aún no habías llegado. Le he prometido que cuando llegaras la despertarías.

- Cassie, ¿qué estás diciendo?

- Yo también pienso igual que tú, pero no deberías ser tan así, ella lo intenta. Creo que deberíamos darle otra oportunidad.

- ¿Con quién hablas, tío? –mustia Mike, desde su cama.

Vuelvo a girarme hacía Cassie, pero allí ya no hay nadie.

- Con-con nadie. Siento haberte despertado, buenas noches.

Vuelvo a acostarme en la cama, ahora aún más desvelado que antes, y la verdad, un poco asustado también.


- P

En ÓrbitaWhere stories live. Discover now