Ris

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Vivir en la calle no es tan difícil como parece. La gente te ignora, no te presta atención ni te juzgan por lo que haces. No les importa si te ven robar a alguien la cartera por detrás, si apestas o si duermes entre la basura. Sin embargo, lo que sí que tengo claro es que estoy harta de esta vida. Por eso me dirijo con diez mil euros en una mochila colgada al revés, –con la mochila sobre el pecho- para que nadie me cortara con una navaja la parte inferior de la bolsa y le cayeran diez mil euros del interior.

Cruzo por un estrecho callejón, aparto un contenedor y doy unos golpes a la puerta de metal que ha quedado al descubierto. Se abre una rendija y oigo que alguien desde el otro lado dice:

- ¿Si?

- Tengo que hablar con El Jefe.-esta es la única forma con la que te dejan pasar para hablar con "El Jefe", que en realidad se llama Bill.

Tras dicho eso, la puerta se abre y un hombre me escolta a través de los oscuros pasadizos. Me abre otra puerta y, una vez que estoy dentro, la cierra para dejarme a solas con "El Jefe". Él está sentado detrás de un escritorio y tiene todo de cajones oxidados detrás. La habitación es oscura, sin ventanas y decorada con mal gusto, toda abarrotada con cosas que la mayoría no sé ni para qué sirven.

- ¿Tienes el dinero? –me pregunta.

- ¿Tienes todos los documentos?

- Primero el dinero.

Me acerco a su mesa y dejo caer el dinero de dentro la bolsa sobre ella. Se toma unos segundos para contar que esté todo. Una vez que ve que todo está correcto, se levanta y rebusca entro los documentos de los cajones de detrás de él. Saca una gran carpeta con mi nombre mal escrito con rotulador en la tapa.

- Aquí se encuentra todo lo necesario. Ten en cuenta, que aunque tengas todo esto no hay garantía de que lo consigas.

- Lo sé. –Reviso en un momento que este todo, vuelvo a cerrar la carpeta y me dirijo hacía la puerta.

- Que tengas suerte, Ris.

Una vez fuera, voy a un lugar seguro donde nadie pueda ver lo que haga. Tras unos diez minutos, encuentro unas oficinas abandonadas. Me aseguro de que nadie me vea entrando y me coloco en una habitación con la puerta cerrada.

Saco todo lo del interior de la carpeta y lo esparzo por el suelo. Hay todo lo que pedí: documentos falsos de identificación y de admisión, la placa con mi número asignado, todo de papeles que no sé para qué sirven, el suero y una especia de aparato que sirve como para hacer un tatuaje de identificación. Por lo que sé, el tatuaje de admisión, que debe contener un GPS de mi posición que aún no está activado, se debe tomar con una especie de anestesia. Sin embargo, ahora mismo no tengo ningún anestésico y es necesario que lo haga lo antes posible. Así que cojo el aparato, presiono la parte correspondiente contra mi hombro, posiciono mi dedo índice encima del único botón que hay, inspiro y presiono. Noto como muchas agujas pequeñas me perforan la piel y se mantienen unos segundos, que se me hacen eternos, en el interior de mi piel. Durante estos segundos, siento como pequeñas y dolorosas descargas eléctricas que se me esparcen por el brazo y el cuerpo, junto con diferentes pinchazos que se me repiten desde el hombro hasta la punta de los dedos de la mano. Y, finalmente, las agujas se retiran y dejan al descubierto un extraño símbolo en mi brazo. Noto como el tatuaje me hierve, noto mi respiración agitada y noto mi corazón latiendo con fuerza.

Antes de irme definitivamente necesito despedirme de una de las dos únicas personas de este mundo que me importan de verdad.

Llego a una plaza donde todo de callejeros se encuentran compartiendo la comida unos con otros. Y, en una esquina apartado de todos, se encuentran Ben. Con todo esto he estado muy ocupada y hacía un tiempo que no lo veía. Y medida que me voy acercando más me doy cuenta de lo demacrado que se encuentra desde la última vez que lo vi. A pesar de tener unos sesenta años aparenta casi diez más. Cuando ve que me acerco, hace ademán de levantarse con una sonrisa en el rostro, pero con tal solo una pierna es algo difícil, así que abandona.

- Ris, -exclama- pensaba que ya no te acordabas de mí.

- Como iba a olvidarme de ti –le digo, dándole un beso en la mejilla.

- Como hacía tanto que no venías a visitarme...

- Ya, lo siento, es que he estado muy liada con un asunto.

- ¿Se puede saber de qué asunto se trata?

- Es algo... complicado.

- Tranquila, si no quieres contármelo no tienes por qué hacerlo, con que hayas venido a verme estoy contento.

- No, no es que no quiera, más bien es que no debería, pero bueno, qué más da. –Me acerco a su oído y le cuento todo.

Se queda unos segundos callado procesando todo lo que le acabo de contar. Hasta que, finalmente, dice con ojos triste:

- Entonces, esto es una despedida, ¿verdad?

Asiento débilmente, llegado lo inevitable, sabiendo que jamás podré volver a hablar con este anciano lleno de sabiduría y divertidas historias que compartir conmigo. Porque esto es un adiós, y un adiós de los de verdad, de los que sabes que una parte de ti se quedará con esa persona y que tú jamás vas a recuperar.

- P

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Hoy al final he decidido subir dos, ya que los dos han sido un poco cortos y así acabáis de conocer a los tres personages principales.

¡Espero que os gusten!

En ÓrbitaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang