Sara

67 8 0
                                    


A pesar de lo lentos que avanzamos, hace rato que nos hemos adentrado en el bosque. Ahora los árboles son nuestro escudo, pero también lo son para el enemigo. Aunque no lo admitamos, ambos nos hemos asustado tras aparecer nuestra posición en el cielo. Todos los que quieren matarnos por un momento han sabido dónde os encontramos, así que hemos cambiado drásticamente el rumbo y dirigido hacia donde había menos gente. Lo malo es que nosotros avanzamos mucho más lentos por culpa de mi pierna. Lo único bueno es que ya no me duele tanto como antes y casi no sangra.

La nieve es tan brillante que me deslumbra al haber de estar vigilando que no aparezcan. De momento no hemos visto a nadie, pero ahora, tras saber nuestra posición, tenemos que estar aún más atentos.

Pero, entonces, entre los árboles veo un brillo y algo moverse.

- ¡Al suelo! –le grito a Ían.

Él inmediatamente hace lo que le digo y en el mismo instante una bale impacta en el tronco del árbol que teníamos al lado. Nos escondemos detrás de un tronco cada uno, separados por dos metros. Los dos estamos sentados con la espalda contra la madera, nuestros pechos suben y bajan. En verdad están dispuestos a matarnos.

- ¿Has podido ver cuantos eran? –me pregunta, mientras pone a punto su arma

- Creo que solo uno, pero no estoy segura.

Me asomo un poco desde detrás del árbol para intentar ver donde está escondido y si hay más de uno. Sin embargo, antes de que pueda hacer nada, otra bala impacta en la madera a centímetros de mi cara. Inmediatamente vuelvo a mi posición actual, con el corazón latiendo con fuerza contra mi pecho.

- No te muevas, saben dónde estamos escondidos. O al menos donde tú estás escondida. Ten tu arma cargada y sin el seguro, cuando yo te diga dispárale.

- ¿Vamos a matarlos? –no sé si seré capaz. Matar a alguien es un concepto mucho más duro de como suena. Es arrebatarle la vida a una persona, acabar con ella.

- Sara. –dice Ían mirándome directamente, seguramente ha notado el miedo en mi voz.- Somos ellos o nosotros. Tú eliges si apretar ese gatillo o no, pero yo no pienso dejar que te maten.

Dicho eso, coge una piedra tan grande como su peño y la lanza con fuerza unos metros alejada de nosotros. Y, en el mismo momento en que la piedra impacta contra un árbol, nuestro atacante empieza a disparar hacia esa dirección.

- Ahora –dice Ían.

Armándome de todo el coraje posible, salgo de mi escondite y aprieto el gatillo, uno y otra y otra vez. Oigo mis disparos retumbando en mis oídos y dos metros a mi derecha los de Ían. Entonces, paramos de disparar. La otra persona está tirada en el suelo, está muerta.

Nunca sabré si fue una de mis balas o una de las de Ían las que consiguieron que su corazón dejara de latir, pero, lo que sí que sé con seguridad, es que la carga de la muerte de esta persona no será la primera de esta prueba.

- Parece que venía solo –dice Ían.

- Sola. –Lo corrijo al fijarme más en el cuerpo sin vida que yace en el suelo, corrompiendo la blanca nieve de color rojo.

- Vamos, puede que alguien haya oído los disparos y esté viniendo hacia aquí.

Vuelvo a subirme a su espalda y continuamos nuestro camino, sin ninguna dirección fija. Solo sobrevivir. Porque no sé qué haremos si vuelven a mostrar a los ojos de todos nuestra posición, porque estamos atrapados en un juego donde nos encontramos en la mira de todos. Ellos saben nuestra posición en cada momento y si el objetivo final es que muramos, lo tenemos difícil.

Andamos durante una hora más a través del bosque que parece eterno, hasta que Ían me deja caer cuidadosamente hasta el suelo y se derrumba a mí lado. Inspira profundamente y se apoya contra sus rodillas.

- No puedo más –dice.- Sé que no lo haces a posta, pero tu cuerpo está absorbiendo mi energía para curar tu herida. ¿Verdad que ya no te sangra?

Es verdad, hace rato que mi herida ha dejado de sangrar. Pero nunca me habría imaginado que era por esta razón.

- Yo... lo siento –es lo único que soy capaz de decir.

- Tranquila, sé que no eras consciente. O eso espero... –dice sonriéndome, a pesar de la situación. Pero sé que esa sonrisa es fingida, porque no es capaz de esconder lo mal que se encuentra realmente. Con tan solo ver su cara se ve que no está bien, debería haberlo dicho antes y no esperar a este punto. Supongo que quería alejarse al máximo de donde hemos matado a esa chica, por si alguien venía atraído por el ruido de los disparos.- Sabes, si estos árboles fueran de verdad podrías absorber su energía vital para curarte, pero, como son de mentira, soy lo único que te queda.

Nos quedamos un rato en silencio, observando la nieve y descansando de este infierno. No puede evitar que las imágenes de la chica llenen mi mente, como su sangre iba tiñendo poco a poco la nieve y la volvía de color escarlata. Lo que se escondía detrás de sus acciones era la determinación por ayudar a su familia, pero en su interior no estaba lista para matar, para arrebatar una viva humana. Y, eso, es lo que verdaderamente la ha matado. Porque ha querido entrar en un juego donde no estaba preparada para afrontar su objetivo.

- ¿Alguna vez habías matado a alguien antes? –le pregunto. Desde que la dejamos atrás esta idea no se ha ido de mi cabeza.

Mi pregunta parece pillarlo por sorpresa. Me mira unos segundos y vuelve su vista al frente, sin observar nada en concreto, tan solo perdido en sus pensamientos. Y, entonces, me doy cuenta de que no hace falta que me conteste, que la pregunta ya ha sido contestada por si sola.

- Si –afirma lo que ya sabía. No le pregunto nada al respecto, por la forma en la que evita mi mirada sé que no es algo fácil o de lo que le apetezca hablar.

Entonces se levanta y me ofrece una mano. La tomo y tira de mí para levantarme.

- ¿Crees que ahora podrás andar? No quiero que me...

Sin embargo, el silbido de una bala atravesando el aire interrumpe lo que iba a decirme cuando impacta en él.


 - P

En ÓrbitaWhere stories live. Discover now