Solo llegar al casino de apuestas tengo una sensación extraña, como si algo no fuera bien. Quizás debería sentirme mal por cómo trato a veces a mamá. No, no después de lo que le hizo a papa y a todos. No después de engañarle y destrozarle, acusándolo de que como él ya no la quería por eso lo había hecho.
Me acuerdo de que esa noche nos encontrábamos todos en nuestros cuartos con las puertas cerradas, supuestamente durmiendo. Entonces entró Rebeca en la mía, es como mi hermana favorita, digamos. Con ella me llevo mejor que con Cassie, ya que con Rebeca me llevo cinco años, y con Cassie ocho. Entró en mi habitación, preguntándome por qué gritaban tanto mamá y papá. Yo le contesté que no pasaba nada, que solo era una pequeña riña, igual que en todos los matrimonios. Después de mucho rato gritándose, oí como se escupían los últimos insultos y se cerraba la puerta de un portazo. Esa fue la peor parte, el silencio vacío, sin saber lo que había pasado. Solo lo oí yo, Rebeca dormía a mi lado, acurrucada sobre mi pecho. Sin embargo, al día siguiente encontraron el cuerpo de mi padre tirado en medio de la carretera. Había salido a emborracharse y lo había atropellado un coche. Y, desde ese día, todo fue a peor.
Sin embargo, me doy cuenta de que actuando de esta forma no solo estoy causando el dolor que mi madre nos hico sufrir a nosotros, sino que estoy abandonando a Cassie y a Rebeca. Yo me olvido de todo saliendo, apostando y bebiendo. Sin embargo, ellas siguen ahí, aguantando. Las he abandonado. Debería volver y enfrentarme a la realidad, como hacen ellas día a día. Así que doy media vuelta y empiezo a correr por las calles desiertas, bajo el tenue resplandor de las pocas farolas encendidas.
Cuando me faltan unas pocas manzanas para llegar, distingo una columna de humo gris que asciende hasta el cielo. Y corro aún más rápido.
Cuando giro la última esquina siento el calor de las llamas sobre mi piel, el resplandor de su luz y el humo grisáceo entrándome en los pulmones.
- No, no, no, no... -murmuro, con los ojos saliendo de las órbitas por el espectáculo que se está desarrollando ante mí.
Corro hasta la casa en llamas. Sin embargo, unos hombres me sujetan.
- Eh, alto, estamos intentando apagar el fuego.
- No, no. ¡Cassie, Rebeca! –intentó sobrepasar los guardias, pero no puedo.
- Te hemos dicho que alto.
- ¡Mi familia se encuentra dentro! Tenéis que ayudarlas, por favor –suplico. El corazón me va a cien, no estoy preparado para afrontar esta situación.
- Lo siento, pero no queda nadie con vida dentro.
- ¿Qué? No, no, pues volved a entrar y buscad mejor.
- Basta, chaval. Hemos encontrado tres cuerpos y todos sin vida. Ahora lo único que podemos hacer es apagar el fuego. Así que aléjate del perímetro de la casa y déjanos hacer nuestro trabajo.
Me alejo de mi casa envuelta en llamas, que poco a poco se van extinguiendo. No puede estar pasando esto, no estoy preparado para perderlas a todas. No puedo evitar sentirme culpable, no puedo evitar pensar que todo esto no habría ocurrido si yo no hubiera huido de los problemas, igual que un cobarde, como hago siempre. O quizás habría podido salvarlas, aunque solo fuera a una. O tal vez hubiera ocurrido igualmente, y hubiera sucumbido entre las llamas junto a mi familia. Esta habría sido mejor opción que la situación de ahora. En la que me encuentro totalmente solo, en la calle y sin la compañía de mis alegres hermanas. Sin embargo, también me siento muy culpable por como he tratado a mi madre. Quizás en cierto modo se lo merecía un poco, pero no de esta forma. No se merecía morir pensando que la odiaba.
- ¿Nick? –oigo una voz a mis espaldas, pero no le hago el menor caso. Estoy demasiado alterado y conmocionado como para atender las necesidades de un tipo al que no conozco de nada. –Nick –insiste, pero esta vez con voz más dura e impaciente.
Me giro hacía él. Es un hombre de aspecto duro e inquebrantable, pero que no me suena en absoluto.
- Siento mucho tu pérdida. Sin embargo, ahora no hay tiempo para lamentaciones. Necesito que me acompañes.
- No voy a acompañarle a ninguna parte.
- No te lo diría si no fuera importante, Nick. Además, ¿a qué otro lugar vas a ir ahora? Te has quedado sin casa y sin familia. ¿Qué vas a perder si vienes conmigo? Aunque, te aseguro, que va a ser mucho mejor de lo que tienes ahora.
En verdad tiene razón, no tengo absolutamente nada. Y si ahora mismo muriera, tampoco me importaría. Así que decido acompañarle, y me guía hasta una furgoneta negra que nos espera, dejando todo lo que una vez me ha importado a atrás. Sintiendo que, junto con los restos de la casa, también dejo una gran parte de mí.
- P

ŞİMDİ OKUDUĞUN
En Órbita
Bilim Kurgu"¿Alguna vez habéis sentido la necesidad de escapar de dentro de vuestro propio cuerpo, de dejarse arrastrar por el viento y no preocuparos por nada; tan solo de dejarse llevar por la corriente? A veces, a mí me gustaría ser algo tan simple como una...