Capítulo 28

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-Buenas noches-. Saludaron las personas.
Agustín se giró y pudo ver sus rostros, los abuelos de Carolina, los recordaba perfectamente y no eran buenos recuerdos.
-Buenas-. Les respondió frío.
-Creí que habíamos sido claros contigo la última vez-. La mirada de los señores a pesar de la edad era dura y amenazante-. No entiendo qué haces aquí.
-Solo soy amigo de ella-. Respondió Agustín en voz baja.
Los señores se miraron y rieron.
-Te dijimos que no te queríamos cerca de nuestra nieta. ¿No lo entendiste?
-Si lo entendí y por eso hice lo que me dijeron. Terminé con ella y ustedes lo saben-. Dijo reteniendo su ira.
-A ver niño, ya sabíamos que no eras inteligente pero no pensamos que era tan grave. No te queremos cerca de ella de ninguna forma. Ni como novio ni como amigo ni conocido ni nada. ¿Ya lo comprendes?-. Los abuelos de Carolina no vivían en Buenos Aires sino en un lugar más alejado. Tiempo atrás cuando Carolina estaba con Agustín ellos habían vuelto a la ciudad por un tiempo porque su casa iba a ser remodelada. En ese tiempo conocieron a Agustín y lo odiaron lo suficiente como para amenazarlo y con eso hacer que él terminara su relación con su nieta. Agustín nunca entendió sus razones ya que ni siquiera disimulaban su desagrado antes, siempre hacían comentarios sobre él sin importar que Carolina estuviera allí. No pensó que estarían ahí esa noche porque si lo hubiese sabido no habría asistido. Lo que sí sabía era que tendría un fuerte dolor de cabeza después de esa conversación.
-No buscó ningún beneficio de su familia. No entiendo porque su mala actitud hacía mi.
-Eso no es importante músico de quinta.
Aléjate de Carolina de una buena vez. Recuerda lo que te dijimos la última vez.
Y sí lo recordaba todavía.
Ellos le juraron a Agustín que si no terminaba inmediatamente su relación con Caro ellos mismos se encargarían de destruir no solo su carrera sino también la de ella. Le prometieron que no tendrían compasión por ser su nieta y acabarían con todo lo que ella había logrado. Perece que ellos nunca estuvieron realmente de acuerdo con la profesión que ella había elegido, ellos tenían una puerta abierta en sus negocios para ella con tal que dejara todo lo relacionado al arte.

Carolina se dirigía por un poco de agua pero al ver la escena cambió de rumbo. Agustín tenía los puños apretados a sus lados y la mandíbula bien marcada. Siempre supo que a sus abuelos no les agradaba él y por la imagen que veía pudo descifrar que su actitud no había cambiado.
-¿Que hacen abuelos?-. Dijo con una sonrisa para romper la tensión.
Su abuela de una vez cambió su mirada amenazadora a una dulce.
-Nada mi niña. Solo queríamos preguntarle al músico con que nos iba a deleitar esta noche-. Dijo refiriéndose a Agustín.
-Agustín no está como músico, es un invitado-. Les explicó ella.
-Ohh, no sabíamos pensamos que como lo de ustedes ya había acabado no seguirían hablando nunca más-. Dijo la señora con falsa inocencia.
-Discúlpanos muchacho, fue un gusto volver a verte-. Sonriendo se retiraron.
Al quedarse solos ella notó como aún los puños de él estaban apretados.
-¿Qué te dijeron?-. Le preguntó, lo conocía lo suficiente como para saber que sus abuelos le habían dicho algo más para dejarlo en ese estado.
-Nada nuevo-. Respondió suspirando.
-Mentiroso, pero te lo dejaré pasar.
-Linda reunión-. Le dijo él cambiando de tema.
-Mis papás se encargaron de todo, yo solo ayude con la decisión de la comida-. Dijo ella dándole poca importancia.
-Pues has acertado. Antes de que vinieran tus abuelos ya me había comido como cinco de esos-. Apuntó a unas pequeñas tartas cubiertas de chocolate-. Y creo que iré por una más o dos.
-Déjales a los otros invitados-. Dijo ella bromeando.
-No prometo nada, además están bastante ocupados conversando ni siquiera creo que se acerquen acá.
Ella se rió y pasaron unos segundos.
-Supongo que a pesar de todo debo agradecerles a tus abuelos, gracias a ellos viniste a mi rescate y ahora estoy hablando contigo y no me has matado por colarme en tu fiesta-. La amargura de su rostro ya había desaparecido y ahora se creaba una expresión llena de neutralidad.
-Ya sé que te invitó mi hermana.
-¿Quieres decir que la mataste a ella?
-Aún no, tal vez mañana.
-¿Dejarás que vaya a su funeral?
-Tendría que pensarlo.
Tomó su sexta tarta y la devoró.
-Creo que debo empezar a comer más chocolate, me llena de energía prácticamente.
-O mejor deberías dormir más.
-Eso es imposible, se ha convertido en un gran problema-. Dijo pensando en la gran cantidad de horas que pasaba en desvelo-. ¿Invitaste a Juli y Male?
-Sí, me dijeron que llegarían un poco tarde por unas compras. ¿Por qué?
-Supongo que son los únicos con los que podría conversar. No puedo estar con tus padres toda la noche, Natalia tiene a sus amistades por ahí, tus amigas me odian porque justo ahora están asesinándome con la mirada y tus amigos bueno...a ellos nunca les caí extremadamente bien-. Le explicó.
-Tal vez ahora si-. Dijo ella pero al ver a John señalando a Agustín a lo lejos con cara de ¿por qué está aquí? Se arrepintió de lo dicho.
-Nunca pensé que podría despertar tanta mala vibra en un lugar.
-¿Y por qué sigues soportándolo? Digo no es por nada pero yo me habría ido hace rato si veo que todo el mundo me odia.
-Asumo que porque esta mesa me está reteniendo totalmente y porque quiero seguir contemplándote. No puedo callarlo así que te lo diré, te vez muy hermosa-. Le dijo un poco nervioso. Ella solo susurró un gracias.
-También te he traído un regalo-. Volvió a hablar mientras metía las manos en el bolsillo de su jeans.
Sacó una pequeña caja azul y se la entregó.
-Espero que te guste.
-¿Qué te hace pensar que lo abriré? Puedo guardarlo y mañana tirarlo a la basura-. No quería nada que la hiciera pensar en él.
A Agustín la idea le dio temor pero se las arregló para tratar de evitar eso.
-Podemos hacer un trato. Lo abres y si no te gusta solo me lo regresas y si logra gustarte te la quedas. No tienes que usarla si no quieres.
Ella lo pensó, pero terminó accediendo al ver la mirada de miedo y suplica que él tenía.
-Pero no lo abriré aún.
-Está bien-. Aceptó Agustín.

Desde el alma [Aguslina] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora