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"¿Incómodo?
Para nada."
























Aiden












—Tenemos todo listo para él paseo de mañana.— Mi madre revisaba los papeles que traía consigo.— Necesito que descansen esta noche, duerman temprano por favor.

Los grupos de Cristina, Dania y Lauren y Owen se quedarían en la guardería con sus clases normales, debido a que los niños de Cristina requerían más atención y los de Lauren son bebés.

La puerta del salón de juntas se abrió,  por ella entró el conserje y Margarita, una señora que ayuda a mamá.

El conserje se dispuso a preparar café y Margarita se sentó junto a mi madre.

—Ya he revisado los permisos, todo esta listo. Los niños llegarán a las 9 con lonche y el camión llegará a las 9:30.

—Bien... recuerden que mañana toda su atención debe estar centrada en los pequeños. Mañana les confirmo si abra ayudantes.

Luego de la junta todos salimos con intención de dar por terminado el día laboral. Yo por mi parte debo ir a casa, debo limpiar a fondo mi pantano y visitar a pancho...

Será un largo día de limpieza...

Al ver a todos fuera de la sala, mi vista buscaba a Morgan pero sin encontrarla.

Regreso de nuevo a la sala y la veo en la misma silla, su zapatos están un poco lejos de ella y parece molesta mientras frota sus pies con fuerza.

—¿Estás bien Morticia?

Ella niega molesta. Frota sus pies con fuerza, sin querer su mochila cae al suelo y luce molesta con los ojos irritados y cristalinos.

—Mis jodidos pies están hinchados... duelen.— Masculla aún sin verme.

Dejó mis cosas en la mesa y camino hacia ella para ponerme de cuclillas.

Por fin me mira y sus manos se detienen.

—Déjame yo lo hago.— Ella niega.— No te pregunte Morticia, voy a darte el mejor masaje en los pies...

—Lo siento... arruine tu limpieza a fondo.

Ambos reímos mientras tomó uno de sus pies. Sus pequeños pies ahora están más grandes de lo normal, imagino que le duelen mucho.

—¿Hueles eso?— Pregunté olfateando el aire.

Morgan hace lo mismo y niega.
Acercó mi nariz a sus pies y me alejó exagerando, poniendo mi mejor cara de desagrado.

—Tus pies huelen a queso...— Ella abre los ojos.— Pero tranquila no le diré a nadie.

Comienzo a reír y ella aleja sus pies de mi. Quiere reírse pero se mantiene en esa pose de molestia.
Sujeto su pie y le doy un beso a la tela blanca de calceta.

—Suéltame, a ti no te gusta el queso.— Habla con sarcasmo mientras intenta tomar sus tenis y aleja sus pies de mi.

Me pongo de pie y la abrazo, ella suelta una risa y trata de empujarme.

Quiero ser el padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora