Sara

113 10 1
                                    


Al principio todo está oscuro, no soy capaz de ver nada. Pero, entonces, puedo abrir los ojos y empiezo a distinguir las cosas que hay a mi alrededor. Estoy en una cama, en una habitación que no había visto antes. Toda yo me siento extraña, mi cuerpo no parece el mismo. Me siento agotada, pero a la vez es como si una gran cantidad de energía recorriera mi cuerpo. La siento bajo mi piel, recorriendo mis venas y distribuyéndose por todo mi cuerpo.

Entonces, empiezo a oír unas voces que provienen de la habitación de al lado, supongo. Se están gritando, parece que están discutiendo.

- ¿Quién te crees para tomar estas medidas a tu antojo? A parte de desobedecerme cuando te dije que no interfirieras, te has colado en un laboratorio donde no tenías permiso para acceder y has robado medicación.

- Ya ha muerto una vez, pero por suerte habéis podido revivirla. Además, por culpa de eso casi matáis a todos los que estaban en las experiencias en vivo. ¿Qué habría pasado si no llego a darle eso, dime?– ¿Están hablando de mí? No tengo fuerzas para levantarme o avisar de que estoy despierta.

- No es más que un experimento- grita la otra voz, desesperada.- Ni tú ni nadie más a quien yo no le haya dado permiso no puede intervenir. Si tiene que morir que muera, me buscaré a otro candidato más resistente al que no se le sea necesario subministrarle algo adicional para que pueda resistir una operación. Y ten por seguro de que me encargaré personalmente de que a ese otro candidato no lo entrenes tú, para que no te familiarices tanto. ¿Te ha quedado claro lo que puedes y no puedes hacer, hijo? –dice con un tono que desde aquí percibo lo fingido que ha sonado.

Entonces oigo cómo la puerta se abre y distingo que entra una persona vestida de blanco y dejo de oír las voces que discutían.

- ¿Ya estás despierta? –me dice la mujer en tono amable.- ¿Cómo te encuentras? ¿Te sientes bien?

- Sí, solo me siento cansado –digo, ahora ya con más fuerzas para hablar.

- Es normal después de la operación.

- ¿Qué es exactamente lo que me habéis hecho?

- Lo siento, pero no estoy autorizada para eso. Vas a estar aquí un día más para descansar y para entonces ya habrás recobrado del todo tus fuerzas.

Dicho eso, se encamina hacia la puerta para dejarme a sola y que descanse.

- ¿Puedo preguntarte una cosa? –Ella se gira hacia mí, en señal de que me está escuchando.- Durante la operación, ¿morí?

Al decir eso, su rostro amable se torna serio y se queda unos segundos observándome sin saber qué hacer o decir. Entonces, se ríe nerviosamente y dice:

- Por supuesto que no, sino no estarías aquí. –Y sale de la habitación, cerrando la puerta y dejándome a solas de nuevo.

El día transcurre tranquilo, poco a poco voy recuperando mis fuerzas. Sin embargo, la gran energía que percibía en mi interior aún sigue allí, presente y circulando por todo mi cuerpo. Se siente como si estuviera buscando una salida, porque mi cuerpo no es capaz de almacenar tal cantidad de energía.

Aún me sigo preguntando para qué ha sido esta operación y por qué no pueden decírmelo. Sin embargo, no ha vuelto a aparecer nadie para informarme o para preguntarme cómo me encuentro.

Cuando es la hora de ir a dormir las luces se apagan automáticamente y, a pesar de que no tenga nada de sueño, no tengo más remedio de intentar dormir un poco.

A la mañana siguiente, entran dos guardias en la habitación. Me dejan algo de ropa y me dicen que cuando acabe de vestirme me acompañaran a mi habitación.

En ÓrbitaWhere stories live. Discover now