Capítulo 54

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Carolina había quedado sin palabras, había olvidado por completo la función de cada parte de su organismo, le pareció tan tierna la forma en que se había expresado, esas palabras fueron tan dulces como un postre en primavera y él ante su silencio estaba nervioso trataba de ocultarlo pero no pudo hacerlo en el momento en que sus manos empezaron a moverse sin parar sobre los bolsillos de sus jeans.
Ella percibió su nerviosismo y colocó sus brazos alrededor del cuello del chico, abrazándolo como si fuera una pieza que busca encajar en ella para susurrarle cerca del oído, erizando toda su piel.

-Dicen que a veces lo que queremos no es lo que necesitamos, pero a ti Agustín...-besó su cuello antes de continuar- a ti te quiero y te necesito.

Sintió como él se relajaba y la abrazaba con más fuerza.

-Te prometo Carolina, ser lo que siempre has querido para tu vida, no dejaré que nada me intimide esta vez.
No volveré a ser un cobarde.

-Con que confíes en mí y tengamos respeto el uno por el otro, es suficiente -le dijo ella sonriéndole pero él negó rotundamente.

-Tú mereces más que eso y me esforzaré por dártelo, te lo juro -finalizó y la besó, como antes, cuando eran más jóvenes y cada uno ansiaba que llegara el fin de semana para hacer algún plan juntos, ahora la besaba y lo sentía más fuerte que en ese entonces, como si en todo el tiempo que había pasado el sentimiento no se debilitó, al contrario, se fortaleció. Podían asegurar que su amor crecía cada segundo desafiando cualquier ley física relacionada al tiempo, su amor por el otro era imparable.

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-Maxi me sugirió que te pidiera estar conmigo el día de tu cumpleaños, pero la verdad es que las palabras salieron sin control, no pude resistirme -. Estaban compartiendo un helado en una mesa alejada del resto de las del local.

-Fue muy lindo lo que dijiste, eres un cursi -empezó ella molestarlo.

-Tal vez, un poco -reconoció ligeramente sonrojado.

-No quiero ni ver la cara de Natalia cuando se lo diga, lo primero que me dirá seguro va a ser "te lo dije" -comentó Carolina -. No va a parar de molestarme.

-¿Por qué? -preguntó entonces Agustín, al darse cuenta de lo que había dicho, tomó una cucharada de helado y se la llevó a la boca mientras pensaba su respuesta, no le iba a confesar que llevaba tiempo confundida, no le seguiría alimentando el ego, al menos no lo que quedaba del día.

-Larga historia, te la cuento otro día, ahora dime tú, ¿Cómo va el asunto de las presentaciones?

-Mal, pero hablemos de eso en otro momento ¿si? -la chica asintió tomando su mano -. ¿Qué haremos ahora?

-¿A qué te refieres? -habló sin entender.

-Con la gente, se van a enterar y tú y yo parece que no sabemos disimular absolutamente nada. Se van a dar cuenta.

-No es nuestra obligación comunicarlo, Agustín. Es nuestra vida privada.

-Lo sé, pero yo quiero que el mundo sepa que estás conmigo, Carolina, sé que tal vez tú no quieras decirlo pero yo...

-¿Por qué no iba a querer?

-Porque es muy pronto ¿tal vez? ¿Porque ya se ha hablado de nosotros y no de muy buena manera? No quiero que tú imagen se vaya a manchar.

-Agus, la gente puede pensar lo que quiera, al final quienes están juntos somos nosotros, nuestra opinión es la única que cuenta aquí. Si a los medios les gusta pues está bien y sino entonces que mal por ellos, no debe importarnos.

-Entonces que se enteren solos y saquen las conclusiones que quieran -dijo él y se acercó a besarla -pero podría asegurar que tus amigos me van a querer matar.

-Lo entenderán después, ya verás.

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-Está usted en su edificio señorita -le anunció cuando había estacionado.

-Gracias, fue un buen día -le sonrió, -llámame cuando llegues a tu departamento.

-Lo haré -se acercó para darle un beso de despedida y después ella bajó del auto, él espero hasta que entrara y luego volvió a arrancar el vehículo, no sin antes tener un detalle con ella.
Tomó su celular y le escribió un mensaje
"Ya te extraño". Sonrió y salió a la carretera.

Al llegar a su departamento le escribió a Carolina como ella le había pedido y caminó hasta la cocina en donde tenía con Maxi un calendario con sus futuros compromisos.
Solo con verlo pudo sentir como su alegría había disminuido, cada vez habían más espacios en blanco, aunque esos días los utilizaban para ir al estudio, ¿de qué servía si no iban a poder promocionarla como se debe? Tenía que averiguar lo que estaba ocurriendo, no podían seguir así, para él no era normal no eran casualidades, estaba seguro que todo era hecho con el objetivo de perjudicarlos y él haría todo por frenar esa situación.

Desde el alma [Aguslina] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora