Capítulo 32

801 54 4
                                    

Ya era domingo, después de haber llegado a su departamento y ordenar lo que había traído de regreso se sentía aburrido, no quería llamar a Maxi porque hace menos de una hora se habían separado en el aeropuerto, Pochoclo debía estar trabajando y Julián estaba fuera de la ciudad.
Se decidió por ir al estudio y seguir trabajando, debería descansar pero dormir se había convertido en su tarea más difícil desde hace tiempo.

Observó el reloj, 9:00pm no podía creer la gran cantidad de tiempo que estuvo allí, tenía que volver aunque no quisiera ya era mucho por ese día.
Iba escuchando música en el camino, paró en un semáforo que estaba en rojo y esperó a que cambiara, pero las luces de colores en un parque captaron su atención, estacionó en la acera y se bajó a ver más de cerca.
Vio un grupo de niños bailando parece que era una presentación de alguna escuela primaria cercana, permaneció allí por unos minutos más hasta que finalizó el pequeño evento. Al final se lo había entretenido lo suficiente.

Cuando volvía a donde estaba su auto la reconoció del otro lado de la calle, estaba junto a su grupo de amigos y pudo también reconocer al otro tipo. Lo recordó del día que fue a recoger el reloj de Maxi. Habría seguido su camino pero no pudo hacerlo al notar que el grupo estaba alzando el tono de voz y dos de sus amigos estaban del lado del otro chico, John y Chris los recordó. Se acercó y logró escuchar lo que estaban diciendo.
-¡Carolina vete! No te metas en mis problemas.

-Solo te estoy cuidando, no puedes actuar sin pensar es una tontería la que quieren hacer -explicó ella preocupada.

-Ya te lo dije no es tu problema.

-Samue...

-¡Lárgate ya! -gritó y eso fue lo que hizo que Agustín interviniera.

-¿Problemas? -se aclaró la garganta y preguntó tranquilo a los jóvenes. Él no lo sabía pero los tres lo reconocieron.

-Mira si no tienes suerte Carolina, llegó tu ex, puedes irte con él ahora que son tan amigos. De todas formas él está conforme siendo la segunda opción -dijo soberbio el principal.

-Samuel estoy hablando en serio vámonos -trataba de convencerlo Carolina.

-¡La única que se va eres tú!

-¡Oye cálmate! -gritó Agustín esta vez.

-¡Tú no te metas! Si quieres hacer algo llévatela de aquí.

-Samuel, no seas necio.

-Sabes que Carolina, si no te largas ya esto se acaba ahora mismo -la amenazó-. Así que no seas estúpida y vete ya.

Agustín apretó los puños, los otros dos parecían ignorar todo, no les importaba ni se esforzaban por tratar de calmar la situación. Lo último que dijo este hizo que cayera la primera lágrima de la noche, eso solo hizo que Samuel pegara media vuelta y se fuera y detrás de él los otros dos.

-Pensé que no te gustaban las segundas oportunidades -dijo en voz baja.

-Siempre hay excepciones -después de la primera lágrima las demás también quisieron ser libres.

-¿Cuando se trata de la persona correcta? -ella solo asintió con la cabeza tratando de secarse las lágrimas.

-Te dejaré en tu departamento, mi auto está en la otra calle.

Llegaron a su puerta pero antes de abrir ella habló.
-No te vayas aún, por favor -suplicó susurrando.

-Está bien.

Al entrar él se dirigió al sillón y ella fue por un vaso de agua.
Las puertas del balcón estaban cerradas pero no las cortinas lo cual permitía observar parte de la ciudad y como ésta era iluminada por farolas y estrellas. Una noche muy hermosa y tranquila como para estar triste.
Mientras contemplaba el paisaje ella llegó y se sentó a su lado.
-Él nunca es de enojarse, mucho de menos alzarme la voz -comentó la chica más tranquila. Parece que había logrado calmarse y parecía estar tan serena como la noche.

-¿Sabes por qué las personas gritan cuando están enojadas aunque estén cerca? -le preguntó Agustín.

-No -le dijo, mientras apoyaba la cabeza en el pecho de él, encontrando calidez y un aroma tan varonil que le traía recuerdos de un pasado a su lado vívido con intenso amor. Él dejó que ella se acurrucara, al final quizás esa cercanía lo hacía sentir más seguro y cálido a él que a ella, siempre estaría a su disposición.

-Dicen que cuando las personas se enojan y gritan, es porque sus corazones se alejan. Se alejan tanto que necesitan elevar la voz para poder escucharse. Por eso las parejas enamoradas viven sus romances hablando en susurros, por lo unidos que están sus corazones. Siempre que las personas peleen deben procurar que sus corazones no se alejen.

-¿Y cómo lograrlo?

-Supongo que es algo que solo el amor es capaz de hacer -contestó suspirando.

-No quiero hablar de lo qué pasó -pidió ella.

-¿De qué quieres hablar entonces?

-Hablemos de ti.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Jijiji, ¿cómo les va? ¿Ya escucharon Te olvidaré?

Desde el alma [Aguslina] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora