Al encontrarme con Nick en el pasillo me fijé con el aparato que llevaba y pude observar que en la parta superior de la pantalla había un código: BK145. Así que cuando tenga tiempo pienso ir a investigar de nuevo en las plantas superiores que es. No quiero que Sara y Nick se estén metiendo en algo de lo que luego se arrepientan.
Después de encontrarme con Nick, me dirigía a los baños para poder ponerme a leer, de una vez por todas, la carpeta con los documentos del Proyecto Cuerpo. Sin embargo, había una chica duchándose, así que decidí que sería mejor dejarlo para la noche.
Así que ahora, dos horas después de que todos en nuestra planta se supone que están durmiendo, cojo una toalla para disimular y me dirijo a los baños. Una vez allí, me subo al banco y saco la tapa, la dejo encima del banco silenciosamente y saco la carpeta de dentro del conducto.
Me siento en el banco con la carpeta en las manos. En la tapa hay las palabras Proyecto Cuerpo resaltadas en negro. Paso los dedos por su relieve y me siento repentinamente nerviosa. Inspiro profundamente y saco los papeles del interior. Miro un poco de que trata cada apartado y me paro en la sección de los alistados. Su nombre está allí, acompañado de un código. Entonces, busco frenéticamente su código entre los papeles y, finalmente, lo encuentro. Empiezo a leer su historial, las manos comienzan a temblarme y siento cómo se me empieza a formar un nudo en la garganta. Mi respiración es entrecortada y, aunque duele seguir leyendo, no paro. Leo cada letra y cada palabra que define cómo le hicieron sufrir, cómo él se negó a cooperar y cómo mi pobre hermano, de tan solo trece años, acabó por quitarse la vida él mismo por no querer sufrir más.
A parte de tristeza y dolor, lo que más siento ahora mismo en mi interior es cómo la rabia y la impotencia crecen. Sabía que seguramente no estaría vivo, pero jamás imaginé por todo lo que pasó. No era más que un simple conejillo de indias, mientras yo seguía mendigando por la calle, ideando un plan que solo serviría para causarme más dolor a mi misma. Ahora mismo me gustaría abandonarlo todo, tirar la toalla cómo hizo mi hermano. Sin embargo, las escenas detalladas de cómo le hicieron sufrir vienen a mi cabeza y cada vez me siento más impotente. Y no hay peor sensación que la impotencia. Saber que por mucho que luches no vas a cambiar nada, saber que, por mucho que te esfuerces, siempre irán un paso por delante de ti.
Me levanto del banco y lanzo los papeles contra la pared, desordenándolos todo. Necesito liberarme de toda la opresión que estoy sintiendo. Sin poder controlar mi enfado, le doy una patada a uno de los bancos y cae al suelo haciendo un gran estruendo, pero no me importa, ya no. La vista se me empieza a nublar, pero me niego a derramar ninguna lágrima, no en las caras de los que le causaran tal dolor a mi hermano. Y, entonces, entre todos los papeles esparcidos por el suelo, distingo una foto de mi hermano, del día en el que se lo llevaron. Y en este momento ya no puedo más.
Me apoyo contra una pared y me dejo caer hasta el suelo. Un dolor se me instala en el pecho y una lágrima solitaria baja por mi mejilla. La borro de allí de inmediato, ya no tiene sentido llorar su pérdida.
Entonces, oigo un ruido y levanto la cabeza. Marc está apoyado en el marco de la puerta, con sus ojos fijos en mí.
- ¿Cuánto tiempo llevas allí? -le pregunto; aunque, la verdad, no me importa si ha visto todo mi espectáculo.
- El suficiente -se limita a contestar.
- Puedes llevártelo todo. Haz lo que quieras, como si quieres quemarlo, todo me da absolutamente igual.
No dice nada, solo se queda paciente, observándome. Entonces, sin decir nada, empieza a recoger todos los papeles, hasta que distingo que encuentra el que hay una foto de mi hermano. Se la queda mirando unos segundos y, finalmente, la guarda con el resto. Acaba de cogerlos todo y, sorprendentemente, no se marcha. Se acerca hasta a mí y se sienta a mi lado. Yo no le digo nada, no tengo ganas de hablar con nadie, ni siquiera lo miro. Sin embrago, él solo se mantiene en silencio, hasta que, tras unos largos minutos, dice:
- ¿Y ya está, te rindes sin más?
Me giro hacia él y me lo quedo observando unos segundos.
- ¿Qué quieres que haga, entonces? Sabía que había muchas posibilidades de que estuviera muerto, pero nunca esa posibilidad ha sido tan real como ahora. Mientras él sufría yo no pude hacer nada. Y ahora, que sí puedo, ya es demasiado tarde. Así que sí, me rindo, porque nada de lo que he hecho ha servido para algo.
Entonces, él se sube la manga de la chaqueta y me muestra una marca en relieve sobre su piel. Distingo que es un código, que sigue el mismo patrón de todos los que fueron alistados para el Proyecto Cuerpo.
Lo vuelvo a mirar directamente a los ojos, a sus ojos de tonalidades diferentes tan profundos que me podría pasar horas admirándolos y que me observan con atención. Y, entonces, me doy cuenta de que quizás no estoy tan sola como pensaba.
- P

CZYTASZ
En Órbita
Science Fiction"¿Alguna vez habéis sentido la necesidad de escapar de dentro de vuestro propio cuerpo, de dejarse arrastrar por el viento y no preocuparos por nada; tan solo de dejarse llevar por la corriente? A veces, a mí me gustaría ser algo tan simple como una...