Desde que descifré lo que Rachel me dio no he podido sacarme de la cabeza lo que esas cifras conllevan. Así que ahora estoy yendo a su despacho para hablar con ella, con la esperanza de que mis suposiciones hayan sido un error. He pasado muchas noches revisando todos los problemas esperando encontrar una equivocación u otra utilidad que se puede llevar a cabo. Sin embargo, siempre me conduce a lo mismo. Y luego estaba el tema de plantearme si de verdad debería consultarlo con ella, porque quizás no esperaba que lo descubriera y acabe metiéndome en problemas si averiguan que lo sé. Aunque, finalmente, he decidido comunicárselo.
Una escolta me acompaña como siempre por el largo pasillo hasta llegar a la puerta. Una vez delante el hombre que me acompaña se queda fuera y yo entro dentro. Al entrar no veo como es habitual a Rachel detrás de su gran escritorio de cristal. Entonces oigo unos gritos que provienen de la habitación de al lado.
- No podéis hacerlo, podría morir. No es que quiera interferir en el progreso de tus experimentos o como quieras llamarlo tú, pero no querrás que el sujeto se muera tras esta intervención.
- La decisión ya está tomada. Además, tú nunca has tenido opinión en esto, así que deja de insistirme y no interfieras –dice una segunda voz.
- Pero esto es inhumano, someterla a algo tan peligroso. Estáis sobrepasando sus límites y lo sabes –dice la primera voz amenazante.
- Sabías perfectamente que esto estaba dentro de lo acordado y no vamos a pararlo todo porque tú te hayas enamorado de esa niña.
- Yo no...
- ¡Basta! –Lo corta.- No querrás que recuerde lo que tú hiciste. En verdad, no sé quién es peor.
La otra voz se queda en silencio, todo se queda en silencio. Yo no sé qué hacer, si avisar de que estoy aquí, volver en otro momento o esperar. Entonces la puerta lateral se abre y, para mi sorpresa, aparece Ían más enfurecido de lo que jamás lo haya visto. Al pasar por mi lado ni siquiera levanta la mirada hacia mí y sale de la habitación.
Tras unos segundos aparece Rachel, se alisa el vestido y se posiciona detrás de su escritorio.
- ¿Ocurre algo, Nick? –dice volviendo a la Rachel de siempre, con sonrisas falsas y amabilidad fingida.
- He traído la Tablet –digo, dejándola encima la mesa.
- ¿Has encontrado algún fallo? –asiento en respuesta.- ¿Y...? ¿Has entendido de qué se trata?
- Por desgracia, creo que sí. Aunque no entiendo con qué fin queréis crear algo así.
- La verdad es que no esperaba que entendieras cuál va a ser su fin, pero ahora no puedo hacer nada. En cierto modo no debí haberlo hecho, aunque ahora ya no hay vuelta atrás. ¿Vas a hacer algo al respecto?
- Supongo que debería, -digo con un hilo de voz- por tampoco sabría qué hacer.
- Aun así entenderás que no puedo fiarme de ti -tras esas palabras empiezo a ponerme nervioso, no sé en qué estaba pensando cuando decidí venir aquí.
Entonces ella se levanta y me indica que la siga. Avanzo tras ella y entramos a una de las habitaciones laterales. La habitación tiene forma redonda y al entrar toda la sala empieza a iluminarse. En el centro de la habitación hay una especie de plataforma, me acerco hasta ella y observo qué hay en el interior o, más bien, quién hay en el interior.
Siento que la respiración se me corta y el corazón se me acelera. En parte debería estar feliz, pero en realidad no lo estoy. Porque si está aquí y no bajo las cenizas de mi antigua casa debe ser para algo malo, porque si no ya me habrían dicho hace tiempo que mi hermana pequeña, Rebeca, está viva.
- ¿Q-qué hace ella aquí? –casi no soy capaz de formar las palabras de la impresión.
- Ella, tu hermanita Rebeca, es nuestro seguro para que hagas todo lo que te indiquemos. Si nos obedeces, al final de todo esto la despertaremos. Por ahora, permanecerá aquí. Sin embargo, si nos desobedeces será tan simple como pulsar un botón y que las máquinas dejen de subministrarle oxígeno. ¿Entiendes cómo funciona la cosa ahora? Si tú haces lo que yo te diga ella vive, si no, ella muere. Es así de simple.
Observo horrorizado a mi hermana, encerrada en una jaula de cristal y conectada con cables y tubos, creándole una vida artificial allí dentro.
- ¿Cómo sé que estas máquinas no son lo que la mantienen con vida y que cuando la desconectéis no va a morir?
- Porque te doy mi palabra y porque no te queda otra.
Respiro profundamente asimilándolo todo. Estaba totalmente convencido de que estaba muerta y en realidad ha estado todo este tiempo aquí. Entonces me vienen a la mente mi otra hermana y mi madre y no puedo evitar preguntarlo:
- ¿Mi madre y mi otra hermana también están...?
- No, ellas están muertas –me corta, sin importarle lo dolorosas que han sonado sus palabras pronunciadas con tan poco tacto.
Rachel sale de la habitación y todas las luces se van apagando, hasta que dejo de ver el rostro de mi pobre hermana a través del cristal.
- Por ahora puedes irte, cuando necesitemos de los servicios de tu inteligencia ya te avisaremos. –Por muy a mi pesar, asiento y salgo de la habitación.
Sé que me quieren usar para crear parte de lo que están ideando con esos cálculos. Me gustaría negarme en rotundo, pero no puedo abandonar a mi hermana y dejarla morir, no otra vez.
- P

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En Órbita
Ciencia Ficción"¿Alguna vez habéis sentido la necesidad de escapar de dentro de vuestro propio cuerpo, de dejarse arrastrar por el viento y no preocuparos por nada; tan solo de dejarse llevar por la corriente? A veces, a mí me gustaría ser algo tan simple como una...