Capítulo 27

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Terminó de abrochar su camisa y se dirigió a la casa de la familia, el brindis se daría en el jardín de la misma por lo tanto no necesitaba de ninguna ubicación para llegar.
Estacionó el auto cerca y se bajó. Pudo escuchar la música tranquila desde allí, la verdad la noche era perfecta para la ocasión. Brisa fresca, Luna llena, música a volumen moderado y la decoración que le daba ese toque acogedor al jardín.
Llamó a Natalia para avisarle que ya había llegado. No quería llegar como un intruso así que prefería que ella estuviera allí para recibirlo.
-¡Hola!-. Lo saludó Natalia eufórica con un abrazo que él correspondió.
La sala estaba vacía así que suponía que todos debían estar afuera. En el camino al jardín reconoció ciertos rostros de algunas amistades de Carolina que llegó a conocer antes.
-¡Agustín, que lindo verte! ¿Cómo estás?-. La madre de Carolina lo quería mucho y se alegraba de ver que aún sentía ese cariño por él.
-Muy bien señora Patricia-. Respondió sonriente mientras la señora lo abrazaba.
-Mira que grande y guapo estás. Eres todo un hombre-. Le dijo feliz mientras él reía.
-Leo, mira quién está aquí-. Dijo la señora llamando a su esposo.
-¡Agustín, cuanto tiempo! Me alegro de verte acá-. Lo abrazaba con emoción.
-Igualmente señor-. Volvía a ver a esas personas como su familia a pesar de que se hayan distanciado.
-¿Viste la final del River contra el Boca? La mejor de la historia-. Le comentó el padre de las Kopelioff.
-Definitivamente. Ya quiero que empiece la nueva temporada, estoy seguro que River triunfa nuevamente.
-Totalmente de acuerdo, han mejorado un montón-. Se notaba que ambos se extrañaban, antes Agustín solía ir los fines de semana a esa casa junto a Carolina y él se ponía a ver fútbol con el papá de ella y cuando no había partido hablaban por horas de aficiones que compartían. El señor siempre lo hizo sentir como un hijo y él también lo veía como un padre, al tener a su familia en Córdoba no podía compartir mucho con ellos.
Mientras estaba conversando con los señores Natalia había decidido ir a otra parte porque ya no se encontraba a su lado y no lograba verla entre las personas que estaban, no eran muchas pero si lo suficientes como para tener un banquete disponible. Observó el jardín y le encantó la decoración. Unas mesas en una zona, suponía que para la hora en la que sirvieran la comida, las sillas reclinables cerca de la piscina estaban ocupadas por chicos y chicas que se reían con ímpetu y las luces que se encontraban en los árboles y las que provenían de antorchas enterradas al césped. Caminó y se detuvo en una mesa repleta de postres de todo tipo, incluso había una fuente de chocolate. No era muy fan de lo dulce pero la mesa atraía a cualquiera.

Mientras charlaba con unas amigas, a lo lejos escuchó la risa de sus padres, hace mucho no los escuchaba riendo de esa manera, fijó su mirada en donde ellos se encontraban y pudo ver como estos abrazaban a Agustín y reían entretenidos. Pensó que estaba alucinando pero al sacudir la cabeza y ver la misma imagen aún, todas sus ideas apuntaban a una sola persona y recordó su conversación hace unos días:
-¿No piensas invitar a Agustín?-. Preguntó Natalia.
-¿Por qué lo invitaría?-. Contestó indiferente.
-¿Estás de broma Caro? Agustín ha estado muy pendiente, ¿Cómo no vas a invitarlo? Eso es injusto-. La regañó.
-No me gusta que esté cerca además ya no lo veo casi.
-Y es por tu culpa. Él quiere apoyarte y tú no lo dejas. No seas tan infantil y trátalo bien. Sé que vas a invitar a Samuel y juró que quiero matarte por eso pero es tu decisión, pero no puedo permitir que seas tan injusta con alguien que solo se preocupa por ti.
-¿Por qué aseguras que invitaré a Samuel?
-Porque no soy tonta Carolina, sé perfectamente que volviste con él. Pero ya estás suficientemente grande, tú sabrás lo qué haces-. Y así finalizó su conversación esa tarde.

Después de recordar eso volvió a fijar la mirada donde estaba Agustín, vio como terminaba de hablar con sus padres y empezaba a caminar a ningún lugar en específico, no pudo evitar reconocer de que se veía muy lindo. Caminaba con seguridad y una mirada llena de serenidad, su semblante le transmitía paz en ese momento. Borró esos pensamientos y buscó a su hermana para interrogarla.
-¿Fuiste tú verdad?-. La sorprendió tomando fotos a las luces que estaban colgadas.
-Sí-. Admitió tranquila.
-Te voy a matar Natalia Kopelioff-. La amenazó.
-Que sea con sutileza por favor-. Pidió bromeando.
-No puedo creerlo, eres mi hermana se supone que debes estar de mi parte.
-No sabía que era una competencia, Caro-. Natalia no perdería la paciencia por nada del mundo-. Y ahora que me haces saber que lo es, déjame decirte que no estoy en ningún equipo. Solo soy amable con quienes lo merecen.
Carolina se quedó callada, no seguiría discutiendo sola. Natalia parecía encontrarse en modo amor y paz y la ignoraría si seguía. Iba a irse pero Natalia volvió a hablar.
-Además no veo a tu novio aquí, así que puedes ir a empezar con tu nueva amistad con Agus-. Definitivamente a Natalia le gustaba verla enojada.

Agustín recorrió con su mirada toda la mesa. No sabía si era el cansancio y el hambre pero sentía que había llegado a una especie de paraíso llamado: azúcar.
Pero el encanto le duró poco ya que pudo distinguir dos voces que lo hicieron tensarse inmediatamente.

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¿De quiénes serán esas voces? 🧐

Desde el alma [Aguslina] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora