Capítulo 51: Sacrificio

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Adrien le estaba siguiendo, su nada discreto "hermano menor" le seguía los pasos a menos de un par de metros, la noche anterior había llamado a Claude para reunirse a hablar sobre los magos oscuros, había salido temprano pero no tenía tiempo para jugar a los detectives con el pequeño Adrien, así que se sentó en un café y se puso a leer, cuando Adrien se distrajo con su celular, Félix se levantó rápidamente y fue a pagar el café, Adrien se dio cuenta de su ausencia y observo a los lados buscándolo sin resultados.

Félix lo observaba desde el mostrador, después se dirigió al baño y espero a que Adrien se marchara del local para irse de allí.

Encontró a Claude leyendo el periódico sentado en una de las bancas del parque cercano a la torre Eiffel, su amigo ahora estaba usando su apariencia más juvenil que Félix no había vuelto a ver desde que estuvieron en casa de Luka. Al menos con esa apariencia no llamarían la atención... ¿Qué tan normal es que un adolecente lea el periódico en medio de un parque mientras fuma un cigarrillo? Espera... ¡¿Desde cuándo Claude fuma?!

- Hola – saludo desconcertado Félix y Claude levanto los ojos por en sima del periódico, llevaba gafas -. ¿Desde cuándo fumas?

- Es un mal hábito que se me pego por los años treinta – dijo Claude cerrando el periódico, quitándose los lentes de lectura y apagando el cigarrillo -. Llegas tarde, por cierto.

- Lo sé, Adrien reanudo sus investigaciones y estuvo siguiéndome hace un rato.

- Adrien... – susurro Claude -. Jama subiera imaginado que terminarías siendo un Agreste.

- ¿Cómo conociste al señor Agreste? – pregunto Félix sentándose junto a su amigo.

- Hace poco, como diez años.

- Hace casi nada – susurro sarcástico Félix.

- Te recuerdo que los dos nacimos hace doscientos años, diez años en comparación a eso es un lapso de tiempo muy corto... Gabriel y Emilie comenzaban a convertirse en personas famosas y a hacer cierta fortuna, por motivos de negocios...

- ¿Tú trabajas?

- Obvio ¿Cómo crees que consigo dinero? – Félix desvió la mirada y Claude rodo los ojos -. No existe ningúna ayuda social para magos.

- Sigue contando como conociste a pad... al señor Agreste – esa pequeña equivocación por parte de Félix llamo la atención de Claude pero este no dijo nada ¿Acaso Félix comenzaba a sentirse parte de la familia Agreste?

- Trabajaba en ese momento en Marketing y Emilie Agreste era la nueva cara de la próxima promoción. Adrien tenía como cinco años y le encantaba correr, armaba bullicio en toda la empresa.

- No ha cambiado mucho – medito Félix.

- No creo que me hayas citado aquí para hablar de los Agreste ¿Qué era lo que querías?

- Necesito que me cuentes absolutamente todo lo que sepas de los magos oscuros, sé que hay cosas que no me has mencionado.

- ¿Todo sobre los magos oscuros? ¿Piensas enfrentarte a ellos?

- Tal vez...

- Son muy peligrosos, debemos investigar más antes de lanzarnos a hacer cualquier cosa.

- Pareciera que no me conoces ¿Desde cuándo soy impulsivo?

- Una vez actuaste por impulso.

- Por desesperación... además me convencí de que se suponía que debía hacerlo.

- ¿Hay algún motivo por el que quieras combatirlos tu solo?

- Porque de lo contrario... Marinette estará en peligro.

- Todo París estará en peligro – resplico Claude.

- ¿Si me enfrento a ellos vendrás conmigo?

- ¿Alguna vez te he dejado por tu cuenta?

- No, nunca lo has hecho... - se quedaron en silencio hasta que Félix volvió a hablar -. ¿Qué paso con Allegra? ¿Cómo termino su historia de amor?

- ¿Qué historia de amor? – pregunto Claude mirando a la nada.

- ¿Se pelearon?

- No, es solo que esas relaciones estaban prohibidas ¿Recuerdas?

- Claro ¿Qué dijo ella cuando te convertiste en un mago escuro?

- Nunca se enteró – susurro Claude, ¿Cómo iba a saber Allegra que él se convirtió en un mago escuro si fue ella el sacrificio que desato sus poderes?

- ¿Cómo no se enteró? – pregunto Félix y Claude no quiso contestar, su amigo hacia demasiadas preguntas... si seguían hablando tendría que contestarle y no sabía cómo reaccionaría Félix.

- Estaba en otro lugar – dijo Claude, técnicamente era cierto, un lugar muy lejano al mundo de los vivos, aunque él seguía sintiéndola cerca, algo de ella se había quedado en su magia.

- ¿Cuándo fue la última vez que la viste?

- No lo recuerdo muy bien ¡Fue hace más de siglo y medio Félix! ¿Cómo quieres que me acuerde? – dijo Claude molesto, recordaba muy bien la última vez que vio a Allegra.

Ella parecía una roza tirada en el suelo, llevaba un vestido amarillo que se había teñido del rojo de la sangre que brotaba de su cuello como agua, le pareció que intentaba hablar pero de su boca solo salía un quejido ronco y acuoso ¿Qué era lo que intentaba decirle? Tal vez solo se estuviera ahogando con su propia sangre, poco a poco mientras la vida se le escapaba por la enorme herida de su garganta cercenada su mirada dejaba de sostener la mirada de Claude, que la veia con un rostro casi de incomprensión, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, tal vez con la serenidad de la locura, cuando ella se esforzaba por respirar, cuando era evidente que en segundos habría perdido la batalla contra la muerte... Claude recito el conjuro tabú que lo convertiría irrevocablemente en un mago oscuro.

- Tienes razón – dijo Félix sorprendido ante la ferocidad de la respuesta de su amigo -. No nos desviemos del tema ¿Qué sabes de los magos oscuros?

- Tomemos un paseo – dijo Claude poniéndose de pie, Félix le siguió sin rechistar y ambos caminaron en silencio por algunos minutos -. La mayoría necesita para sellar el pacto del cambio una vida humana.

Félix estuvo a punto de preguntar ¿Cómo había hecho Claude ese cambio? Pero no se atrevió a hacerlo, en el fondo no quería saber la respuesta.

- Pero hay casos extraños – Siguió explicando Claude -. De personas que pueden usar la magia negra sin pagar la entrada... son casos muy poco frecuentes, algunos dicen que es solo un rumor, otros que el hilo que te une a la vida debe estar casi roto para que puedas hacer uso de esto... no sé qué tan cierto será, pero ese grupo que vimos en las catacumbas no eran las acepciones, están conjurando la sangre que toco la tierra de París, eso son siglos y siglos de muerte, es un enorme poder acumulado... pero no es suficiente, necesitan sangre nueva para que funcione.

- ¿Cuál crees que podría ser su objetivo? – pregunto Félix, Claude negó con la cabeza.

- A ciencia cierta no sabría responderte, pero esas sectas suelen tener objetivos que rayan en el fanatismo, la mayoría de veces simplemente quieren probarse que pueden hacerlo.

Tan entretenidos estaban en su conversación que no se dieron cuenta que pasaron cerca de Adrien. 

Secretos y omisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora