Capítulo 37: Juventud

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Marinette y Félix se habían sentado en una de las bancas del parque mientras comían helado.

-Una semana era un castigo excesivo – comento Félix con tono neutro.

-En parte tiene razón te desapareciste todo el día luego de que una bandada de palomas akumatizadas atacara – dijo Marinette -. Pero me alegro de que tu castigo terminara.

-¿Quieres ir al cine? – pregunto Félix y Marinette asintió alegremente.

Terminaron sus helados y se levantaron para dirigirse a la sala de cine más cercana. Félix no se  acostumbraba a esas imágenes en movimiento pero tenía que comenzar a actuar como un muchacho normal.

Mientras caminaban le pareció sentir que alguien le observaba y giro para encontrarse con un anciano de razgos asciaticos, Marinette también lo vio.

-Es un viejo amigo de mi abuelo – dijo la chica -. Voy a saludarle, ya regreso.

Marinette soltó su brazo y corrió para encontrarse con el anciano. Félix los observaba con mucho interés.

-¿Necesita algo maestro?

-¿Quién es el joven que te acompaña? – pregunto el maestro Fu.

-Es mi novio, se llama Félix – explico Marinette.

-¡¿Félix?! – dijeron con evidente sorpresa el maestro y Wayzz que estaba escondido en la ropa del anciano.

-¿Pasa algo?

-¿Cuál es su apellido?

-Agreste.

-¿Agreste? ¿Cómo el modelo Adrien Agreste y el diseñador Gabriel Agreste?

-Si, Félix es el hermano mayor de Adrien.

-Tenía entendido que Adrien Agreste era hijo único.

-¿Enserio? Yo también... pero todo el mundo conoce a Félix – dijo algo vacilante Marinette ¿él maestro le regañaría por salir con un chico que no sabe quién es realmente?

-Bueno Marinette, nos vemos pronto, no quiero interrumpir tu cita.

-Hasta luego maestro – se despidió la chica.

Cuando el maestro se hubo marchado Marinette regreso junto a Félix y se tomaron de la mano.

Días después Félix estaba revisando el libro de los miraculous en casa de Luka.

-¿Hay algo interesante? – pregunto Claude que estaba sentado en una esquina del cuarto.

-Nada, solo lo revisaba – dijo Félix bajando el libro, Luka parecía algo incómodo, cosa que no paso desapercibida para los otros dos chicos.

-¿Te sucede algo? – pregunto Claude.

-No... bueno, a mi madre comienza a parecerle extraña su presencia aquí – respondió Luka.

-¿Crees que puede sospechar algo? – pregunto Félix.

-No por eso... más bien lo que le resulta extraño es Claude, no es muy común que un adolescente tenga entre sus amigos a un señor de más de cincuenta años.

Félix hizo una mueca, a veces olvidada ese tipo de detalles, pero no es normal que un cincuentón se acerque a dos adolescentes a los que debe de llevar más de treinta años... solo en apariencia porque en la práctica eran muchos años más.

-Vale – dijo Claude y se sacó el reloj pulsera, entonces mientras lo sostenía en una mano dijo algunas palabras en un idioma extraño y se lo volvió a poner -. ¿Así estoy mejor?

Gracias al hechizo de "Delirio de Glamour" Claude volvía a ser el muchacho que Félix recordaba. Su cabello volvía a ser negro y su piel volvía a ser completamente lisa.

-Sorprendente – dijo Félix -. ¿Puedes rejuvenecerte?

-No, es solo una ilusión si alguien ve mi reflejo o me toman una foto me veré exactamente igual a como estaba antes – dijo Claude.

Con los años Claude parecía haberse vuelto más serio, durante mucho tiempo Félix deseo que su mejor amigo fuera más formal pero ahora quería que volviera a ser el Claude que conoció cuando eran jóvenes.

-¿Qué paso con la hermandad? – pregunto Félix de improviso.

-Se disolvió – dijo Claude -. La restauración no duraría para siempre.

-¿Qué paso con la caja?

-No lo sé – dijo Claude -. Le seguí la pista hasta Arabia Saudita pero de allí los perdí.

Félix iba a preguntar sobre cómo había comenzado a usar la magia negra pero decidió desistir, la hermandad era muy estricta con las normas y no se permitía a ningún mago oscuro entre sus filas ¿Acaso habrían expulsado a Claude?

Luego de un rato se despidieron de Luka y su familia y se alejaron charlando de banalidades. Anarka y Juleka habían visto entrar a Claude como un hombre de más de cincuenta años y salir como un adecente de la misma edad de Félix y su hijo, en cuanto los invitados se hubieron ido acribillaron a Luka con preguntas, que el muchacho se las arregló para contestar con torpeza.

Desde lejos Fu los observaba, estaban pasando cerca de su consultorio y era imposible que fueran ellos.

-¿Estás seguro Wayzz? – pregunto un tanto dudoso el maestro.

-Completamente seguro – dijo el Kwami -. Esos son Agrapart y Fayolle, pero no entiendo cómo es que pueden verse tan jóvenes.

Secretos y omisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora