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Despierta...







Morgan.

—Debes ir a casa. Tienes que estar con lo bebés. Tienes una semana aquí.

Despegó mi vista del suelo, miro a Alan sobre la camilla mientras está conectado a demasiados tubos y cables.

El me sonríe con ternura pero no puedo regresarle el gesto.

—Me alegro de que estés bien.— Ignoro sus palabras y ahora me regala una mirada carente de emociones tal como yo lo he estado haciendo desde hace una semana.

—¿Quien está con los bebés?

—Andrea y Blake.

—¿Por qué no vas con ellos?

—Sabes perfectamente por no lo hago.

—Morgan...

—Alan.

Un suspiro se escapa de sus labios, baja la vista y niega lentamente antes de mirarme de nuevo.

—Lo lamento Morgan.

—No tienes por qué.

—Me siento culpable.

—No tienes por qué.— Repito.— ¿Necesitas algo?

—Que vayas a casa.

—¿Cómo te has sentido?

Alan acaricia su frente con cuidado, mira el catéter en su mano izquierda y frunce el ceño una vez más.

—Estoy cansado, mi espalda duele y la cicatriz da comenson pero no debo rascarme. Según el médico todo salió bien solo debo recuperarme de la cirugía y adaptarme.

—Me alegra escucharlo.— Mi teléfono vibra, ni siquiera veo el identificador pero bufó fastidiada.

Todo me irrita pero sin embargo, veo el teléfono.

—Los chicos traerán a los bebés para que los veas.

—Gracias.— El tose un poco y me pongo de pie.

—¿Estás bien?

—Si yo...— Esta vez tose con demasiada fuerza.

Sus ojos comienzan a lagrimear y corro hacia el para palmear su espalda. El no para de toser y de pronto veo su mano salpicada de sangre.

Corro hacía el pasillo asustada y grito pidiendo auxilio.


















































Los gritos de Alan me asustan. Estoy fuera de la habitación mientras un grupo de médicos están con el justo ahora.

Mi bolso está sobre la silla plástica cuando mi celular que está dentro de está, comienza a sonar. Ignoro eso y de pronto el ruido se detiene.

Un fuerte taconeo se escucha cada vez más cerca, al fondo del pasillo veo a Andrea correr hacía mí. Una vez que llega hasta mi lado intenta tomar la perilla de la puerta pero un enfermero nos ve por la venta y Andrea se detiene.

El niega con un dedo y baja la persiana.

—¿Qué sucedió?

—No tengo idea.— Es lo único que respondo.

Andy comienza a llorar y sus ojos se tornan rojos.

—Estara bien...

—No se que haré si le sucede algo a ese estúpido.— Ella frota sus ojos con fuerza y de nuevo me mira.— Blake ya viene con los bebés.

Quiero ser el padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora