Capítulo 51

846 64 16
                                    


Agustín acababa de salir del hospital y se encontraba en su casa junto a sus padres, su hermano, Maxi y Esteban. En los pocos días que habían pasado no había vuelto a saber de Carolina y eso lo tenía bastante nervioso.

-Hermano, relájate tienes que hacerlo para que ya vuelvas a lo tuyo con normalidad.

-Lo intento, Santiago, pero si a ella le pasó algo no me lo perdonaría.

-Ella está bien, convéncete de eso.

-Su hermana tampoco contesta mis llamadas y perdí el número de sus padres.

-¿Y sus amigas no lo tienen?

-No habló con sus amigas, solo con Male y ella tiene la cabeza en otro planeta.

-Buscaré el número de su casa en el directorio, debe salir ahí, tal vez sus padres si te contesten.

-Trabajan la mayor parte del día, pero nada pierdo en intentar. Si llegan a contestar te lo agradeceré toda la vida.

-Que exagerado eres, con razón eres actor, súper dramático siempre.

-No exagero, ella de verdad me importa, siempre me ha importado.

-Piensas volver a intentarlo algún día de nuevo.

-No sé, ella merece a un hombre dispuesto y comprometido, que le baje una galaxia entera para ella.

-¿Y si ese hombre eres tú?

-Yo me rendí a la primera, sin duda no soy yo... Pero si pudiera lo volvería a intentar.

-Puedes hacerlo, pero temes de que vuelva a salir mal. Juégatela ya, al final podrás perder, pero lo habrías intentado.

#
La mañana transcurrió tranquila, eso era lo que Agustín necesitaba, tranquilidad.
Se encontraban viendo un partido de fútbol mientras conversaban.

-¿Llamaste?

-Sí, pero nadie contesta. Ya no sé que más hacer.

-Ya sabrás de ella, en algún momento debe aparecer -Agustín eso no lo hizo sentir bien, qué tal si Carolina estaba secuestrada y él no lo sabía, nadie lo sabía y podía estar en peligro. Se dijo a sí mismo que mañana saldría a buscarla aunque trataran de impedírselo.

Logró dormir gracias a los medicamentos que le habían recetado porque si fuera por él, haría vigilia en su habitación.

-¿Quieres mermelada de fresa o de naranja? -le preguntó su mamá, eran las nueve de la mañana y su padre había ido a comprar unas vitaminas que le habían recetado junto a su hermano y Maxi había salido a comprar unas cosas nuevas para el estudio.

-Fresa -respondió mientras le daba un sorbo a su café.

-¿Ya probaste la avena? La hice con leche de almendras.

-Sabe normal, oye mamá, se me olvidó decirle a papá que necesitaba un nuevo cepillo de dientes, ¿podrías ir a comprarme uno? -mintió, pero era necesario.

-Puedes llamarlos.

-Es que lo necesito ya...

-No seas mentiroso, Agus. No te voy a dejar solo si es lo que quieres -resopló abatido.

-Lo intenté -susurró y siguió desayunando.

Tocaron la puerta y su mamá se levantó para abrirla.

-¿Quieres que los envíe de nuevo al súper o ya no "necesitas" el cepillo?

-Ya no.

Del otro lado de la puerta estaba Carolina, se encontraba mejor después de lo que había pasado ese día. Se había ido con su hermana fuera de la ciudad, lejos de todo sin nada que la perturbara, era lo que quería y necesitaba en ese momento. Acababa de volver y lo primero que sabía que tenía que hacer era ir a ver a Agustín después de ver el montón de llamadas que tenía de él en su teléfono.

-Buenos días -saludó cuando le abrieron la puerta.

-¡Gracias a Dios que apareciste niña!
-exclamó Claudia contenta y la abrazó efusivamente -Agus estaba colapsando, pasa para que te vea y así deje de hacerse ideas que no son.

Carolina entró y caminó hasta la sala donde estaba el chico en el sofá desayunando enfrente de la televisión, se veía mucho mejor, ya no tenía la venda en la cabeza, las ojeras habían desaparecido y en sus manos solo quedaban pequeños rasguños. Estaba muy concentrado en lo que sea que estuvieran transmitiendo a esa hora mientras se llevaba una tostada a la boca, también parecía haber recuperado su peso en esos pocos días.

-Tienes visita, creo que me iré por el cepillo que me pediste -le guiñó el ojo a su hijo -Caro, antes de irme ¿quieres café? Está recién hecho.

-No, pero gracias -le dedicó una media sonrisa.

-Bueno me voy, vuelvo en veinte minutos -se despidió con un beso en la mejilla de su hijo que se encontraba sorprendido pero a su vez feliz.

-Hola...-murmuró la chica acercándose hasta sentarse a su lado.

-¿Dónde estabas? -preguntó lleno de confusión y alivio al saber finalmente que ella estaba bien.

Ella suspiró y empezó a contarle.

-Fue difícil para mi enterarme que mi novio me engañaba, pero fue totalmente doloroso enterarme también que te guarde siempre un resentimiento en el fondo por haberme roto el corazón cuando lo único que querías era que lograra mis metas. Agustín, perdóname por haber sido injusta contigo, porque realmente lo fui al nunca terminar de olvidar lo que habías hecho aun cuando me ayudaste en todo este tiempo. Nunca pude confiar totalmente en ti cuando volviste pero ahora estoy segura de que puedo hacerlo.

-No entiendo bien lo que dices, Carolina -habló serio y confundido, enterarse que ella no confiaba en él todo este último tiempo le dolió, aunque eso fuera lo más irrelevante de todo lo que había dicho.

-Lo sé todo Agustín, mis abuelos te obligaron a alejarte, ellos hicieron que terminaras con lo nuestro para que así no estuvieras cerca y ellos insistir con sus ideas sin sentido.

-Ellos no tienen la culpa de todo, Caro, yo debo reconocer que fui un cobarde por salir corriendo y no luchar lo suficiente, en el fondo, nunca lo he dado todo por ti y me odio por eso -confesó.

-¿Por qué siempre eres tan duro contigo? No podías hacer nada en ese momento, sé lo del contrato, créeme Agustín que si la situación hubiese sido al revés yo también te habría soltado con tal de no poner en riesgo tus sueños -el chico le dio una media sonrisa.

-Igual siento que no fui valiente, pero tampoco me hubiese perdonado nunca el haber sido un obstáculo para ti -ella lo abrazó y dejó salir un par de lágrimas.

-Me duele que ellos hayan hecho todo eso, yo los quería y los respetaba, nunca se portaron bien contigo pero...aún así nunca perdieron mi cariño.

-Y así debe seguir siendo. Carolina, en esta vida muchas personas te harán daño, pero debemos saber perdonarlas, es parte de vivir.

-¿Tú me perdonas por haberte juzgado mal todo este tiempo e incluso difamarte? Yo no he sido justa, Agustín.

Él soltó una risa.

-Nunca podremos ser justos con todos, solo debemos dar lo mejor de nosotros, y yo no tengo nada que perdonarte, tú nunca me has hecho daño. Eres mi calma, ¿cómo podría mi calma perjudicarme?

-Siempre haces lo mismo.

-¿Qué hago?

-Elevarme con solo unas palabras -sonrío -me haces sentir que tengo poderes y a la vez haces que me sienta mal por nunca saber que responderte.

-Mi intención nunca ha sido hacerte sentir mal, y no debes responderme nada si no te nace, con una sonrisa me basta incluso nada es suficiente.

-Si continuas así tendré que volver a besarte -susurró mirándolo a los ojos.

-Quiero que nos tomemos el tiempo, Caro. Que te tomes tu tiempo también.

-Gracias -se acercó ella y besó su mejilla.

-Deseo volver a enamorarte -le dijo bajo él.

Desde el alma [Aguslina] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora