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>Capítulo medio largo<

"A una mujer jamás se
le pone un dedo
encima"

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Erick Evans.

El hombre era considerado todo un ejemplo a seguir, un hombre de buenos valores, trabajador, honesto y demás.

¿Y por qué no confirmarlo? Él era eso y más, simplemente era una buena persona.

Al menos hasta que el dinero tomó importancia en su vida.

Aún así, él era un hombre que lo daba todo por cuidar a su familia y se esmeraba en que esta fuera perfecta a los ojos de cualquiera.

Una flamante esposa, poseedora de una inmensa belleza. Amable, simpática y protectora con la familia.

Un hijo dotado de inteligencia y con facilidad y gusto por los deportes. Amable, maduro y lleno de vida.

Luego estaba su hija.

La pequeña que nació prematura pero que pese a ese hecho era una niña saludable.

Ella era hermosa como su madre e inteligente como su padre. Era la perfecta combinación de ambos.

Todo era perfecto hasta que comenzó a hablar.

—P-pa-Papi.— La pequeña intentaba llamar al hombre.

Sus coletas se movían en el aire mientras la niña se tambaleaba entre los muebles de su casa.

El hombre la miró con una sonrisa en los labios y dio por sentado que aún estaba aprendiendo a hablar.

Con el tiempo... era más que claro que la pequeña tenía un problema del habla.

"Que curiosa tu niña"

"¿Por que habla de esa forma?"

"¿No le enseñaste a hablar?"

Esos solo eran unos pocos de los comentarios de gente hacia el padre de la pequeña.

Con el tiempo el hombre se cansó de la situación.

—Con el tiempo hablará como cualquier persona, no creo que sea bueno presionarla.— Sugirió su mujer.

¿Pero ella que sabía?

El tiempo pasaba y Morgan seguía igual... pero su padre se encargaría de repararla.

Fue tanta su insistencia que la pequeña a pesar de su amor hacia su padre, comenzó a temerle.

El miedo solo hacía que tartamudeara más.

—¡¿POR QUÉ NO HABLAS NORMAL?!— Gritó el hombre molesto luego de intentar por más de una hora que la pequeña dijera la palabra "Prehistórico"

—P-p-pa-papi...

El hombre suspiró, miró detrás del sofá donde su hijo se escondía mientras miraba como el hombre regañaba a su pequeña hermana.

La niña a la que debía proteger...

Erick Evans estaba perdiendo la paciencia.

—Ultima vez que te lo repito Morgan... di la palabra "Prehistórico" sin pausas, sin repetir letras.— Ordenó con aparente calma.

El hombre le sonrió a la niña pero esta retrocedió asustada.

Ella ya no quería que su papi le gritara.

—Ahora... dilo.— Ánimo el hombre.

—Prehistó...— Hablo con timidez y en voz baja. Sus ojitos miraron el suelo y puso sus manos detrás de su espalda.

—Termina la frase sin tartamudear y pasaré por alto el hecho de que hiciste una pausa.

—Ric...ric-ri-ric.

—¡¿QUE DIABLOS TE PASA?! ¡CASI LO LOGRAS!

El hombre alzó su mano con fuerza, eran claras sus intenciones.

La madre de los niños Evans corrió donde los gritos y donde su marido bajaba con fuerza su mano en dirección a su hija.

—¡ERICK!

Los ojos del hombre se abrieron con sorpresa, la palma de su mano no llego al pequeño rostro de la niña, en su lugar estaba su orgullo.

El pequeño Blake tenía la mejilla roja y los ojos llenos de lágrimas pero aún con eso, sus manos mantenían en su espalda a su pequeña hermana.

Por qué el abuelo Francisco le enseño que esta mal utilizar los puños en los indefensos.

Por qué el abuelo Francisco le enseño que a una mujer jamás se le pone un dedo encima de manera violenta.

Por eso y más él debía proteger a esa pequeña niña de cabello azabache.

—Blake...— Susurro con cuidado el hombre, el intentó acercarse pero él niño retrocedió y cubrió más a la niña.— Hijo yo... lo siento no quise lastimarte.

—Ibas a pegarle...— Gruñó el niño molesto pero sin evitar que sus lágrimas fluyeran.

La mujer simplemente se mantuvo congelada en su lugar. Erick jamás le había puesto una mano encima a sus hijos de aquella forma.

—Hijo ella debe aprender a hablar.

—¡Pero a las niñas no se les pega!— Reprochó Blake con el ceño fruncido y las lágrimas mojando sus mejillas.

La niña corrió lejos de todos, ignorando los llamados de su madre y hermano, ignorando los gritos de sus padres.

Quiero ser el padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora