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>Capítulo Corto<

"La inocencia de los pequeños"









En los niños es muy común sentirse desplazado con la llegada de un nuevo integrante a la familia.

Generalmente, los pequeños suelen exigir más atención de los padres con la llegada de un nuevo hermanito o hermanita, y pocas veces los niños entienden que los bebés requieren más atención pero eso no significa que sean dejados de lado.

Los Mellizos Ransom entienden que su padre debe cuidar más al pequeño Aiden pues aún siendo el tan pequeño no puede hacer muchas cosas por si mismo.

Pero si algo era muy característico de Jonathan James, era que siempre, sin importar nada, siempre tenía tiempo para la familia.

Más específicamente su esposa y 3 hijos.

En ocasiones, era un poco complicado pero él había aprendido la manera de sobre llevarlo.

—Ustedes son los mayores.— Comenzó a hablar el mayor mientras mecía al bebé en sus brazos.— ¿Que hacen los hermanos mayores?

—Juegan con el pequeño.— Sonrió Andrea dándole un pequeño beso al bebé.

—No tonta. Los mayores cuidan al pequeño.— Ahora sonrió Alan.

Sus preciosos ojos heterocromeos miraban con emoción al bebé que su padre mecía con cuidado y cariño.

Era su hermanito y su padre le había dado la responsabilidad de cuidarlo.

—Exacto, los hermanos mayores juegan y cuidan al pequeño.

El bebé comenzó a llorar, se removía incómodo en los brazos que lo sostenían y comenzaba a ponerse rojo.

Su madre no estaba en ese momento y su padre por más que intentaba no lograba tranquilizarlo.

El pequeño Alan se acercó con cuidado hasta quedar en la vista del bebé, el cual al verlo detuvo el llanto y sus hermosos y brillosos ojos miraron a su hermano.

—Vaya.

Las pequeñas manitas del bebé tomaron uno de los dedos de Alan provocando una sonrisa en los tres mayores.

—Es muy bonito.— Ambos niños se miraban, el hombre estaba por decirle algo su hijo mayor pero este le interrumpió.— No entiendo por qué mamá dijo que sería feo.

La inocencia de los pequeños no les permitió ver la molestia de su padre al oír aquellas palabras.

Eran tan inocentes como cualquier niño, que confiaba ciegamente en su madre como cualquier persona.

A John no le quedó más que callar y tragarse todas las palabras altisonantes que tenía pensado soltar en ese instante.

Eran niños y ellos no sabían los problemas que tenían sus padres, ellos eran inocentes en todos los aspectos.

John no quería que dejaran de serlo...

Quiero ser el padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora