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>Capítulo Corto<






















¿Alguna vez has entrado en pánico?
¿No?
Tener ataques es pánico es horrible.

¿Alguna vez has estado embarazada?
¿No?
Es algo hermosamente aterrador.

Morgan suspira mientras acaricia su vientre. Se encuentra en el departamento de Aiden completamente sola.

Blake estaba trabajando y su novio igual. Su permiso por maternidad ya estaba en uso. Ella no lo quiso pero se vio forzada por los tres hombres que no se separan de ella, a descansar el resto de su embarazo.

Mientras la chica juega con su pulsera, sus ojos se dirigen a pequeña quemadura en su piel.

Ni siquiera le había prestado atención a eso... ella simplemente dejó de pensar en su padre.

Pequeños golpes se escuchan en la puerta principal, los cuales obligan a Morgan a levantarse y arrastrar sus pies con una flojera digna de una medalla según su hermano.

La puerta se abre y ella retrocede un poco antes de arrepentirse de tal cosa. Avanza de nuevo y alza el rostro.

—Papá.

—Hola princesa.— El hombre mueve cansado, no lleva su típico traje y esta vez no viene su esposa detrás de él.— Quiero hablar contigo... si me lo permites, claro.

—Bien.— El intenta pasar pero Morgan se mantiene firme en su lugar.— No puedes entrar.

—Cariño... dudo mucho que tu novio se moleste por qué saber que me dejaste entrar.

—Lose, él no se molestará pero Blake si. Y yo no quiero que pases.

—Bien entonces seré breve. Quiero pedirte disculpas.

¿Has sentido un hueco en el estómago cuando estas sorprendida?

¿No?
Morgan lo estaba sintiendo ahora.

—Papá yo...

—¿Papá? Aún recuerdo que solías llamarme papi, así como yo te digo princesa... quiero que me perdones.

—Soy mayor ahora. En un mes seré madre, tengo pareja y un buen empleo, ya no soy una niña como para llamarte de esa forma papá.

—Se muy bien que ya has crecido.

Ella asintió un poco.

—Pero sigo viéndote como una niña...

De Morgan brotó una risa sarcástica, se cruzó de brazos y sonrió molesta.

—¿Enserio?— Preguntó con ironía.—Mira mi vientre y dime niña de nuevo...— Reto molesta.

—No entiendes princesa...— Se lamentó el hombre, frotó su rostro y bufo.— Sigo viéndote como una niña por que perdí mucho tiempo de tenerte a mi lado.

—¿De que hablas?

—Lo sabes muy bien...— Ambos se miraron a los ojos.

—Hablas de cuando me mandaron con los abuelos ¿No es así?— Preguntó ella con tristeza.

—Ese tiempo fue tiempo perdido para mi.... por eso mismo aún digo que eres mi princesa, no sabes cuanto me  lamentó por haberte alejado de mi, de tu madre y Blake.

—Es demasiado tarde para pedir disculpas por tal cosa Papá.

—Te pido disculpas por la última vez que nos vimos...

—Papá...

El hombre comenzó a llorar.

—¡Jamás quise alejarte de mi de nuevo!

El hombre comenzó a llorar con fuerza, tal como un niño pequeño haría.

Morgan no quiso resistirse, simplemente lo abrazó y dejó que su padre llorara en su hombro.

Era una imagen muy fuerte para ella. El hombre que jamás llora estaba ahí con ella, cual Magdalena.

—No quiero que te alejes, ni tú ni mi nieta...— Lloro Erick antes de separarse de su hija.

Sus ojos se tornaron rojos, sus mejillas se miraban empapadas en lágrimas. Morgan también estaba llorando.

Ella negó con la cabeza y le sonrió con ternura.

—Son dos... un niño y una niña.

Ambos rieron.

—Ya decía yo que te veía más grande princesa.

Quiero ser el padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora